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Los Verdes

12 novembre 2008 3 12 /11 /novembre /2008 09:06

"Salvemos los bancos. El planeta puede esperar."

La crisis económica del sobreconsumo y la misteriosa desaparición del cambio climático

         

El mundo al revés: Todos contra la crisis y todos contra el planeta. 

Cuando la economía española va bien, la vida de los ecosistemas pierde. Cuando, como ahora, el crecimiento del cemento y humo se frena, lo que beneficia generalmente al planeta, nos ponemos histéricos. Cuando el planeta se ahoga, la economía va bien. Pero si todos y todas somos parte de la suerte de la salud del planeta, ¿cómo podemos salir de este endiablado atolladero de autodestrucción y esquizofrenia?

Seguramente sería más sensato aprovechar y mantener el contexto de decrecimiento actual del consumo y adaptar las necesidades sociales y la economía a los límites finitos de unos sistemas naturales gravemente amenazados.
 
 

¿Por qué ya no habla casi nadie del cambio climático? ¿Por qué ya no posan los líderes mundiales con Al Gore y anuncian sus planes ecológicos? ¿Ha dejado de ser "el más importante desafío a que se enfrenta la humanidad"? ¿Cuando se consideran medidas billionarias contra la crisis financiera, por qué se olvidan totalmente de la crisis de supervivencia del planeta? Es evidente que cuando la economía entra por la puerta, el medio ambiente sale por la ventana.

   

Estamos entrando en un periodo de decrecimiento económico caótico, y la política dominante está pidiendo a gritos volver al modelo de crecimiento "de siempre" como sea. No importa cómo. Lo prioritario es recuperar cuanto antes la demanda de todo: petróleo, coches, cemento, tóxicos y apartamentos en la costa. Se añoran los días de antaño con el carro de la compra lleno y las grúas brotando como setas.  Con los gritos de "más madera contra la crisis", no parece quedar ni un ápice de conciencia de los límites de la naturaleza ni de la catástrofe climática que se nos viene encima. ¡Vaya caso más grave de amnesia colectiva!

   

Con esta crisis económica hemos constatado como la tan pregonada lucha contra el cambio climático ha caído en el agujero negro del cinismo y la hipocresía de casi todos los líderes políticos mundiales.  La máxima prioridad es salvar a los bancos. El planeta puede esperar.  Lo que más preocupa es la bajada de ventas de coches, y no la bajada de los indicadores de los ecosistemas que dan soporte a la vida.  Hay que reforzar el sector de la construcción como sea y no poner trabas ambientales a los "ladrillazos" por doquier. Las cementeras, las térmicas y los azulejeros, entre otros sectores, no pueden soportar más presiones para frenar las emisiones contaminantes y hay que olvidarse meter en la legalidad a los atropellos como el enorme vertedero químico de Huelva o como las minas a cielo abierto de carbón en León. Olvidemos de ajustar el precio de la electricidad ni el agua a la realidad del coste y ¡Qué alegría de que se desploma el precio de la gasolina! Sobretodo ¡Mantengamos a los niños contentos, sea como sea!.

 

Lo cierto es que el mismo modelo de sobreconsumo especulativo que ha provocado esta crisis es el que ha causado en los últimos 25 años la pérdida más rápida de habitabilidad y biodiversidad en la historia de la humanidad. Los préstamos basura han generado toneladas de basura bien real. Los bancos tóxicos han escupido unos tóxicos mortíferos por todas partes.  La frenética globalización económica ha despreciado olímpicamente el valor real de la producción de la Tierra al crear un boom financiero en el cual el dinero nacía de si mismo y sin apenas relación con el mundo material. Asi, todos cambiaban de tele, coche y ropa continuamente, mientras la renovación de la Tierra era muchísima más lenta.

 

Si el futuro realmente les importara a nuestros líderes podrían plantear la crisis como una oportunidad para reorientar y redimensionar  la economía hacía lo más importante: la defensa de la vida en la Tierra.  Se ajustaría las finanzas a la economía real, que es nada menos que la capacidad de carga del mundo biofisico que nos rodea.  Significaría una seria relocalización de la producción a favor de los productos locales y regionales. Significaría medidas fiscales contra la especulación financiera mundial, y contra la explotación de recursos escasos y contaminantes (sobretodo cuando caen sus precios), que se utilizarían para atender a la vez las necesidades básicas de los pobres del Sur y para luchar contra las múltiples crisis de supervivencia del planeta.  Se invertiría masivamente en la rehabilitación ecológica de viviendas, en el transporte público, en las energías renovables descentralizadas, en la innovación tecnológica y la investigación con fines sociales y ambientales, en aumentar el flujo de información, la transferencia tecnológica y la cultura a través de redes abiertas.

 

Lo que nadie pone sobre la mesa son cambios estructurales en el mundo financiero para favorecer fines sociales y ecológicos en beneficio de la futura salud el planeta. Nadie plantea que esta crisis ha sido causada por lo mismo que destruye nuestros ecosistemas de soporte de la vida: el sobreconsumo.  En cambio, se presupone que basta con devolver un poco de "estabilidad y seguridad" a los movimientos de capitales para animar a la economía mundial hacía otro ciclo de feliz crecimiento.  Sobre lo social y ecológico, hay casi un consenso de que funcionará "el goteo hacia abajo" de la prosperidad para tratar a la pobreza y a la crisis ambiental. Es decir, primero crecemos y después repartimos y limpiamos.

 

Si uno escucha los lamentos sobre la crisis financiera de nuestros líderes de todos los colores es como si añoraran la maravillosa situación económica de hace unos pocos años en medio del boom urbanístico y especulativo. 

 

No señores. No volvamos a las andadas de una economía casino y destructiva.  En cambio, debemos considerar esta crisis como una oportunidad para sentar las bases para otra economía que respeta la fundación natural de nuestras sociedades. Solo se puede conseguir si aprovechamos el contexto de "decrecimiento" actual para convertirlo en un decrecimiento sostenible, es decir un modelo económico que reduzca el consumo de los bienes del planeta y a la vez apuesta por los  bienes inmateriales de la información, la cultura y la imaginación para asegurar una vida feliz y larga para la gran mayoría de la población mundial.

 

 

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