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Los Verdes

5 octobre 2025 7 05 /10 /octobre /2025 11:58


Los principios de la Paz Perpetua de Kant escritos en el 1795 no se plasmaron en el derecho internacional de la ONU hasta después de la Segunda Guerra Mundial, en reconocimiento de las atrocidades del Holocausto, pero sus principios legales no se reducen a la prohibición de las matanzas en masa o de crímenes de guerra. Representa un punto de vista de derecho universal desde el cual cada individuo es un sujeto de derecho que se debe protegerse, no solo por su estado nacional sino también frente a él y incluso si carece de ciudadanía. Este derecho internacional tenía el propósito de no ser una proclama vacía sino la base de instituciones globales como el Tribunal Penal Internacional, el Consejo de Seguridad de la ONU y la OMS.  Como apunta el filósofo Omri Boehm:

“La comunidad internacional tiene la obligación legal de proteger a los seres humanos, una obligación que se justifica principalmente por un deber moral hacia la humanidad, no por los tratados internacionales o el consentimiento de los Estados. Se ha vuelto casi demasiado fácil olvidar cuán trascendental fue este logro; demasiado fácil pasar por alto que constituyó el intento más sustancial de inscribir «nunca más» en la existencia humana. El destino de este frágil logro está ahora en peligro en la guerra de Gaza. También pone a prueba la determinación de las democracias europeas de mantener el derecho internacional, en un momento en que la guerra en Ucrania está entrando en una nueva fase, el nacionalismo populista está en aumento y es probable que el cambio climático dé lugar a nuevos y violentos problemas globales.”

 
La invasión de Ucrania por Rusia(con el “apaciguamiento” y la partición territorial aceptada por Trump) y, muy especialmente, el actual genocidio llevado a cabo por Israel en Gaza han significado un gran retroceso en la aplicación de los derechos universales y de la acción internacional en contra de los crímenes de guerra. Esto ocurre en un contexto de creciente populismo nacionalista, xenofobia y conflictos comerciales agravados por la lucha por unos recursos naturales cada vez más escasos y deteriorados en un mundo golpeado por el declive ecológico y el caos climático.
 
Vivimos en un mundo con unos servicios ecosistémicos de todo tipo menguantes sin apenas regulación con unas demandas de consumo desbocadas nada realistas de unas poblaciones crecientes. La desigualdad entre y dentro de los países también crece en un contexto de un control ideológico digital feudal y capitalista acérrimo. El mensaje dominante que se impera es que solo hay bastante cosas para mantener cómodamente a una minoría afortunada, nacida en el país apropiado, de una familia con dinero y con la cultura étnica apropiada. La aporofobia, la fobia al pobre, y el racismo económico están al orden del día para justificar la defensa violenta de nuestro bote salvavidas en el Norte acomodado. Se empieza a despreciar abiertamente los valores del reparto y de la equidad y cada vez más la bondad y la maldad se juzgan por el aspecto  de la piel, la nacionalidad del pasaporte y sobretodo por el grosor de la cartera. En este contexto la empatía y la ambición de ensanchamiento moral se desprecian cada vez más.

 El mensaje nítido rupturista de Netanyahu, Trump y Putin es que la fuerza bruta y el chantaje comercial/energético mandan por encima de cualquier regulación internacional consensuada. Impera mucho más el “Might makes right”(el poder es el derecho). Ya no se priman unas salvaguardas mínimas e parciales de derecho internacional y ni siquiera se guardan las apariencias de “un orden basado en reglas”(como se ha visto también en la imposición por EE.UU. de normas comerciales a la Unión Europea). Incluso la acumulación ostentosa de capital eclipsa a cualquier mecanismo de fiscalidad progresiva,  legitimación social y regulación legal de la misma.

Con Gaza se ha abierto la veda y parece que nadie se opondrá con acciones contundentes al genocidio en curso.  El conflicto palestino-israelí junto con la invasión de Ucrania han roto el saco del orden político y legal salido de la segunda guerra mundial y también han volado los acuerdos de estabilidad pactados después del final de la guerra fría. 
 
