Gaza y el Oriente Próximo necesitan una mayor implicación de la Unión Europea y de Estados Unidos. Hace falta una fuerte intervención política, humanitaria y militar para frenar los terribles acontecimientos de los últimos días y para iniciar un verdadero proceso de paz sobre el terreno. Solo así podemos salir del circulo vicioso de odio, miedo e indiscriminada violencia que está afectando sobretodo a los palestinos pero también a una parte de la sociedad israelí. Bajo ningún pretexto es aceptable la práctica de castigo colectivo, los ataques contra civiles o el terrorismo. Israel tiene que entender que solo un amplio acuerdo político dialogado con sus vecinos palestinos puede asegurar la paz y la seguridad.
Aquí hay algunos elementos para poder salir del trágico atolladero en que nos encontramos:
1. La renovación del alto de fuego entre Israel y Hamás con la implicación de la Autoridad Nacional Palestina y Egipto.
2. Una resolución de las Naciones Unidas para la creación de una fuerza internacional para Gaza y sus pasos fronterizos. Este cuerpo de paz podría estar integrado por tropa de distintos países árabes como Egipto, por Turquía y por algunos países de la Unión Europea. Su acometida sería el reparto de ayuda humanitaria, la apertura y gestión de las fronteras con la Autoridad Palestina para el tráfico de personas y bienes y el control y prevención de cualquier acto violento o su preparación desde los dos lados de la frontera.
3. El levantamiento del bloqueo de Gaza por parte de Israel y de Egipto. La apertura permanente del paso fronterizo de Rafah bajo la gestión de la UE y la protección de las fuerzas internacionales. El estricto control del tráfico de armas y explosivos.
4. Un rápido acuerdo entre Hamas y Fatah, dentro del contexto de la OLP, con la mediación de Egipto y la Liga Árabe a favor de la intervención internacional y la formación de un gobierno palestino de concentración con la extensión del mandato de Mahmoud Abbas durante un año más. La convocatoria de elecciones presidenciales palestinas para dentro de un año. La aceptación de Hamás de todos los acuerdo asumidos por la Organización para la Liberación de Palestina y la propuesta de paz de la Liga Árabe.
5. El compromiso por parte de las fuerzas de seguridad palestinas de evitar cualquier lanzamiento de cohetes contra el territorio israelí.
6. El compromiso de las autoridades israelíes de parar cualquier operación militar o asesinato selectivo en Gaza.
7. La liberación por parte de Israel de presos palestinos, de los diputados de la Asamblea Palestina y del Coronel Gilad Shalit.
8. La convocatoria de una nueva conferencia internacional para establecer una clara mediación internacional de las negociaciones de paz entre la ANP e Israel.
9. Cualquier mejora de relaciones y de las ayudas de la Unión Europea a las partes en el conflicto estarán condicionadas a pasos concretos hacía la paz y del cumplimiento de los compromisos en derecho humanitario y de derechos humanos.
10. La progresiva vuelta del control de la Autoridad Palestina de Gaza.
PARA UNA TREGUA ESTABLE HAY QUE ACABAR CON EL BLOQUEO Y LOS COHETES
Israel y la Unión Europea deben reconocer la realidad irrefutable de que Hamas controla Gaza, que tiene un apoyo popular mayoritario y que está implantado con una cierta fuerza militar. Seguir con la actual política de negación de esta realidad no ayuda ni la seguridad de Israel ni el proceso de paz. Lo que es totalmente contraproducente para la estabilidad de toda la región es esperar que la asfixia humanitaria de un millón y medio de habitantes de Gaza consiga el cese del lanzamiento de cohetes contra el territorio israeli o la caída del control islamista de Gaza. Además, sería absurdo considerar un derribo de Hamas y la imposición de Fatah mediante la fuerza israelí. Al mismo tiempo es comprensible que Israel quiera acabar cuanto antes con la violencia en su frontera ya que ningún gobierno democrático puede permitir que una parte de sus habitantes, como los de Sederot, vivan en un estado permanente de peligro y miedo.
Lo que no es racional es pensar que un ataque masivo contra Gaza por parte de ejército israelí puede conseguir mayor seguridad y tranquilidad para Israel. Si Israel inicia una operación de gran escala en Gaza las consecuencias pueden ser graves para todas las partes. En primer lugar la pérdida de vidas humanas serán sustanciosas, sobre todo en la muy densamente poblada Gaza donde es totalmente imposible hablar de "operaciones de precisión" o "dirigidas". En segundo lugar habrá una fuerte reacción palestina. Sin duda alguna, teniendo en mente la estrategia de Hizbollah en la guerra del Líbano, Hamás responderá a la acción israelí con el lanzamiento de bastantes más cohetes de más calibre y con un alcance bastante más lejano. En lugar de los 8 o 10 al día podríamos pasar a más de 100 cohetes con una capacidad de destrucción mucho mayor. Recordemos que actualmente la mayoría de los pequeños y caseros "Kassam" lanzados contra Israel no proceden de Hamás sino de Yihad y de otras milicias. Y mejor ni hablar de la amenaza de Hamas de volver a los atentados suicidas dentro de Israel. Si Israel decidiera reconquistar Gaza el resultado sería aún más catastrófico, ya que tiene una larga y triste experiencia de la ocupación de la franja. En tercero y último lugar, un conflicto muy sangriento en Gaza tendría un efecto político y social muy negativo en cisjordania y en todos los países árabes de Oriente próximo. Diariamente la población árabe de Jordania, el Líbano, Egipto y los países del magreb observan con angustia el empeoramiento de la vida en Gaza bajo el sitio y no comprenden la impotencia de sus gobiernos para ayudarles. Una guerra en Gaza provocaría grandes manifestaciones de protesta impulsadas por los islamistas que serían dirigidas en contra de los actuales gobernantes.
