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BÚSqueda

Los Verdes

28 janvier 2007 7 28 /01 /janvier /2007 15:48

                                              

Después del reciente apagón universal de luces como llamada de atención ciudadana y después de los malos augurios de los científicos climáticos de la ONU,  ahora  corresponde a la clase política responder al reto del cambio climático.  Pero vemos que los gobernantes han llegado fácilmente a la retórica ambiental  pero que todavía está lejos afrontar los hechos con acciones necesarias.  Los Verdes creemos que es imprescindible y posible reaccionar ante uno de los principales problemas a los que se enfrenta la humanidad. 

  

1. Ambición y Responsabilidad

  Queremos que Europa lidere la lucha contra el cambio climático pero últimamente no parece estar a la altura del desafío. La Comisión Europea quiere reducir las emisiones solo un 20% para el 2020, pero esto no sería suficiente. Con las débiles medidas europeas y españolas anunciadas ni siquiera llegaremos esta modesta reducción. En cambio, si queremos limitar el calentamiento global planetario a menos de dos grados durante este siglo para evitar una mayor catástrofe resulta imperativo alcanzar como mínimo el objetivo del  30% de reducción de contaminantes en los próximos 13 años. Tampoco se puede condicionar las metas climáticas europeas a la existencia de similares compromisos en otros países no europeos. Esto sería sencillamente irresponsable si se considera la enorme deuda ecológica histórica que hemos acumulado los europeos con el resto del planeta, y especialmente con el Sur. 

  2.  Hacer más con menos energía

 La forma más económica de proteger el clima es el ahorro energético. Sin reducir nuestro consumo en al menos un 20% antes del 2020, se harán inviables los objetivos de reducción de emisiones. Pero, sin embargo, no hay metas vinculantes de ahorro ni cuotas obligatorias para cada Estado en la propuesta de la UE ni en las propuestas del gobierno español, solo se pregona retórica y buenas intenciones. Es imprescindible y factible el mejorar nuestra eficiencia energética anualmente en un 3% y 4% y así podríamos hacer más con menos energía. Necesitamos medidas de etiquetado para los productos eficientes, una fiscalidad que anime el ahorro y castigue a las actividades más derrochadoras, y la modulación de las tarifas eléctricas para penalizar el sobreconsumo.

 3. Las energías renovables han de salir del gueto y el elitismo.

Las renovables ya están haciendo una contribución creciente a nuestra seguridad climática y de suministro energético, pero aún no es suficiente. Ahora es el momento de sacar a las renovables un su reducido mercado “nicho” o “gueto” mediante un fuerte empujón político para convertirlas en un sector económico innovador y clave en la producción de la electricidad. Es especialmente importante extender el crecimiento de las energías renovables hacia nuevos sectores como son la calefacción, el aire acondicionado y el transporte. Hay que desarrollar las Directivas Europeas de electricidad renovable, aprobar la prometida Directiva sobre la calefacción y el aire acondicionado con renovables. Al menos un 25% de la electricidad, calefacción y combustible pueden proceder de fuentes renovables en el 2020 si queremos afrontar el futuro energético menos amenazador. Sin embargo, los gobiernos, como el español, junto con los monopolios eléctricos colocan trabas ante las renovables y se resisten a eliminar los privilegios y subsidios a las energías contaminantes.

 4. Rompamos con los monopolios para frenar el cambio energético

Se habla mucho de liberalizar al mercado energético pero la realidad es muy contraria ya que tenemos un sector energético que controla en todo un paquete las tres etapas del proceso de producción: la  generación,  las redes de distribución y las ventas. El sector energético está enormemente centralizado, es opaco y es monopolizado por unas pocas empresas. Esta concentrada estructura industrial es incompatible con la descentralización energética que se necesita para la eficiencia, y además bloquea  la posibilidad de una competitividad económica más reequilibrada y justa para las renovables al evitar que los precios de la energía reflejen los costes reales (en España se vende energía por debajo el precio del coste). Es urgente, y muy particularmente en España, la  partición de la propiedad o “Property Unbundling”, para conseguir que el control sobre la producción de energía, su distribución y su comercialización no este en las manos de los mismos propietarios y empresas. Debemos romper el control asfixiante y centralizado sobre todo ciclo de energía para dar acceso al mercado a las nuevas y pequeñas empresas, que suelen representar la energía segura, limpia y cercana.