La anteriormente más fuerte defensora de las normas legales internacionales de derechos humanos, la Unión Europea, ahora se bate en retirada en todos los frentes ante la presión externa y la presión interna del populismo nacionalista reaccionario de una ciudadanía europea descreída, que después de décadas de promesas de prosperidad incumplidas  se refugia en una imposible soberanía cultural xenófoba. La hipocresía entre la postura europea en defensa de Ucrania y su postura conformista sobre la catástrofe de Gaza también ha erosionado mucho la credibilidad europea, especialmente entre la juventud y en el Sur global.

Esta atmósfera es la tormenta perfecta para los designios autoritarios, expansionistas y xenófobas que están liderando Netanyahu con el apoyo de EE.UU. en el Oriente Próximo. Empujan a favor de una guerra muy física pero también a favor de una guerra cultural en contra de cualquier derecho cosmopolita de paz y de bienestar. En este ambiente tóxico el pueblo palestino ha sido la víctima perfecta en la cruzada contra la actual arquitectura internacional mientras que el fundamentalista Hamas ha sido el enemigo perfecto para justificarlo.

 Hay gente que no ha resistido la tentación de la deshumanización racista de los palestinos  y otra han respondido a esta con la deshumanización de los israelis o de “los sionistas”. La deshumanización permite no distinguir entre militares y civiles, entre grupos e individuos, entre gobiernos y la ciudadanía. Es hablar simplemente de sionistas o colonos de casi todos los Israelis y casi todos los judíos o de millones de palestinos como terroristas fundamentalistas. Esta deshumanización asumida tanto por partes de la derecha como por la izquierda radical “postcolonial” rechaza asumir los derechos universales y individuales como parte de la humanidad. En cambio, mientras para unos es asumible matar a todos los palestinos que directa o indirectamente apoyan a Hamas(es decir la gran mayoría según el Gobierno Israeli que lo hace) y para para otros de izquierdas, en cambio, es justificable atentar contra las personas israelíes por ser o haber sido “colonos” o “sionistas” (es decir más de 90% de los judíos israelí y gran parte de los judíos por el mundo). Así se defiende un creciente relativismo moral según las diferentes  posiciones étnicas, nacionales o ideológicas lo que es tanto causa como efecto del actual colapso del derecho internacional criminal, humanitario, sanitario, ambiental y comercial.



 La realidad y la estrategias suicidas/genocidas del poder israelí/palestino

La política es el arte de lo posible dentro de la realidad y dentro la relación de fuerzas en cualquier momento. . Hay que apuntar lejos pero con los pies en el suelo. La iluminación teórica no suele traer resultados concretos positivos. Las denuncias ideológicas por si solas sin tener el poder para respaldarlas suelen ser contraproducentes. Confundir las grandes palabras con la realidad política y la realidad biofísica concreta es un craso error.


Existe una realidad de un solo Estado que se llama Israel sobre el terreno, sin horizonte político ni presión internacional efectiva para aliviar este control israelí total sobre todos los aspectos de la vida palestina, desde el río hasta el mar. Esta realidad existente innegable de un solo Estado israelí, con un acceso muy diferente a los derechos económicos, humanos y civiles básicos entre judíos y palestinos(según donde viven). Esta realidad estructural se consolida a diario mediante la acción militar, la expansión de los asentamientos en Cisjordania por un régimen de apartheid físico y legal entre judíos israelíes y palestinos en los llamados “territorios ocupados” que Israel y Estados Unidos consideran “Judea y Samaria” como parte de Israel.
 
Cuando esta realidad existente de un solo Estado bajo control israelí ha perdurado durante casi 60 años,es imposible de considerarla como un arreglo temporal. Al margen o al mismo tiempo del debate sobre las fronteras nacionales del futuro(Israel no tiene fronteras oficiales!) es la hora de plantear la lucha por la igualdad de derechos de todos los habitantes bajo el total control de Israel. Esto es una tarea muy difícil pero es mejor y más efectivo intentar hacerlo sin violencia y sin discursos religiosos o esencialistas con la exigencia prioritaria de corregir primero el pecado original de la Nakba del 1948. También resta credibilidad al discurso palestino estar en contra de un regimen de apartheid en Cisjordania y al tiempo abogar por la total segregación política, religiosa y étnica . Los palestinos lo llaman “la no normalización” que está en contra de cualquier actividad con israelíes aunque sea contra la ocupación como el documental ganador del Oscar "No other land". .Actualmente entre la gran mayoría de palestinos(excluyendo a los árabes israelies) y de judíos israelis no hay ningún apetito para compartir un sólo estado a pesar del hecho de que ya lo comparten de manera enormemente desigual.  
 
