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Los Verdes

20 juillet 2008 7 20 /07 /juillet /2008 18:24

 Aqui tienes lo que presenté en La Expo de Zaragoza el lunes 21 de julio en rueda de prensa


El agua dulce es la sustancia básica que alimenta los ciclos metabólicos de los ecosistemas y de los seres vivientes. Nuestras sociedades humanas y nuestra calidad de vida dependen, primordialmente de este bien tan esencial, de su sabia y racional gestión. Para asegurar el tener agua para el futuro, aquí y en el resto del mundo, debemos guiarnos por los importantes principios y objetivos de la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea, que ha de ser la piedra angular de la política europea de agua, a pesar de su escaso cumplimiento hasta ahora. Los tres principios básicos de esta legislación europea son:
el Principio de No-Deterioro de los Ecosistemas Acuáticos,  el Principio de Participación Social y Transparencia en las Políticas del Agua, y el  Principio de Plena Recuperación de Costes.

 

1.  EL PRECIO JUSTO: PAGAR LO QUE REALMENTE CUESTA. 
Actualmente se paga tan solo una pequeña fracción del coste económico real, lo que crea una falsa impresión de abundancia aunque realmente el agua es un valioso bien escaso. Unos precios más altos en el consumo de agua fomentarían más inversiones en tecnologías eficientes en  los procesos industriales y agrícolas que dependieran de este recurso, y con ello además se reduciría el despilfarro doméstico. Urge recuperar en el precio todos los costes económicos incorporados a lo largo de todo el ciclo del agua, desde la captación, el bombeo, el transporte, la depuración y los costes y daños medioambientales colaterales. También es necesario para el ahorro y la eficiencia un canon general sobre los consumos de agua, recuperando mediante tasas económicas aplicadas a todos los tipos de consumos de agua los gastos e inversiones hidráulicas reales como son los trasvases y la desalinización. Solo deben hacerse excepciones mediante la modulación y reducción de precios dirigidos a la ciudadanía más necesitada económicamente. 

 

2. LA "ECO-CONDICIONALIDAD":  SUBVENCIONAR LAS BUENAS PRÁCTICAS, NO LAS MALAS.
Actualmente se subvencionan, directa o indirectamente muchas prácticas de la agricultura y ganadería químico-intensivas, de la minería y de la industria que despilfarran y/o contaminan los recursos hídricos.  Hay que aplicar el principio de la Unión Europeo de "ecocondicionalidad"  por el cual se condiciona la recepción de ayudas públicas a la aplicación estricta de la protección de todas las normas ambientales de protección de los recursos hídricos. En España muchas ayudas públicas fomentan perversamente el daño ambiental al ser indirectamente subvencionadas actividades como son la explotación de pozos ilegales, los vertidos de contaminantes y residuos a cauces hídricos por parte de la ganadería intensiva, la contaminación de ríos y acuíferos por la actividad minería, y la grave afección a los frágiles ecosistemas fluviales por parte de proyectos industriales y urbanizadores. Pero contrariamente, habrían de aumentarse las subvenciones públicas a todas las buenas prácticas de producción limpia que integran procesos de ahorro, reutilización y depuración como son la agricultura ecológica o como los ciclos industriales cerrados.

 

3.  DEJEMOS QUE LOS RÍOS SEAN RÍOS.
España es uno de los países con los ríos más regulados y convertidos en canales y tuberías, y en el mundo es el país que cuenta con más hormigón por cuenca fluvial por cada millón de habitantes.  Los ecosistemas fluviales y su biodiversidad que mantienen y reproducen el ciclo del agua son de enorme valor estratégico puesto que nos proveen de servicios ecológicos esenciales para la habitabilidad y supervivencia de nuestras sociedades, y por ello han de ser cuidadosamente protegidos y reparados. Los nuevos proyectos de grandes embalses son totalmente contraindicados para conservar el agua dulce para el futuro debido a que deterioran gravemente los bosques, los acuíferos y la salud de los ecosistemas fluviales.  En cambio, si se deben fomentar a los pequeños proyectos hidrológicos que no alteran substancialmente las básicas funciones ambientales de los ríos.

