¿Quien creó y alimentó el monstruo de hormigón?
Causa y resultado de la crisis
Cuando se discute estos días el Estado de la Nación, a parte de - ¡ojalá! - aportar propuestas transparentes y justas para enfrentarse a la crisis, se debería echar la vista hacia atrás para buscar algunas de las causas y responsabilidades de tanta vulnerabilidad y fragilidad de la economía española.
El boom inmobiliario no solo fue un colosal urbanicido, un gran aliciente para la corrupción política y el causante de unos daños irreparables a numerosos ecosistemas singulares, a un litoral ya saturada, a unos recursos hídricos escasos … Además, fue una estrategia económica muy equivocada. Orientaba las inversiones financieras obsesivamente y irresponsablemente hacia la especulación más volátil y a las formas económicas menos resistentes ante los cambios de contexto macroeconómico. Al mismo tiempo la histeria del hormigón privaba de inversiones equilibradas a muchas de las iniciativas más innovadoras y tecnológicas que pudieran sentar las bases de unas estructuras económicas mucho más resistentes y sostenibles. Se habla en algunos círculos de "cambio de modelo productivo" pero las propuestas carecen de credibilidad mientras no hay un claro demarque del "modelo agonizante". Más bien muchos firmarían para volver a "los años felices de antes de la crisis" sin darse cuenta que la "no-crisis" era la principal causa de nuestra problemática económica de la actualidad.
A pesar de ser la caída del ladrillo un reventón anunciado con ingentes cantidades de víctimas por doquier, nadie parece tener ganas de señalar a los culpables políticos y financieros de esta catástrofe. Y tienen nombres y apellidos. La idea de nombrar y, quizás, avergonzar a algunos de los responsables materiales (y sus mecenas bancarias) de la crisis no emana de unos deseos vengativos malsanos sino de un imprescindible ejercicio didáctico social para no volver a repetir los mismos errores y horrores del hace pocos años. Seria muy grave si ahora triunfara el discurso de "salgamos de la crisis como sea" y volviéramos a las andadas del monocultivo del ladrillo.
Las 800 mil viviendas nuevas vacías son un reflejo de millones de bolsillos vacíos y los arcas públicos diezmados, una escandalosa socialización de una política económica temeraria y ambientalmente destructiva. Ahora los miles de fantasmagóricos apartamentos turísticos (más de 200 mil en el País Valenciano) arrojan unas terribles sombras sobre nuestro futuro común al mismo tiempo que ensombrecen la viabilidad de playas, zonas húmedas, bosques y acuíferos.
Los mismos bancos que firmaron incontables pactos delirantes con los constructores ahora nos quieren poner a régimen de pan y agua para "purgar nuestros pecados de vivir más allá de nuestras posibilidades"!. Si, los ex-forofos del hormigón ahora exigen austeridad al Estado, a la educación, a la sanidad, a la asistencia social .. mientras sus propios beneficios colosales crecen sin cesar. El mundo al revés.