 5.      No a la política del avestruz nuclear

Otra estrategia con falsas soluciones  es el intento de rehabilitar la energía nuclear. A pesar de que las nucleares ni mueven coches ni suelen calentar las casas, los neo-nucleares presentan una versión totalmente distorsionada de la energía nuclear que se encuentra en un declive irreversible. Obvian los enormes peligros de su proliferación y el terrorismo, y realizan unas estimaciones nada realistas sobre los costes de esta fuente energética tan cara. Ignoran la gran dependencia exterior del uranio, y olvidan los enormes subsidios públicos que para ser rentable necesita la producción atómica dentro del tratado EURATOM.

 6. El carbón sigue siendo sucio y del pasado.

Seguir dependiendo de los combustibles fósiles y de la energía nuclear haría peligrar la seguridad del suministro energético en Europa y aumentaría su dependencia de algunas regiones más inestables y alejadas del planeta. La propuesta de construir nuevas plantas térmicas de carbón contradice los objetivos declarados contra el cambio climático. No se debería permitir que funcionara ninguna planta térmica sin la  avanzada tecnología de secuestro de carbón (libre de CO2), a pesar de que aún esta incipiente tecnología es percibida como demasiado incierta para cualquier inversión a corto o medio plazo en la construcción de centrales térmicas de carbón.

 7. Otro transporte es posible o el fin del ¡Petróleo o Morir!

Es especialmente chocante que ni la Comisión Europea ni el Gobierno Español propongan alternativas a nuestra  creciente dependencia del petróleo. A pesar de nuestra grave adicción al petróleo, no se aborda en serio el sector del transporte que consume el 70% de las importaciones de crudo y produce más de un tercio de las emisiones contaminantes de CO2  de la atmósfera. Son urgentes unos objetivos vinculantes para los Estados porque los compromisos voluntarios de la industria de automóviles han fracasado estrepitosamente. Y es un error afirmar que los biocombustibles puede ser la principal vía de reducir nuestra dependencia con el petróleo debido a su impacto dañino sobre los precios de los alimentos y el medio ambiente. Las medidas que necesitamos son claras y concretas: tecnologías y motores más eficientes y limpios por ley, la internalización de los costes externos del transporte (con un impuesto sobre el combustible de los aviones), la expansión del sistema de peajes para camiones, la inclusión de aviación y el transporte de mercancías bajo los acuerdos del Protocolo de Kyoto y el Comercio de Emisiones. Si además damos prioridad al desarrollo masivo de redes de ferrocarriles de cercanías y largo recorrido en lugar de más autovías también se podrían ahorrar enormes cantidades de energía y emisiones, y con ello salud planetaria.

 8. Más independencia eléctrica con menos gas y menos nucleares

Hay grandes diferencias en el pronóstico sobre la dependencia del gas y de las nucleares, dos fuentes que se utilizan para producción eléctrica. Las proyecciones oficiales prevén el aumento del consumo de gas en un 32%, pero los estudios científicos independientes ven factible una reducción de su consumo en un 9%. El consumo nuclear se reduce en un 15% en el 2030 según los estudios institucionales mientras que la proyección realizada desde un compromiso verde reduce el consumo de energía atómica en más del 85%. Esto se conseguiría con ambiciosas políticas vinculantes de ahorro energético y no con las engañosas y cosméticas actuales, y que habrían de aplicarse a los sectores de la vivienda, la industria y el comercio junto con el aumento radical de la producción de las energías renovables.

 9. Una política climática empieza en la propia casa.

 La vivienda es otro sector clave para contribuir a la reducción de emisiones contaminantes. En el ciclo de materiales de construcción, en los diseños bioclimáticos, en el aislamiento y la iluminación, y en el fomento de hábitos sociales responsables en el uso de electrodomésticos más eficientes, existen grandes posibilidades de ahorro y eficiencia, lo que podría constituir hasta un 15.5% de las reducciones globales de contaminantes antes del 2020. Este cambio doméstico en nuestros hábitos cotidianos exige importantes medidas legislativas. 

 10. Podemos y debemos vivir de otra manera.

Para superar las amenazas y retos energéticos hay que cuestionar algunas de las premisas básicas de nuestro modelo de producción y consumo: la centralización de la producción, la concentración empresarial, el culto al crecimiento de la demanda y el consumo, y la perniciosa y fatalista idea de que de otra manera la gente no podría vivir bien y con calidad de vida.

