Boletín informativo de Fundación Vida Sostenible • núm. 32 − 16 de agosto de 2012
Un verano peligroso
El verano peligroso fue publicado por entregas en la revista Life en septiembre de 1960. Ernesto Hemingway había escrito los artículos, que narraban la rivalidad entre Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordóñez en el verano de 1959. Gracias a míticas revistas, míticos escritores y míticos toreros, la fiesta de los toros alcanzaba así un empaque nunca visto hasta entonces. Hoy no queda casi nada de todo ese esplendor, y no hay muchos motivos para apenarse por ello. Las corridas de toros, el espectáculo veraniego por antonomasia, están de capa caída. Tras el vigoroso crecimiento de los años 90, actualmente año tras año cada vez se matan menos toros y novillos.
No es cuestión baladí, pues hay medio millón de hectáreas de dehesa de gran calidad, más de 200.000 animales de una raza singular y muchos puestos de trabajo en juego. ¿No podríamos quedarnos con los toros y su medio ambiente y olvidarnos de las corridas de tortura que se practican actualmente?
Fuera del ruedo, las cosas siguen como de costumbre en los terribles veranos peninsulares. A ritmo de operación salida va y operación retorno viene, decenas de millones de vehículos se mueven por la piel de toro quemando millones de toneladas de combustible, que se almacena en la atmósfera en forma de CO2 y contribuye a hacer más dura todavía la canícula. Pero también eso está cambiando. Los viajes largos del verano son muchas veces la única ocasión en que una persona o una familia necesitarán realmente un coche, y ahora se están multiplicando los viajes agostíes en coche compartido. Al regresar de las vacaciones, las personas que siguen este método de viajar seguirán si necesitar coche en propiedad (se pueden ver abajo unas cuantas empresas del sector).
El sol de fuego está provocando este año la peor oleada de incendios forestales que se recuerda en muchos tiempo. Pero es la materia orgánica seca y lista para explotar la culpable de los incendios, leña y hojarasca que apenas se aprovecha mientras seguimos quemando alegremente petróleo. Pero el poder del sol tiene otras consecuencias: está aumentando rápido el porcentaje de electricidad solar, hasta tal punto que en lo que llevamos de agosto de este año se está acercando, sumando la solar térmica y la fotovoltaica, a un impresionante 7%.
En realidad, el sol está manteniendo el tipo de las renovables este verano, que es estación donde el viento y el agua, la eólica y la hidroeléctrica, reducen su contribución. Esto es una buena señal. En muy pocos años (a este ritmo) la electricidad solar podría consolidarse en un 10% del total, sumada a un 20% eólico, un 10% hidroeléctrico y un 10% de biomasa y afines, lo que daría un bonito 50% de electricidad de origen renovable como media anual. Está al alcance de la mano, no lo dejemos escapar. Estas “no-rentables” y “carísimas” instalaciones solares seguirán produciendo electricidad a muy bajo costo dentro de 20 años, cuando el petróleo sea un artículo de lujo.
Donde peor se pasan las olas de calor veraniegas es en la gran ciudad. En el campo siempre hay una sombra, un regato o el hueco de unas peñas donde aliviarse del calor. En la ciudad no. En algunas calles estrechas repletas de exhaustores de aparatos de aire acondicionado la temperatura se acerca a los 50ºC, no muy lejos del récord de todos los tiempos (Al-Aziziyah, Libia, 13 de septiembre de 1922: 57,3 ºC) . El récord de El Azizia tiene más mérito porque fue conseguido sin la ayuda del aire acondicionado.
Un estudio reciente del IPCC muestra como las ciudades enclavadas en zonas de veranos cálidos (como Madrid, Houston y Tokio) pueden elevar su temperatura media en un par de grados, gracias a los millares de aparatos de aire acondicionado que roban calor del interior de los edificios y lo expulsan fuera. Al estar el aire que rodea el edificio más caliente, el aire acondicionado tiene que trabajar más intensamente, expulsando, todavía más calor, etc.
eniendo en cuenta que hoy por hoy todavía gran parte de la electricidad se produce quemando combustibles fósiles, ya tenemos otro factor veraniego de calentamiento global añadido a la atmósfera, que a su vez hará trabajar en el futuro cada vez más intensamente los compresores de los aparatos de aire acondicionado.
Este círculo vicioso se puede romper sustituyendo la refrigeración por compresión por la refrigeración por evaporación. Máquinas cada vez más refinadas están consiguiendo resultados cada vez mejores. La diferencia es que el edificio o estancia refrigerado así no expulsa calor fuera, sino frescor (fíjense si no en las terrazas climatizadas por pulverizadores de agua). Es un sistema inventado hace más de mil millones de años, el mismo que usa la vegetación para refrescar el ambiente.