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Los Verdes

28 juillet 2008 1 28 /07 /juillet /2008 16:29

 

       Claro que es necesaria y urgente una nueva cultura sobre el agua. Hay que educar y sensibilizar ampliamente sobre las nuevas prácticas de ahorro, reutilización y de protección de los ecosistemas acuáticos que son fuente de recursos vitales, y que nos dan gratuitamente tantos servicios imprescindibles para nuestra salud humana y la de los sistemas vivientes del planeta. La Expo de Zaragoza constituye una excelente oportunidad para llegar a un gran público con una pedagogía ambiental sobre unos recursos hídricos cada vez más escasos y contaminados en el contexto desfavorable de la creciente crisis ecológica y cambio climático.

 

    El lugar elegido para La Expo sobre el agua ha sido un gran acierto: Zaragoza. También se trata de una oportunidad para revalorizar una ciudad que siempre ha vivido de espaldas a su río. Por fin se intenta conectar la capital de Aragón con el Ebro mediante paseos, edificios y puentes, y con la recuperación de bellos paisajes fluviales. Además, el celebrar la Expo junto al río Ebro resulta ser especialmente didáctico, ya que es el río Ebro se ha constituido en el río más disputado de la península. Sus beligerantes luchan por construir trasvases de sus aguas, por la expansión de los regadíos agrarios, para hacer más campos de golf, y para otras muchas operaciones propias de la fiebre del ladrillo por todas las tierras del Mediterráneo. 

 

    Pero si algunos aspectos de La Expo sí cumplen con las expectativas proclamadas, otros claramente las malogran. Hay ciertos espectáculos teatrales y musicales muy conseguidos que consiguen explicar la enorme gravedad de la destrucción del clima terrestre, y cuyos mensajes no solo llegan a nuestras mente sino que también nos inundan de las emociones que encogen el corazón, como son el nocturno lamento de los pingüinos. El pabellón de las ONGs es el más participativo y también es el más coherente con los valores de preservación que defiende, ya que está construido con materiales naturales y frugales como son el barro y balas de paja, y muestra un diseño bioclimático que reduce sustancialmente la necesidad del sobre-consumo y la degradación de recursos naturales propio de la climatización artificial. Además, este pabellón de educación medioambiental ha programado centenares de actividades dirigidas a todo tipo de público que explican la defensa y el cuidado del agua por parte de las personas socialmente más débiles, y además, busca la responsabilidad práctica y diaria de todas las personas al margen de sus diferencias y condición, incluidas las personas de menos edad. Otros pabellones que también resultan ser muy didácticos sobre el ciclo del agua son el japonés, el alemán o el mismo español. 

 

   Pero si La Expo en si contiene importantes elementos de educación y compromiso ambiental, en cambio se queda  corta y tiene un suspenso en algunos aspectos prácticos que resultan ser ejes fundamentales para hacer las paces con el planeta y para avanzar realmente hacia condiciones de sostenibilidad. Los balances y saldos de materiales y energía empleados son también variables centrales que no hay que olvidar en cualquier proyecto y actividad humana que quiera acercarse a los parámetros y fines de la sostenibilidad, pero parece que esto no se ha tenido demasiado en cuanta en la Expo de Zaragoza. Las infraestructuras viarias de La Expo habrán supuesto un saldo muy negativo para el medio ambiente y aumentan la huella ecológica mediante un aumento sustancial de las emisiones de CO2 en Zaragoza que solo contrapesa la sustitución de viajes interurbanos en coche por el AVE Madrid-Zaragoza-Barcelona.  La gran mayoría de los edificios de La Expo carecen de placas de energía solar, ni para producir electricidad ni para calentar agua y, debido a su construcción y diseños convencionales, consumen cantidades ingentes de energía para su climatización.  Tampoco se ve mecanismo alguno en los pabellones para la recuperación y reutilización del agua pluvial en sus tejados o bajantes.  Gran parte de la superficie urbanizada por las obras de La Expo es un suelo impermeable (pavimentos de asfalto o cemento) lo que evita la recarga de acuíferos y la filtración de la lluvia, aumentando la presión de las depuradoras. El ahorro tan pregonado en algunos de las exposiciones no se ve en el funcionamiento diario de la Expo al no haber un reciclaje de agua de los grifos o cocinas hacía los wáteres ni existir ejemplos de depuración verde de aguas residuales ni haber filtros en los aparcamientos para evitar la contaminación en caso de lluvia de miles de coches aparcados en los alrededores. La lista de una oportunidad pérdida de una pedagogía activa es interminable como en la casi totalidad de las obras públicas.

   Posiblemente el ejemplo visible más negativo de la falta de sensibilidad hacía los ecosistemas acuáticos es el continuo dragado del fondo del río Ebro en más de un kilómetro de su lecho delante mismo del terreno de La Expo.  El objetivo es permitir la navegación de barcos de muchos pasajeros entre el Pilar y La Expo en un río mediterráneo que no suele superar el medio metro de profundidad en la época de verano. El dragado es una obra cara y inútil que modifica radicalmente el metabolismo fluvial.   Probablemente cuando vienen las primeras riadas de primavera toda la inversión será echada a perder. 

   En definitiva La Expo representa un ejemplo más de la enorme brecha entre la teoría y la práctica en el debate ambiental.

 

 

 

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