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Los Verdes

4 septembre 2013 3 04 /09 /septembre /2013 16:56

 

 

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UNA CONTRAREFORMA MUNDIAL: LA NUEVA GOBERNANZA DISEÑADA POR LAS MULTINACIONALES
 


 
 
El propuesto Acuerdo de Libre Comercio Unión Europea-Estados Unidos: ALCTA (Acuerdo de libre comercio transatlántico) o en inglés TTIP (Transatlantic trade and investment partnership - El Partneriado Transatlántico de Inversiones y Comercio)
 
 
Si te preocupan el “fracking”, el precio de los medicamentos, los transgénicos, la lucha contra el tabaco, las sustancias químicas, los derechos laborales, la seguridad alimentaria, el cambio climático o las transacciones especulativas, debes estar muy preocupado por ALCTA.

       Ya se está negociando un acuerdo EU-EE.UU que puede cambiar a peor gran parte de las reglas que gobiernan nuestras vidas, desde el mundo laboral hasta el medio ambiente y nuestra salud. Líderes políticos de ambos lados del atlántico proclaman que han encontrado la panacea a la crisis económica intentando buscar legitimidades creíbles para dicho acuerdo que quiere poner patas arriba derechos y protecciones ciuadadanas conquistadas y todo ello de espaldas de las vías democráticas de gobiernos y estados. Según sus optimistas proclamas la colosal alianza de las dos economías más grandes del mundo creará más empleos, más crecimiento y un mundo feliz. Pero la realidad y el detalle de la agenda negociadora EU-EE.UU. se asemeja mucho a una lista de boda de las más grandes empresas transatlánticas.

ALCTA no es el típico acuerdo que trata de eliminar aranceles proteccionistas para favorecer el libre comercio de productos. Su principal objetivo es de mayores dimensiones: el de armonizar leyes y regulaciones entre la UE y EE.UU. Se intenta fomentar el “libre comercio” por medio de la “des-regulación” de normas financieras, ambientales, sanitarias, agrícolas y seguridad alimentaria, entre otras, instituidas en países y estados por los gobiernos. Los negociadores consideran éstas regulaciones nacionales y europeas nacidas de gobiernos electoralmente elegidos por vía democrática constituyen unos molestos muros al negocio. Se trata de derrumbar las barreras costosos e “irritantes” o “barreras técnicas” como eufemísticamente dicen para empujar el libre comercio transatlántico. 


En una palabra: se trata de una carrera hacia abajo en la protección social, ambiental y sanitaria, donde los ciudadanos y ciudadanos solo tienen un papel que representar: el de peleles. Estas negociaciones están vistas como una tabla de salvación para ampliar mercados por parte de empresas que quieren esquivar como sea normas de producción y venta que buscan proteger al consumidor y a la ciudadanía en terrenos como son la salud, el medio ambiente y la transparencia a la hora de capacidad de escoger. Gran parte de las negociaciones serán dedicadas a fijar un “denominador común más bajo” después de comparar las normas estadounidenses y las europeas. 


Una nueva “justicia” para las multinacionales

Con ALCTA las multinacionales se elevarían su estatus por encima de los estados y gobiernos elegidos democráticamente mediante nuevas reglas propuestas para la resolución de disputas “inversores-estados” (state investor dispute mechanism). Las reglas “inversor-estado” permitirían la presentación de denuncias por parte de las multinacionales en contra de las leyes de los estados por  considerar que perjudiquen a sus beneficios económicos en arbitrajes comerciales privados, al margen de los sistemas judiciales existentes. Así las grandes empresas podrían desafiar extrajudicialmente cualquier ley que haga defensa de la salud, los derechos de los consumidores o la ecología. La capacidad de los estados de proteger los bienes comunes quedaría seriamente debilitada mientras que las grandes empresas podrían denunciar a los gobiernos democráticos por causarles directa o indirectamente algo que llaman un “lucro cesante”, es decir un daño potencial a sus beneficios, a sus datos comerciales, a la propiedad intelectual, a sus acciones o a cualquier otro valor económico percibido.
 
Incluso, una multinacional podría denunciar a un gobierno si las sentencias de sus tribunales le perjudican. Por ejemplo, en los acuerdos bilaterales comerciales existentes este mecanismo de sesgado “arbitraje” ya están siendo utilizados por las tabacaleras de USA para frenar medidas legales anti-tabaco adoptadas en Australia; otro caso es el una empresa petrolífera de USA que ha actuado en contra de Canadá por prohibir el “fracking” debajo de un río; o el caso de una farmacéutica en contra de Canadá por introducir un medicamento genérico; o el de una refinería estadounidense en contra de Perú por ser obligada por el Gobierno Peruano a limpiar y prevenir unos vertidos contaminantes.
 
“La carta a los Reyes Magos” de las multinacionales nos puede traer regalos muy venenosos
 
Unos pocos ejemplos de los posibles impactos des-reguladores de ALCTA podrían ser estos:
 
-Empeorar la seguridad alimentaria: Permitir la entrada masiva en la UE de carne criada con hormonas procedente de EE.UU, de carne de pollo blanqueada con cloro o de múltiples cosechas y semillas transgénicas.
 
-Aumentar el uso de sustancias químicas peligrosas al debilitar la aplicación del “ principio de precaución” que funda el reglamento europeo de control de sustancias tóxicas REACH.
 
-Debilitar los derechos laborales al permitir la entrada y el concurso en la UE de empresas de servicios estadounidenses con normas laborales poco exigentes en protección y derechos de los trabajadores.
 
-Aumentar el secretismo de la investigación médica de los ensayos clínicos al considerarlos “datos confidenciales comerciales” y con ello impedir un control independiente sobre la eficacia de los nuevos productos farmaceúticos al tiempo de que se fortalecen las medidas represivas de propiedad intelectual para dificultar la entrada en el mercado de medicamentos genéricos, más baratos e igual de eficaces.
 
-Evitar la aprobación de normas de protección de la intimidad y los datos personales y de otros derechos digitales en Internet para con ello garantizar el “flujo libre de datos”.

-Aceptar las importaciones masivas de gas procedente de la extracción del subsuelo mediante la peligrosa tecnología del  “fracking” en EE.UU, junto a la prohibición de poner trabas legales a la aplicación del mismo en territorio europeo.
 
 
Transparencia para la industria, secretismo para la ciudadanía
 
La primera ronda de negociaciones ya tuvo lugar en Washington el pasado mes de julio y la próxima ronda negociadora será a principios de octubre en Bruselas. Se espera llegar a un acuerdo sobre el texto de este gran pacto comercial antes del final del 2014. Mientras docenas de grandes empresas tienen un acceso total a los textos de los negociadores (a través del Gobierno de EE.UU.) en cambio se da un secretismo total para la ciudadanía y sus organizaciones que no pueden saber ni opinar sobre los puntos concretos que se están negociando. Durante todo el proceso se quiere que la participación ciudadana sea mínima y dispersa, en cambio las grandes multinacionales tendrán una información precisa y sus potentes lobbys podrán realizar un trabajo eficaz en el “tiempo real” de las negociaciones.
 
 
 
Solo una reacción ciudadana fuerte podrá cambiar el rumbo de este temible pacto UE-EE.UU que amenaza con secuestrar los mínimos derechos democráticos conquistados para ponerlos bajo los pies de los potentes intereses económicos de las grandes industrias.
 
David Hammerstein
 
Diálogo Transatlántico de Consumidorres

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