RESCATEMOS LA ECONOMÍA Y EL PLANETA
¡La madre naturaleza y la economía ya han dicho basta!
Aunque con la economía especulativa no se ha generado riqueza real, lo que si se ha generado es la destrucción el clima y de la rica biodiversidad de nuestra casa planetaria. Los ecosistemas sí que son totalmente reales, y además son esenciales para la supervivencia del planeta y de las sociedades humanas. En el mundo rico del Norte llevamos décadas viviendo y despilfarrando más allá de nuestras posibilidades. Estamos enganchados a unas ideas metafísicas que defienden el crecimiento económico ilimitado sin tener en cuenta que estas creencias chocan frontalmente con las leyes básicas del universo físico y biológico que habitamos.
Cualquier nueva economía debe responder a la vez a dos tipos de fines y valores prioritarios: el bienestar humano y el bienestar del mundo natural.
Los objetivos humanos a favor del empleo, la salud, la justicia social deben favorecerse a la vez (y no por separado) que la lucha contra el cambio climático.
El potencial de creación de empleo mediante las inversiones verdes es más de tres veces mayor que el empleo creado por las inversiones en los combustibles fósiles o en la energía nuclear, o en otros sectores de la industria tradicional. Con la economía verde se fomenta un mayor número de empleos, más locales, y más estables, además de ser empleos más saludables y respetuosos con las necesidades del planeta.
¡Cuidado! Un aviso para navegantes: No confundir la retórica con la realidad en los diversos planes estatales en nombre de la "reactivación verde". Hay muchas diferencias en los planes de reactivación económica frente a la crisis que hay que valorar al detalle para separar el polvo de la paja. Mientras que el plan de reactivación económica de EE.UU. dedica un 12% del total a inversiones verdes; en Italia es el 1%; en Alemania el 13%; en Francia el 21%; y en Corea de Sur el 85%. (Ver las cifras en www.ft.com/greenbailout).
De España apenas disponemos de cifras claras ni de compromisos significativos por parte del gobierno y las empresas. En algunos casos el deseable aumento de inversiones "verdes" entra en contradicción con un paralelo y mayor incremento de inversiones para la construcción de carreteras, o para el fomento de la compra de coches, creando con ello un global balance negativo en el terreno climático o ecológico. En la letra escrita del plan de la Unión Europea se habla de más de 59% para fines "verdes", pero la triste realidad es otra muy distinta: una tercera parte de las mismas inversiones se dedica a ensayos muy inciertos para el desarrollo de la técnica llamada "de captura y secuestro de carbón". Se trata de un nuevo empuje tecno-optimista que busca legitimar irresponsablemente las centrales térmicas contaminantes.
1. Más economía verde significa más empleo por cada euro invertido.
Por cada millón de euros invertidos en actividades" verdes" se crean unos 24 puestos de trabajo. Contrariamente, con una inversión similar en las energías sucias, como son el petróleo, el gas natural, o las nucleares, se generan menos de 7 empleos por ser actividades "muy intensivas en capital" pero poco intensivas en mano de obra. En general las inversiones verdes exigen mano de obra intensiva en lugar de inversiones de capital intensivo. También son intensivas en empleo las inversiones en educación, salud pública, servicios sociales, innovación científica, flujo de información, creación y difusión cultural en Internet.