 

4.  LOS BOSQUES Y ZONAS HÚMEDAS SON BANCOS NATURALES DE AGUA.
Durante las últimas décadas hemos perdido muchas zonas húmedas costeras y bosques valiosos por sus servicios en filtrar, depurar y almacenar el agua.  Ante los efectos desestabilizadores del cambio climático urge blindar legalmente, mediante una aplicación estricta de la Directiva Hábitat, la protección de estos ecosistemas para prevenir la invasión de agua salina del mar y el avance del desierto. También debemos extender estas prácticas protectoras fuera de las fronteras europeas como ejes y condiciones de nuestras relaciones internacionales, económicas y políticas, y especialmente con nuestros vecinos próximos del Mediterráneo.


5.  LA AGRICULTURA HA DE SUBORDINARSE A LOS RECURSOS HÍDRICOS DE CUENCA, Y NO AL REVÉS.

El tipo de plantaciones y los regadíos han de adaptarse a la disponibilidad hídrica y climatológica, según las características y las posibilidades de cada cuenca hidrográfica. No se pueden seguir plantando cosechas muy sedientas en lugares con una sequía endémica. Las regiones más secas del planeta no deben seguir desertizándose mediante la exportación hacia las zonas húmedas de gran parte de sus escasos recursos hídricos. Se pueden crear marcas de calidad especial y favorecer medidas de compra preferente para promocionar la economía y los productos de las bio-regiones más secas.  La limitación de ciertos fertilizantes agroquímicos voraces en el consumo de agua junto a la promoción de la agricultura ecológica pueden reducir sustancialmente el consumo de agua y dar a la vez unos ingresos suficientes a los agricultores. También se debería aumentar la fiscalidad sobre las sustancias químicas más contaminantes de la agricultura para desanimar su uso. En definitiva, el cambio hacia la alta calidad natural del producto alimenticio y las cosechas debe sustituir el principio de fomentar la producción y la cantidad a cualquier precio. Además, si se reduce el consumo de carne y de lácteos en nuestras dietas, además de aligerar las presión destructiva hacia valiosos ecosistemas, también se reduce sustancialmente el consumo de agua (un Kilo de carne consumida incorpora 9000 litros de agua).

 

6.  HACÍA UNA INDUSTRIA RESPONSABLE Y

DE CICLOS CERRADOS.
Nos urgen acciones de disciplina legal y administrativa para acabar con la actual situación de impunidad para muchas actividades industriales que libremente usan y contaminan los aguas. A menudo la industria esquiva las normas de control público de calidad y vertidos con enorme facilidad. Hace falta más inspección, con registros públicos y transparentes sobre los vertidos líquidos contaminantes (de origen industrial y urbano) para desanimar las malas prácticas con el agua obligando al cumplimiento del principio general de las ecotasas ambientales: "quien contamina, paga".  Debemos crear una marcas de calidad y valor añadido en los productos fabricados con el máximo ahorro de agua y con las  técnicas ecológicamente más limpias. Un especial apoyo público debe existir para los sistemas industriales que traten y reciclen casi totalmente su consumo hídrico mediante la instauración de un "ciclo cerrado" que evite contaminaciones y grandes consumos.