 David Hammerstein

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28 janvier 2007 7 28 /01 /janvier /2007 15:41

            Sería un grave error centrar el debate energético de la UE en la cuestión nuclear. Una hipotética vuelta a la construcción de nuevas centrales nucleares sería una apuesta muy cara, peligrosa e inútil para reducir nuestra dependencia y luchar contra el cambio climático.

             A pesar de estar la energía nuclear en pleno declive en Europa (actualmente sólo se construye una central y están a punto de cerrarse muchas) y de aportar solamente el 5,5% de la energía final consumida en la UE (y sólo entre el 1% y 2% en el mundo) y sin haber resuelto los graves problemas de seguridad que acompañan a la energía atómica, el lobby nuclear está pasando a la ofensiva motivado sólo por estrechos intereses económicos. Se está obviando que las instalaciones y materiales atómicos pueden usarse para fabricar armas nucleares, como ahora en Corea o Irán, y pueden ser blancos terroristas muy apetecibles. Seguir por la senda nuclear, otorgando permisos a los amigos y prohibiciones a los enemigos, crearía unas tensiones internacionales de una envergadura impredecible.

             La energía nuclear es muy ineficiente frente al cambio climático y económicamente es enormemente cara y depende de masivas ayudas estatales. Para reducir las emisiones contaminantes es mucho mejor gastar este dinero en eficiencia, ahorro, renovables e investigación científica. Además, un giro nuclear no tendría impacto alguno sobre el disparado consumo y dependencia del petróleo, sobre todo en el sector del transporte. Y nadie considera la gran dependencia exterior del sector nuclear del uranio y de su escasez. Dejémonos de una vez este falso debate y asumamos la ardua tarea de ganar un futuro energético limpio y seguro.

            David Hammerstein

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27 janvier 2007 6 27 /01 /janvier /2007 14:04

Anata, 11-01-2007

       Sabir tenía 10 años. Salía de su escuela en Anata, en el Jerusalén Oriental, cruzando el patio del colegio camino de comprar unos caramelos. Según el informe oficial “un objeto contundente”,  reventó su cráneo mientras unos niños palestinos tiraban piedras a los soldados israelíes. Dependiendo de distintas fuentes podía  haber sido una granada de choque o una bala de goma o incluso, una piedra. Pero a fin de cuentas da igual.  Sabir había muerto.   

      Yo estuve con su padre Bassam, en el mismo patio de colegio el pasado mes de abril en un acto pacifista de los “Luchadores por la Paz”, un grupo palestino-israelí de excombatientes de los dos lados, que lucha en contra de la ocupación y por lograr dos estados en paz a través de medios no-violentos. El emotivo evento tuvo lugar precisamente en Anata porque el mismo patio del colegio está cortado por la mitad gracias al muro de separación.  Junto a éste, mientras escuchábamos  palabras, poesías y canciones en contra de la locura interminable, unos niños pequeños continuaban con su pasatiempo de tirar piedras por una estrecha brecha en el muro hasta que al final del acto los soldados se hartaron y lanzaron gases lacrimógenos hacia todos nosotros.

       Bassam había pasado años en la cárcel por atentar contra un convoy militar israelí antes de convertirse en un líder pacifista. Me acuerdo de su nerviosismo y malestar cuando fuimos recibidos por el Presidente Palestino Abbas en Ramallah. Le pregunté por qué estaba en ese estado y me explicó que el mismo edificio presidencial palestino había sido su prisión y por ello, aquellas paredes le inquietaban.  Pero Bassam, no se conformaba, sabía como superar los muros de la separación y el odio. Ahora lidera junto a compañeros israelíes, como su amigo Zohar, ex-piloto de combate, esta singular iniciativa, "Luchadores por la Paz".

 

        Era precisamente Zohar, el encargado de transmitirme la fatal noticia sobre la hija de Bassam.

        Nuit Peled, premio Sakharov por la defensa de los Derechos Humanos, ha escrito que su propia hija Smadar, muerta a los 13 años por una bomba suicida, dará la bienvenida a Sabir en el reino de la muerte. Añade que los padres y madres de las niñas y niños muertos  "podríamos acabar con  la guerra porque sabemos  que no importa qué bandera ponemos, en qué monte ni en qué dirección mira una persona cuando reza y que nada en el mundo es más importante que asegurar que una jovencita llegue a su clase de baile."   

          Pero en el reino de los vivos los muros siguen pasando por los patios de los colegios.  Y lo más chocante es qué, lo que el gobierno israelí llama "la valla de separación", no suele separar a los Israelíes de los Palestinos como afirman, sino en muchos casos, especialmente en el entorno de Jerusalén, aísla y aparta a palestinos de otros palestinos en su trazado tortuoso diseccionando más de una décima parte de Cisjordania.