Ya hay un estado único de facto nada democrático ni igualitario con el mismo suelo, la misma moneda, con el mismo agua, el mismo aire y el mismo mar. El gobierno de Israel que defiende una democracia étnica considera a toda la tierra de Cisjordania como parte de Israel pero considera a sólo una minoría de sus gentes como ciudadanos: los colonos judíos.  Separa el suelo de los derechos de sus habitantes. Y últimamente quieren culminar su sueño de limpieza étnica o “acabar el trabajo que empezó en el 48’”.

 Hamás ha sido de gran ayuda en conseguir Netanyahu sus objetivos de tierra arrasada y de expulsión palestina en Gaza y en Cisjordania.  En marzo de 2019, lo explicó con estas palabras a los diputados de su partido: “Cualquier persona que esté en contra de la existencia de un Estado palestino debe apoyar el refuerzo de Hamás, la transferencia de fondos a Hamás para mantener una separación entre la Autoridad Palestina en Cisjordana y Hamás en Gaza  para impedir la creación de un Estado palestino”. El integrismo mesiánico sionista y el fundamentalismo islámico son aliados objetivos. Ambos se oponen a una resolución pacífica y mínimamente justa del conflicto. Los mayoría sionista religiosa, racista y fascista niegan la existencia de un Estado palestino en lo que llaman la Tierra de Israel, que, según ellos, Dios ofreció al pueblo judío, mientras que Hamás combate cualquier existencia de un Estado judío en tierra del islam. Es una lucha de suma-cero donde siempre gana el más fuerte.


El levantamiento del gueto de Varsovia era heroico pero no salvó a más judíos y probablemente se salvaron aún menos a causa del levantamiento.. No todas las revueltas justas son prácticas, aconsejables y efectivas. Muchas son contraproducentes, sobretodo cuando la relación de fuerzas militares y políticas es muy desfavorable. Ser la parte oprimida en un conflicto como la palestina no es ninguna garantía de llevar una estrategia acertada o tener una ética más admirable. Que la parte fuerte, Israel,  haya cometido horribles crímenes de guerra a la vista del mundo no es en absoluto una victoria para la causa palestina ni acerca necesariamente la independencia palestina(los reconocimientos de más de 100 países de la solución de los dos estados-que Hamas rechaza- es más simbólico que real). “Pero hemos devuelto la cuestión palestina al debate mundial!” Que una Palestina destruida y desangrada haya estado en los telediarios durante 2 años seguidos no es un avance hacía una mejor vida para la población palestina sobre el terreno. Un genocidio nunca es un avance, una tierra inhabitable y docenas de miles de muertos no han aportado nada positivo. El martirio sin una estrategia política viable con  apoyos internacionales reales es sólo un martirio.

Pensar  como algunos pro-palestinos y algunos palestinos de que el colapso de Israel es inminente,  los israelíes van a volver a Europa o a los países árabes de donde proceden sus padres y abuelos y bisabuelos es un pensamiento mágico e iluminado que no favorece en nada la causa palestina. Gritar sobre “el colonialismo” no avanzará la causa palestina.  Plantear de que los millones de personas en la diaspora palestina van a volver a sus casas de antes del 1948 también es una fantasía autodestructiva para sus vidas vividas ahora estén donde estén.
 
Los sueños son  gratis pero la realidad y las relaciones de fuerzas son muy tozudas. Tel Aviv seguirá siendo Tel Aviv pero Gaza ya no existe. El tiempo tampoco pasa gratuitamente para la justicia “histórica”. (que miren a Chipre, al Sahara o a muchos otros conflictos enquistados con colonos que se convierten en habitantes fijos). Hay más o menos la misma cantidad de judíos como de Palestinos entre el río Jordano y el mar mediterráneo. Quien piensa que la otra mitad van a desaparecer o está haciendo una apuesta a favor de una guerra mesiánica interminable o a favor de un genocidio del otro pueblo. Viene a ser lo mismo.