7.  AGUA, ALIMENTOS Y SALUD PARA EL SUR
.
Hay que potenciar una masiva transferencia tecnológica al Sur siguiendo los objetivos del Milenio de la ONU, que aunque no se están alcanzando, son importantes para paliar la escasez de agua potable y la contaminación del agua que es causa de millones de muertes cada año. Es urgente el fomento de tecnologías apropiadas y auto-gestionadas por parte de las comunidades locales capaces en de aumentar el ahorro y la depuración de aguas mediante una diversidad de posibilidades: los pozos comunitarios con energías renovables; el reparto masivo de inodoros secos que evitaría numerosas enfermedades y sirven de reciclado para el compostaje agrícola; la energía solar y los pequeños hornos solares para evitar la deforestación; el fomento de la reforestación masiva con especies adaptadas al territorio para frenar el avance del desierto; recuperación de plantaciones, ingenierías y técnicas tradicionales capaces de atrapar la humedad, como son las "terrazas". La responsabilidad empresarial debe ampliarse y asumir la prohibición de cualquier actividad industrial o agrícola por parte de empresas europeas que implique el deterioro de la calidad o la cantidad de recursos hídricos en los países del Sur. El futuro Plan Solar anunciado por la Unión por el Mediterráneo proyecta grandes plantas térmicas solares para la desalación de agua y la generación de energía también puede ser un avance importante. Puesto que las mujeres son las responsables principales de la gestión doméstica, familiar y comunitaria del agua en muchos países del Sur, cualquier política internacional de cooperación y de agua con los países del Sur ha de considerarlas como las principales actrices y protagonistas en su gestión.

 

8.   EDIFICAR CON RESPONSABILIDAD HÍDRICA. 
No se deben construir urbanizaciones donde hay una escasez hídrica tal y como hoy se hace en gran parte del litoral del Mediterráneo. Resulta escandaloso el que en España haya más de 250 urbanizaciones aprobadas por los ayuntamientos que cuentan con un informe negativo de la Confederación Hidrográfica implicada; es necesario que estos informes sean vinculantes en su cumplimiento. Mediante normativas las nuevas edificaciones han de tener en cuenta la recuperación del agua pluvial del tejado para su uso en el jardín o para la limpieza, han de desarrollar medidas estructurales de ahorro y reciclaje de agua en las cocinas y en los baños. La edificación ha de evitar la impermeabilidad y la falta de transpiración asegurando que el máximo de terreno colindante sea permeable para así filtrar y recargar acuíferos y, cuando sea posible, la depuración natural de sus propias aguas negras. Hay que evitar el dumping ecológico del agua en las obras realizadas en países del Sur por empresas europeas constructoras de viviendas o de infraestructuras, que deben cumplir estrictamente con las reglas del la Directiva Marco del Agua europea, y evitar con ello el deterioro de los recursos hídricos. Hay que recuperar, aquí, ahora, y en el resto del mundo, las sabiduría constructiva de casas tradicionales que recuperan el agua y la reutilizan.

 

9.  REUTILIZAR, RECICLAR Y RECUPERAR EL AGUA. Para muchas actividades se puede utilizar la misma agua una y otra vez. Debemos aumentar radicalmente la recuperación del agua mediante una mejor y más completa depuración de las aguas residuales. Hacen falta normativas estrictas aplicables a las actividades y tratamientos terciarios, con la separación de aguas pluviales de las residuales cuando sea posible, y un completo seguimiento de la trazabilidad, el tipo, y el origen de los contaminantes. Hacen falta introducir nuevas normas específicas para tratar y/o filtrar el agua en todos los establecimientos especializados que utilicen o generen residuos contaminantes de aguas, como son los garajes, los aparcamientos, las carnicerías, las imprentas, los grandes restaurantes, etc.  También hay que acabar con la utilización de agua potable para usos en limpieza de todo tipo y para regar jardines. Hay que terminar con la pérdida de agua por fugas en casi un tercio del agua que circula por las redes urbanas e introducir una fiscalidad ecológica que grave las sustancias químicas activas de productos no biodegradables y persistentes que contaminan el agua y que dificultar su recuperación y calidad.

 

10. POR UNA GESTIÓN COMUNITARIA y TRANSPARENTE DEL AGUA.
Hay que fomentar los mecanismos de participación y de auto gestión del agua por medios de asociaciones democráticas de regantes locales, con la creación de bancos de agua para vender y compartir los excedentes, y junto a las organizaciones de usuarios urbanos que gestionan los niveles de los acuíferos y la calidad del agua potable.  El agua potable es un bien y patrimonio común, delicado y escaso, y no debe ser privatizada para servir a estrechos intereses particulares. Hace falta una información objetiva, cualitativa y pública, con una comunicación constante sobre el estado y calidad de los recursos hídricos más allá de la simplificada información sobre los niveles de agua embalsada.

 

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