2. Una economía más verde es más local y más estable.
El fomento de la relocalización de la economía debe hacerse de forma positiva: con ayudas a su promoción y nunca por medio del proteccionismo (barreras o eliminación de los competidores de afuera) para evitar la emergencia de la xenofobia, la violencia, o la guerra. Una economía más verde significa una economía más localizada y estable. El hecho de que el empleo verde no pueda ser "deslocalizado" es muy significativo y a contracorriente, en un momento como el actual en el que una cuarta de los empleos europeos corre el riesgo de ser "outsourced" (ser subcontratados fuera) en países con costes laborales más bajos para las empresas. Es decir, debido a que el metabolismo económico verde es circular y no lineal (todo se aprovecha y reutiliza para nuevos usos, y los recursos empleados son endógenos), por tanto, esta economía no puede ser trasladada o deslocalizada libremente a cualquier otro lugar o territorio por la misma naturaleza de la actividad económica verde (como puede ser la rehabilitación energética de un edificio, la construcción de nuevas líneas de tren o tram o la creación de una planta termosolar). En cambio, las actividades de la economía tradicional del desarrollo como por ejemplo son la fabricación de coches, ordenadores, o pantalones vaqueros, suelen moverse por el mundo al vaivén volátil de la globalización gastando y contaminando recursos humanos y ecológicos de cualquier lugar, lejanos y cercanos. También la mayoría de campos sociales, sanitarios y culturales también exigen tanta mano de obra intensiva como las inversiones verdes.
3. Mejoremos la vecindad y los ecosistemas del Sur.
Hoy tenemos una oportunidad histórica para realizar un gran transvase de dinero y de tecnología limpia y "apropiada" del Norte hacia el Sur, y con ello avanzar a la vez en el doble camino de la equidad social y la justicia ambiental planetaria. Los cuantiosos recursos financieros generados por los acuerdos climáticos de Kioto y de la UE como son los mecanismos de desarrollo limpio y el comercio de emisiones contaminantes a la atmósfera, junto a los previsibles futuros acuerdos post-Kioto de Copenhagen, pueden dar un salto importante a la inversión en los Objetivos del Milenio de la ONU en favor de la agricultura local y regional, el acceso a las fuentes renovables para dar electricidad a docenas de millones de africanos sin luz, la provisión de agua potable y el tratamiento de aguas residuales, la conservación del suelo fértil, de los bosques y de los ecosistemas hídricos, además de metas ambiciosas en el terreno educativo y sanitario. El bajón en las exportaciones materias primas de los países de Sur para los mercados del norte desarrollado, y la caída de los monocultivos de la agricultura químico-intensiva, ha de obligar a los países del Norte a una gran cooperación multilateral para evitar una gigantesca catástrofe social.
4. Mover y captar la energía con inteligencia.
Invertir en una nueva red eléctrica limpia y flexible es hacer más con menos gasto económico y menos gasto ambiental. Es una manera de poner juntas y en sintonía: la economía y la ecología. Esta es una de las apuestas de Obama. Nos urge construir nuevas redes energéticas inteligentes que puedan asimilar mucho mejor la energía de fuentes renovables y no contaminantes de forma interactiva, dando y recibiendo electricidad bajo una alto ahorro, y bajo el control de un sistema informático orientado a la captación eficiente de los altibajos de la energía solar y eólica, y de los distintos picos del consumo. Los productores y proveedores de energía deberán estar obligados a invertir en estas infraestructuras para el ahorro y la salud en lugar de construir nuevas centrales térmicas tan contaminantes y peligrosas. Son necesarias nuevas líneas energéticas para gestionar la demanda y el consumo a la baja, y para posibilitar la transición hacia una sociedad post-fósil que abandone definitivamente estas fuentes de energía y apueste por las energías renovables y limpias. La eficiencia crece si el transporte de energía no se hace demasiado largo, ya que el despilfarro decrece. Al mismo tiempo hay que dar prioridad a las redes eléctricas locales para la autonomía y el autoabastecimiento de ciudades y regiones.