La guerra a partir del 7 de octubre ha empeorado infinitamente la calidad de vida de los palestinos. El defectuoso pero prometedor proceso de paz de Oslo que buscaba establecer 2 estados en paz, derribado en gran parte por Netanyahu y Hamas,  era infinitamente mejor que la situación social y de seguridad actual.  Para el pueblo palestino todo ha empeorado por la deriva derechista israelí favorecida por la violencia de la segunda intifada armada contra civiles(no como la primera intifada que era sobre todo “de piedras”). Hoy la gran mayoría de los palestinos firmarían volver 30 años atrás al comienzo del proceso de Oslo.  La debilidad y la corrupción de la Autoridad Palestina tampoco no justifica de que “cualquier cosa es mejor” aunque sean unos fundamentalistas religiosos iluminados. La situación económica y ambiental en Gaza era bastante dura antes del 7 de octubre por el bloqueo israelí pero al menos se podía vivir. Ahora se ha acabado la habitabilidad de Gaza quizás para siempre o, como mínimo para muchos años. El movimiento pro-palestino en Europa hace un flaco favor a los palestinos y a la efectividad política del movimiento al dar su apoyo sin apenas críticas a la extrema derecha palestina que es Hamas que ha facilitado la destrucción de Palestina con la inestimable gran ayuda de su socio fascista Netanyahu, cuyo gobierno es el responsable del genocidio.

Hamás nunca ha sido una seria amenaza existencial a Israel como afirma la propaganda oficial israelí. En cambio, Israel ya ha destruido la existencia habitable de Gaza.

Colonialismo, imperialismo, sionismo, islamismo, nacionalismo,….
 
Al centrarse en “el sionismo” y la existencia de Israel (que nunca ha estado en peligro por su conflicto con Hamas) el movimiento pro palestino mundial ha entrado en el juego de Netanyahu al darle la razón de que esta era “una guerra existencial” en la cual era muy posible la destrucción de Israel. Muy estúpidamente se trasladaba el centro del debate a “la existencia de Israel” o el sionismo que es los mismo,  en lugar de “la existencia de Palestina” que no tiene ni siquiera la primera piedra o sobre el genocidio en Gaza. El movimiento pro-palestino prepara el camino ideológico para la destrucción de Palestina al nunca apoyar ninguna estrategia de co-existencia posible y afirmar la incompatibilidad total entre la existencia de Israel y la existencia de Palestina. No ofrece nada apetecible a los casi 8 millones de judíos israelíes que defienden a su estado, por étnico que sea. Confirman todas las sospechas de la extrema derecha israelí sobre la imposibilidad de cualquier compromiso territorial al defender el maximalismo de Hamas en contra de una paz negociada y a favor del derecho de retorno total de millones de palestinos de la diaspora a Palestina(cuando ya se había avanzado con distintos compromisos sobre el retorno con Arafat y con Abbas).  El movimiento “pro-palestino” no pierde ni un momento para hablar del pecado original del establecimiento de Israel pero apenas hablan sobre qué hacer ahora en el 2025, sobre como conseguir una gobernanza independiente eficiente de Palestina, como negociarlo y con quien y con qué apoyos dentro de Israel y el mundo, sobre quien representará a los palestinos y quien será reconocido como interlocutor internacionalmente y por Israel. Ha confiado todo a un milagroso “colapso del sionismo” y el poder omnipotente del “eje de la resistencia” liderado por Iran. Son pequeños detalles para quienes están anclados en la gran ideología en lugar de la política del posible, las alianzas necesarias y la realidad vivida sobre el terreno.


