Falsas esperanzas y mucho dinero público quemado en la captura y secuestro de CO2
"Son fábricas de muerte" según afirma el famoso científico de la NASA y gran luchador contra el cambio climático: James Hansen, al referirse a las centrales térmicas de carbón.
El carbón es la fuente que produce la mitad de la energía de los Estados Unidos, el 70% de la India, y el 80% de la China. Siguen operando numerosas centrales térmicas de cabrón en España que el actual Gobierno socialista no quiere cerrar. Aunque es la primera fuente de gases que provocan la inestabilidad y el cambio climático terrestre, en el mundo el carbón como fuente energética puede tener los días contados si sus lobbies y sus apologetas interesados en su negocio no encuentran una buena coartada para continuar con esta sucia y dañina actividad económica. Con el reciente invento solo teórico del llamado "carbón limpio", parece que tienen la excusa y la coartada para seguir con la misma destructiva minería de siempre y para la apertura de nuevas térmicas biocidas.
Pero la realidad es bastante más tozuda que las retóricas de políticos, científicos interesados, y empresarios sin escrúpulos medioambientales. No existe ni una prueba empírica de que la optimista empresa del "carbón limpio" pueda existir en realidad. No existe ninguna planta en el mundo que "capture y almacene" CO2. No existe ni una empresa privada que haya invertido ni un euro por iniciativa propia en esta nueva y incierta tecnología de supuesta salvación para la actividad carbonífera que destroza la montañas y la atmósfera. Muchas voces científicas y numerosos economistas sostienen que su viabilidad económica es más que discutible, y que difícilmente podría llegar a ser económicamente competitiva en comparación con otras formas de energía (como es la solar o la eólica) debido al inmenso coste económico que conllevarían y al alto coste energético del proceso. Otros expertos creen que toda la idea es sencillamente descabellada y delirante, y que no podrá funcionar al implicar los peligros de muchos escapes continuos del CO2 una vez que estuviera enterrado en el suelo. Algunos estudios geológicos en EE.UU. apuntan hacía el gran riesgo de contaminación tóxica a causa del CO2 condensado cuando entre en contacto con el agua subterránea y con ciertos minerales del suelo.
A pesar de todas las dudas e incertidumbres que acompañan al desarrollo tecnológico y puesta a punto de la captura y el almacenamiento de CO2, el Gobierno Español y la Unión Europea hacen oídos sordos y proyectan quemar miles de millones de euros de los contribuyentes europeos en proyectos pilotos para su desarrollo, bajo la presión de las empresas anacrónicas de la vieja y contaminante producción industrial y de los sindicatos mimados, todos unidos bajo las prioridades particulares de continuar siendo receptores de los grandes subsidios estatales.
La revista "The Economist", por cierto, muy poco sospechosa de tener tintes de ecologista radical, concluye esta semana con un comentario editorial que afirma rotundamente: "la captura y almacenamiento de CO2 no es solo una forma de desperdiciar el dinero. También crea una falsa sensación de seguridad sobre el cambio climático, privando de recursos económicos y de atención a otros métodos de reducir las emisiones potencialmente más económicos - todo en aras de satisfacer al lobby del carbón."