5. La economía verde de las "ERRES" comienza con la rehabilitación verde de los edificios.
Los principios de la "ERRE" deben ser el centro de la nueva economía verde: Reciclar, Reparar, Reutilizar, Revalorizar y Reducir. El sector de la construcción puede crear millones de empleos con un plan masivo a favor de la eficiencia energética y de la renovación urbana, orientada sobretodo hacía la rehabilitación del parque de viviendas ya existente. En EE.UU. se proyecta hacer una restauración verde en un millón de viviendas cada año. En Corea y en Francia los programas de restauración residencial son centrales. Suelen ser inversiones muy descentralizadas y a favor de las pequeñas empresas y con mano de obra intensiva, y socialmente más sensibles al asegurar el ahorro económico en el consumo y los recibos de luz de las familias más desfavorecidas. La economía de las ERRES se orienta a la eficiencia, el bienestar y la creación de un tipo de empleo que da al mismo tiempo: más satisfacción y menos destrucción de la naturaleza.
6. Invertir en la energía del futuro y no en la del pasado.
Una de las mejores formas de crear y repartir empleo, de proteger y ahorrar recursos ambientales, y de frenar la destrucción del clima terrestre, es el fomento radical de las energías renovables. Una gran asignatura pendiente en España es la integración arquitectónica de la energía solar fotovoltaica y térmica en los tejados de ciudades, pueblos, edificios públicos, empresas y polígonos industriales. La energía eólica marina, la mini eólica, la mini hidráulica, la solar de alta temperatura, la geotermia, y todas la formas de eficiencia energética tienen grandes ventajas sociales y ambientales frente a las peligrosas y contaminantes nucleares, y frente a las térmicas de carbón convencionales. Contrariamente, sería totalmente contraindicado e inútil invertir ahora en la energía nuclear por su altísimo coste económico, por la lentitud de los proyectos, por el poco empleo que genera, y por el constatado, inimaginable e incontrolable peligro ecológico que conllevan.
7. Moverse en verde contra la crisis.
Para las economías domésticas y familiares en crisis, la creación de empleo pasa por fomentar el transporte público como el tranvía urbano, el tren convencional y de velocidad alta, el tren para el transporte de mercancías, y en general la preferencia por inversiones públicas a favor del ferrocarril frente al avión y la carretera. Ahora más que nunca las autoridades deben asegurar el abaratamiento del transporte público frente al coche privado por los motivos obvios de la doble crisis en la que estamos inmersos: la económica y la ecológica.
8. A más economía verde más justicia social.
Muchas de las inversiones verdes significan un ahorro para las personas más necesitadas. Por ejemplo, una inversión de 2.500 euros para aislar térmicamente y hacer más eficientes las viviendas comporta un 30% menos de consumo energético diario, lo que a su vez significa un ahorro económico de unos 500 euros/año, es decir, un ahorro de aproximadamente un 2% de los ingresos de las familias con una renta media-baja. Muchas actividades propias del empleo verde, como pueden ser la instalación de placas solares térmicas para agua caliente, la mejora del transporte público, o la instalación de acceso al internet mediante el "wifi" comunitario, también pueden significar una ayuda y un ahorro para las economías domésticas de las familias más humildes.
9. La Banca pública, crédito para buenos fines y la fiscalidad sobre las actividades contaminantes para financiar la reactivación verde.
Para garantizar la financiación de los proyectos verdes tan necesarios, los bancos y las cajas públicas han de tomar la iniciativa de dar créditos a empresas y a entidades locales y regionales. Los gobiernos deben exigir la apertura de más líneas de crédito a obras con fines que conjuguen necesidades sociales y ambientales. El Banco Europeo de Inversiones debería abrir una gran línea de crédito de más de 50 mil millones de euros con muy bajos intereses orientada sobretodo a las pequeñas empresas PYMES y a municipios, con la finalidad específica de financiar las medidas de reactivación verde. Además, nos hace falta la creación de "Bonos de Europa", al igual que existen los bonos del estado, para que la Unión Europea tenga unos recursos financieros propios para reaccionar contra la crisis. La fuente de financiación y la fiscalidad para las actividades verdes y la creación de empleo no deben venir del trabajo sino de los gravámenes específicos a las actividades contaminantes y despilfarradoras de los valiosos y escasos recursos ambientales.