“Hay que acabar con la colonia”

Poco tiene que ver este conflicto con la lucha contra el apartheid en Sudáfrica y contra el colonialismo en Argelia. Reducir todo a un simple enfrentamiento entre coloniales y colonizados de forma maniquea no explica mucho. Israel es en gran parte un hecho colonial del siglo pasado pero no es la típica colonia que se fundó desde un metropolis que en un momento dado decide abandonar y conceder la independencia a las personas indígenas. Tampoco es el movimiento nacional palestino, sobretodo su parte religiosa como Hamas,  un movimiento comparable con otras luchas anticoloniales.  La lucha antiapartheid sudafricana era multi-racial, multi-étnica y multi religiosa reivindicaba un estado democrático nuevo para toda la ciudadanía. No es el caso en Palestina. al menos de la gran mayoría de sus grupos.  La lucha colonial argelina siempre apelaba a la opinión pública francesa, sobre todo a la izquierda. En cambio, Hamas en un ejemplo continuo de anti relaciones públicas que no ofrece más que brutalidad y maximalismo fundamentalista al público israelí y judío. Su campaña de bombas suicidas indiscriminadas contra civiles y autobuses en la segunda intifada 2000-4 desempeño un papel clave en la destrucción de la izquierda pacifista israelí que apoyaba “la solución de los dos estados”.  

80% de los habitantes de Israel dentro de sus fronteras de 1967 son judíos lo que no era el caso de ninguna colonia descolonizada en ninguna parte del mundo. La gran mayoría de los israelíes no tienen otra nacionalidad ni otro pasaporte lo que no era el caso en casi todas las experiencias coloniales. Es impensable de que los millones de israelíes que proceden de familias de países árabes o de Europa oriental vayan a “volver”. Alimentar la fantasía de retornar a la situación demográfica y internacional de antes del 1948 como ha hecho Hamas y sus apologistas es asegurar la derrota de las aspiraciones de incluso de una mínima soberanía palestina. Hamas no tiene una estrategia política anclada en la realidad vigente para construir un estado palestino ni mucho menos para conseguir apoyo internacional para ello.  Además, cree que lo puede hacerlo contra la opinión de casi toda la población judía israelí.

Sin caer en un relativismo equidistante sobre quienes son las víctimas palestinas y quienes son los opresores israelíes hay que admitir que ambos lados del conflicto tienen los peores y más extremistas liderazgos posibles que hasta cierto punto son complementarios y sus perspectivas maximalistas y mesiánicas. Netanyahu, y otros líderes antes de el, siempre han querido el máximo de territorio con el mínimo de palestinos mientras Hamas considera que el martirio masivo de la lucha armada es el camino hasta la victoria final. Uno justifica su genocidio con la estrategia suicida del otro. Hamas considera la destrucción de Gaza en sus declaraciones como una gran victoria y dice que puede que haga falta medio millón de muertos palestinos para permitir la vuelta  a la Palestina histórica. Los retóricos reconocimientos del estado palestino(que también piden la disolución militar de Hamas) por distintos países son victorias pírricas. La justicia de la causa palestina está fuera de toda duda pero los objetivos, las estrategias, las alianzas y las acciones que ha elegido Hamas, a pesar de la criminal represión israelí,  han sido totalmente contraproducentes. Peor nunca es mejor y todo siempre puede ir a peor. Ninguna atención mediática a la causa palestina y ninguna condena de la opinión pública mundial contra Israel compensan la destrucción total de Gaza y la progresiva destrucción de Cisjordania. La victoria moral post-mortem compensa poco.  El bloqueo del pacto Saudi-Israel tampoco lo justifica en nada.  Israel es el responsable de esta guerra genocida de tierra quemada que ha destruido Gaza pero la respuesta colosal de un gobierno israelí extremista y racista a los terribles ataques del 7 de octubre era más que previsible para cualquier observador de Oriente Próximo.  Hamas era consciente del coste humano histórico que iba a provocar su ataque. Las creencias religiosas mesiánicas suelen tener estas cosas. Israel también tiene sus muy exaltados mesiánicos dentro de su gobierno pero con mucho más poder que Hamas.

Entre los apologetas de la resistencia armada palestina nadie explica cuales son los pasos concretos diplomáticos, militares y políticos en los próximos años  para conseguir la “Palestina libre” que desean. Ni siquiera hay una estrategia política para parar la destrucción total de Palestina en curso. Del terrible martirio y de las pasiones no se construye una soberanía nacional nueva por fallidas que hayan sido las vías negociadas. Sólo ofrecen las justificaciones para más derrotas militares y la creación de más “hechos territoriales” coloniales sobre la tierra Palestina. Son hechos, no juicios morales ni argumentos históricos.