       Unos días antes de Navidad estuve en una reunión oficial en Jerusalén con la ministra de exteriores de Israel, Tzipi Livni. Al insistirla  en que definiera su propuesta de las fronteras del futuro estado palestino, la ministra fue tajante: seguirían el trazado del muro.  Inmediatamente me vino a la cabeza el patio del colegio de Anata.  Dos semanas después, la Secretaria de Estado estadounidense, Condelezza Rice, trasladaba esta propuesta al presidente Palestino quién la rechazaba de plano.

 

      Ahora, después de lo ocurrido, me pregunto, ¿es posible construir la paz con un muro que pasa por los patios de los colegios?   Si no somos capaces de imponer una paz mínimamente justa, aunque sea justita, seguirá creciendo el reino subterráneo de los niños muertos, donde según Nurit Peled "no existe un choque de civilizaciones y el verdadero multiculturalismo e igualdad prevalecen".

       A pesar del inmenso dolor que nos abate diariamente, Europa debe asumir una mayor responsabilidad para devolver la esperanza de una paz posible entre Israel y Palestina. El primer pasito, por ejemplo, podría ser la recuperación de la totalidad del patio de recreo de triste colegio de Anata.

        David Hammerstein

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26 juin 2006 1 26 /06 /juin /2006 17:48


 Yo, David Hammerstein, un híbrido en Bruselas

    No es nada corriente que haya habido un eurodiputado como yo, español pero nacido en la ciudad de Los Ángeles, California, y que tenga en unos orígenes familiares entroncados en la dura historia de una diáspora particular que comenzó con mis abuelos paternos de Polonia y mis abuelos maternos de Bielorusia. Aún menos corriente, es que sea un "político verde" que ha representado un país con apenas militancia política verde, sin apenas cargos públicos verdes, y sin ni siquiera un unificado y cohesionado partido verde de carácter estatal. La cosa se complica aún más si se tiene en cuenta que llevo un apellido nada castizo ni ibérico, como es el de Hammerstein, que da nombre e identidad pública a mi humilde persona, pero que ni es de cristiano viejo ni de cristiano nuevo en un país con fuerte cultura y tradición católica, y que además resulta ser el nombre de un errante judío no judío que se atreve a chapurrear en hebreo.

    Tengo cierta consciencia de que ante tanta "rareza" puedo acabar generando una indigestión y rechazo a efecto de los ritos y exorcismos propios de la tribu particular y la endogamia cultural, y la cosa se complica si a este variopinto cóctel se le añaden unos sustanciales ingredientes de identidad y de lengua valenciana, unas pizcas ideológicas y culturales de un padre sindicalista y comunista, una moralidad del abuelo rabino, una ansia de libertad de una madre escultora que leía a Simona de Beauvoir y cantaba canciones populares en yiddish, y una red familiar eliminada de golpe por los nazis en los campos de concentración de Polonia.  

    Desde una edad muy temprana he tenido inquietudes sociales y he estado muy politizado. Cuando aún era imberbe, durante años desarrollé una activa militancia trotskista al tiempo que comenzaba con un activismo ecologista como miembro de Club de la Sierra y de otros grupos, y participé en protestas estudiantiles contra la guerra de Vietnam y  el apartheid en SudAfrica. Desde que  llegué a España en 1978 durante un viaje turístico por Europa, y después de acabar los estudios universitarios de Sociología, he tenido una gran implicación en el movimiento ciudadano y vecinal de la ciudad de Valencia, con un especial compromiso en la defensa de un nuevo urbanismo y en la protección y rehabilitación del centro histórico de Valencia. Mi trabajo más directamente político empezaba a finales de los ochenta en Valencia, como vocal en una Junta de Distrito municipal, y en representación de Esquerra Unida del País Valencià. En el 1999 fui el primer candidato verde dentro de la coalición autonómica Bloc-Els Verds, que quedó a puertas de superar el 5% de los sufragios y entrar en el Parlamento valenciano. En el 2003 fui elegido por Els Verds como candidato verde a la Alcaldía de Valencia.  Desde el 1999 hasta el 2004 he trabajado para los partidos verdes españoles en diversos cargos locales, autonómicos, e internacionales. Ante las elecciones europeas del 2004 fue elegido por Los Verdes de la confederal estatal para estar en la candidatura europea en coalición con el PSOE, y resulté elegido como eurodiputado gracias a este pacto electoral entre Los Verdes y el PSOE.  

