1. La defensa de la diversidad viva es necesaria para frenar el cambio climático. El mundo biológico y el geológico deben ir de la mano para intentar estabilizar el clima porque la sinergia simbiótica de ambos es lo que mantiene la habitabilidad del planeta para las personas y todos los seres vivos.
2. Las consecuencias de un clima cada vez más inestable son cada vez más graves para la diversidad biológica, lo que se retroalimenta en el empeoramiento del clima. Por ejemplo, la pérdida de biodiversidad afecta al clima: menos diversidad en los océanos significa menos absorción CO2 cuando los mares son el sumidero más importante de la Tierra, igual como la quema o destrucción agrícola de bosques resulta en grandes emisiones de CO2 a la atmósfera.
3. Ya hay impactos graves del clima más cálido sobre especies, como la extinción y el comportamiento invasor de especies foráneas con grandes impactos sobre la flora y la fauna endémicas. Menos capacidad de inmigración (se quedan los aves en mismo sitio) lo que significa que hay menos intercambio genético de todo tipo entre continentes lo que resulta en una pobreza y falta resistencia y flexibilidad de las especies. No hay bastantes cruces diversos de genes.
4. Todos los ecosistemas del planeta se ven afectados por el aumento de las temperaturas. Por ejemplo, el calentamiento de ríos y lagos influye muy negativamente sobre la vida acuática y en los aumentos de la erosión en los sistemas costeros. El calentamiento está teniendo una importante influencia en los acontecimientos fenológicos, afectando al cambio de hojas otoñales y brotes primaverales, migraciones de aves y otras especies, y épocas de reproducción de los seres vivos. Los estudios también han demostrado transformaciones en los ecosistemas marinos, que tienen una importante repercusión sobre la productividad marina, las interacciones entre las especies y las migraciones.
5. La adaptación se hace imposible para muchas especies. Como el territorio está cada vez más fragmentado y humanizado, y la rapidez del cambio del clima afecta a la fisiología de las especies, que no pueden adaptarse ni inmigrar con éxito.
6. La pérdida de biodiversidad supone una enorme pérdida de servicios ambientales y económicos para las sociedades. Recursos humanos tan necesarios como el agua, los medicamentos, las tierras fértiles, la biomasa, alimentos de todo tipo y pesca ya se resienten del cambio climático. Además, se pierden grandes recursos culturales y paisajísticos de incalculable valor.
7. La lucha contra el Cambio Climático no es solo reducir el CO2 y producir energías renovables. La defensa de los ecosistemas es igual de imprescindible ya que constituyen una red de seguridad, prevención y amortiguamiento de algunas de las graves consecuencias del Cambio Climático, como las la sequía, inundaciones, la desertificación y grandes tormentas. Los bosques, los manglares, los arrecife, la vegetación de ribera, la zonas húmedas, todos amortiguan y frenan los peores daños a los seres humanos y sus sociedades.
8. No se puede enfrentar la política energética renovable con la biodiversidad. Enormes huertos solares en tierras fértiles, parques eólicos en medio de zonas Natura 2000 y zonas especiales de protección de aves, los monocultivos de agrocombustibles... todos pueden acabar siendo contraproducentes para el clima y las sociedades. Con la cura del clima no debemos empeorar los males de la biodiversidad.
9. Las instituciones deben blindar la protección eficaz de los hábitats naturales existentes en la Red Europea Natura 2000 y promover su expansión para crear unas redes conectadas de biodiversidad, superando la actual fragmentación que hace inviable la supervivencia de muchas especies que necesita mucho más terreno e intercambio genético. Es imprescindible evitar la construcción de más barreras humanas, como las carreteras o las urbanizaciones dentro o en los entornos de espacios protegidos.
10. Gran parte de la biodiversidad está en los países del Sur, y constituye un elemento básico para el sustento de centenares de millones de personas. Se debe ejercer mucha más presión política y económica para frenar la rápida pérdida de los tesoros vivos de África, América Latina y Asia por los embates del " mal desarrollo" y por las presiones de la economía mundial.