De hecho, la extrema derecha mesiánica israelí considera los ataques del 7 de octubre como “una gran oportunidad” para “terminar el trabajo” iniciado en el 1948 y 1967. Todo un regalo. Algunos políticos mesiánicos judíos dentro del Gobierno de Netanyahu incluso consideran al 7 de octubre como “un milagro” caído del cielo. Algunas teorías conspiranoicas piensan que el ataque del 7 de octubre fue conocido antes por la inteligencia hebrea y que Netanyahu quería que ocurriera. De poco importa. Nunca antes se ha avanzado tan deprisa en  el asesinato de palestinos,  en la expansión de asentamientos y en las expulsiones de palestinos de tierras en Cisjordania. Es otra “victoria” más para la “resistencia” armada de Hamás y para su gemelo Netanyahu. Se puede hablar de la humillación, la frustración y la desesperación para justificar la estrategia de Hamás pero no son argumentos racionales. “La resistencia” no ha protegido a nadie sino todo el contrario.

Israel no va a desaparecer en breve como promete Hamas continuamente en sus predicciones sobre el inminente “colapso del ente sionista” pero gran parte del movimiento pro-palestino global lo propone como la única solución dentro de una guerra interminable.   La mayoría israelí, desde una posición de relativa fuerza(echada su suerte con la pujanza derechista populista mundial), propone como la única solución la desaparición práctica del proyecto palestino sobre el terreno. Israel tiene el poder militar para hacerlo a pesar de suponer un tremendo coste moral, político y estratégico para Israel. En cambio, la apuesta de Hamas por “el eje de la resistencia” liderada por Irán, Hezbollah y la Siria de Assad  ha sido un enorme fracaso suicida que prácticamente ha dejado Hamás sin apoyos políticos en los estados árabes.  Casi todos los países árabes piden el desarme y la salida de Hamás de Gaza.

El contexto internacional no podía ser peor para la causa nacional palestina. Con Trump en la Casa Blanca y Netanyahu liderando Israel, con una Unión Europea muy debilitada y derechizada y con unas instituciones internacionales sin poder ni determinación, las perspectivas no son nada optimistas. La opción menos mala para Gaza ahora sería una intervención árabe e internacional liderado por el corrupto régimen egipcio con la instalación de un gobierno civil palestino tecnocrático hasta que haya elecciones palestinas para la renovación de la Autoridad Palestina. Pero esto exige un retirada total del ejército Israeli lo que no está en la agenda de Netanyahu quien necesita el apoyo de los partidos judíos mesiánicos para mantenerse en el poder a pesar de gozar la retirada de la tropas israelíes del apoyo de la opinión pública israelí, principalmente para recuperar a los rehenes y evitar más muertes en general.

Sin un horizonte de reconstrucción financiada principalmente por los países del golfo y la instalación de una administración palestina de Gaza para los gazaties (y no para los hoteles de Trump) se avanzarán los planes de Netanyahu y Trump para la expulsión de una parte sustancial de la población palestina.

Solo una minoría de los ciudadanos israelíes apoyan el establecimiento de un estado palestino en cisjordania y gaza a lado de Israel pero si es dentro de un acuerdo más amplio para relaciones diplomáticas con el el mundo árabe éste apoyo aumenta sustancialmente. El apoyo para un estado binacional o una confederación palestina-israelí tiene escaso apoyo entre palestinos e israelíes aunque esta última opción sea la más viable y deseable a medio-largo plazo.

La raquítica Autoridad Palestina no ha tenido elecciones desde hace casi 20 años y necesita una renovación profunda de su gestión de instituciones en Cisjordania. Su anciano presidente Abbas ha perdido gran parte de su credibilidad por una mala administración y por una estrecha cooperación represiva con Israel pero sigue negando una apertura democrática. A pesar de esto no hay en el escenario político palestino, salvo Hamás, una alternativa al liderazgo de los viejos de Fatah y la OLP.

En este cuadro sombrío sin normas internacionales que valen ni liderazgos políticos globales o locales valientes y realistas el Oriente Próximo se enfrenta a un futuro muy incierto y peligroso que afectará a todo el mundo.
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