    He sido un atípico diputado europeo que he tenido un pie en la calle y el otro pie en el Parlamento Europeo. Aunque vengo de Valencia, he intentado cubrir con  “rutas verdes” todo el territorio del estado español. No suelen abundar los representantes políticos dispuestos a hacerse portavoces incómodos de luchas ciudadanas y vecinales con inquietud ambiental. Dada la enorme cantidad de demandas ciudadanas que he recibido como europarlamentario verde, no me ha resultado nada fácil el canalizarlas y hacerlas valer dentro del complejo orden burocrático, administrativo, y político de las instituciones europeas.  También he tenido la enorme satisfacción de conocer y trabajar con numerosas organizaciones y grupos que luchan con imaginación y corazón para conservar lo más valioso y singular de sus ciudades, pueblos, y comarcas, frente a un sinfín de proyectos de maldesarrollo, social y ecológicamente destructivos y sobredimensionados, desde autovías y super-puertos, hasta vertederos, minas a cielo abierto, centrales térmicas, y macrourbanizaciones. Recibí en el Parlamento Europeo a muchos grupos de toda la geografía española, que sabían que mi oficina en el Parlamento de Bruselas es también su casa. Me he recorrido muchos rincones del territorio español sin hacer caso del color y tinte de los gobernantes en cada zona, puesto que solo me he orientado por la fuerza y el atropello de cada injusticia socioambiental. Durante la pasada legislatura europea presenté muchas y variadas preguntas parlamentarias sobre los numerosos incumplimientos de la legislación europea en España y en algunos otros países europeos.

    En el Parlamento Europeo he sido miembro titular de la Comisión de Peticiones, que ha potenciado la participación directa de la ciudadanía europea ante la vulneración del derecho comunitario. También he sido miembro de la Comisión de Industria, Investigación y Energía, donde me he especializado en una serie de nuevas problemáticas, que van desde los derechos digitales,  Internet, las telecomunicaciones, la propiedad intelectual, la investigación científica, hasta las energías renovables y las sustancias tóxicas.

    También he sido suplente de la Comisión de Asuntos Exteriores, y en ella he enfocado mi trabajo hacia el conflicto del Oriente Próximo.  He intentado apoyar todas las iniciativas a favor de la paz en la región, y he participado en diversas delegaciones oficiales y no oficiales en Israel, Palestina, el Líbano, Siria, y Gaza. He colaborado con distintas ONGs pacifistas y ecologistas para fomentar lo que hasta hoy parece una paz imposible. Asimismo, participé en la Asamblea Euromediterránea y en las delegaciones oficiales para Israel y Palestina. Junto a otros europarlamentarios, entré camufladamente en la sitiada ciudad de Gaza durante la pasada invasión israelí, y allí lloré y sentí en directo la impotencia y la rabia ante el terror y el miedo sembrado por los tanques y los bombardeos. También y como anécdota pude reconocer la valía y el trabajo útil realizado por “el gran ejército de salvación” que representaban los burros en una ciudad destruida por las bombas, donde el transporte y la comunicación mediante vehículos se hacían imposibles. El bienestar animal también es también una prioridad de mi trabajo como eurodiputado. He sido el Vicepresidente del InterGrupo de Bienestar Animal del Parlamento Europeo, y mantengo una relación fluida y cooperativa con muchas organizaciones animalistas en España.  También tengo otras inquietudes que viabilizo en lo que puedo y cuando las circunstancias me lo permiten. Me interesan mucho las problemáticas ligadas al urbanismo y la construcción ecológica, al “slow food” y al desarrollo rural alternativo, y también todas las nuevas tecnologías que puedan estar al servicio de la gente y del mundo viviente. Soy un europeísta convencido y trabajo con pasión a favor de una Europa más unida, más federal, y más  democrática.

  Actualmente trabajo en Bruselas ante las instituciones europeas para el Diálogo Transatlántico de Consumidores,  que representa a docenas de asociaciones cívicas y de consumidores, en problemáticas muy diversas ligadas al control y acceso al conocimiento. Oriento mi labor hacia el acceso global a medicamentos, hacia el avance de un entorno digital abierto e interoperable, y en general hacia el respeto de los derechos fundamentales y la ampliación de las libertades sociales en las relaciones entre la propiedad intelectual y las sociedades. 

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