La única forma de conseguir una tregua de verdad entre Israel y Hamas es mediante el levantamiento del asfixiante bloqueo impuesto por Israel y Egipto como parte de un cese de fuego estable y negociado con Hamas. La "calma" existente de los últimos 6 meses ha sido básicamente un trato militar: Israel no ataca si los palestinos no tiran cohetes. A pesar de la relativa calma prácticamente no se ha aliviado la penosa situación económica y humanitaria de los habitantes de Gaza. Si se cesara el actual castigo colectivo contra la población civil a cambio de que Hamás suprimiera toda acción hostil contra Israel se podría ganar unos años de tranquilidad y, incluso, propiciar unas actitudes más pragmáticas de Hamas hacia la unidad palestina y el proceso de paz. El acorralamiento de una población civil privada de alimentos, agua, luz y medicamentos no es la mejor forma de fomentar la moderación política; más bien el contrario.
Esperamos que la diplomacia europea actúe con firmeza para evitar lo peor. Si no, es posible que la magnitud de la tragedia crezca aún más. Aunque parezca una ironía pedimos que se imponga una pizca de sensatez en el Oriente Próximo antes de que sea demasiado tarde.
Algo muy poco frecuente en los juzgados españoles ha ocurrido. Un juez ha aceptado la solicitud de una suspensión cautelar en contra de una expropiación de unos terrenos en el entorno de los restos arqueológico de la familia Marichalar donde el Ayuntamiento de Soria quiere construir una gran urbanización. El juez ha considerado que ha habido una indefensión en el proceso de expropiación y que el "interés público" y la "urgencia" de la expropiación no están demostrados. En el mes de febrero la petición sobre Numancia se considerará en el Parlamento Europeo con la presencia de expertos, historiadores y la familia Marichalar. Tenemos algunos indicios de que la nueva "defensa numantina" del patrimonio cultural y natural frente al ladrillo corra mejor suerte que la histórica derrota frente a los romanos hace dos mil años.
El Paquete clima/energía que hemos votado hoy en el Parlamento Europeo establece la política climática de la Unión Europea hasta el 2020 y marca la pauta europea ante las negociaciones de un acuerdo mundial de la ONU en Copenhagen el año que viene para sustituir el Tratado de Kioto. Contiene cinco Directivas: Emisiones de coches, Captura de Carbón, Comercio de Emisiones, Esfuerzos para reducir emisiones y Energías Renovables.
En una decisión poco democrática de la mesa del Parlamento no se permitió la votación de ninguna de las enmiendas y tuvimos que limitarnos a votar si o no. Voy por partes para resumir el sentido del voto verde y algunos motivos (unas explicaciones detalladas están disponibles más abajo):
Energías Renovables: Hemos votado SI. Es una directiva bastante positiva. Sienta las bases para la gran revolución de la energía verde: Establece objetivos vinculantes para los países en renovables. Un mínimo de 20% de la energía debe ser renovable y 35% de la electricidad y posiblemente a 50% entre el 2025 y 2030. Se aumentarán las inversiones en renovables por parte del Banco Europeo de Inversiones, se obliga a cada país presentar un plan de fomento y se da prioridad al enganche de las renovables a la red. Por el lado negativo se mantiene el objetivo de 10% de la energía de transporte de los "agrocombustibles" con algunas rebajas (coches eléctricos pueden sustituir) y algunas condiciones.
Emisiones de coches: Hemos votado NO. Es una vergüenza de propuesta: no propone una bajada significativa de las emisiones de los coches. Con un sinfín de excepciones y trampas estadísticas se marca un camino que nada tiene que ver con el objetivo declarado de 130 gramos/KM para el año 2015 ni mucho menos con el objetivo orientativo de 95 gramos/KM para el 2020. Según las exigencias de la Directiva aprobada en el 2015 tendremos unos coches solo un poco más limpios y eficientes que los actuales cuando la tecnología disponible podría conseguir unos coches el doble de eficientes y limpios que los de ahora. Simplemente a los fabricantes no les da la gana y los gobiernos de la UE no quieren obligarles.
Comercio de Emisiones: Hemos votado SI. Obliga por la primera vez la subasta de todas las emisiones contaminantes del sector eléctrico de la Europa de los 15 y su progresiva incorporación a resto de países. Por el lado negativo excluye gran parte de la industria manufacturera y crea excepciones para las empresas que puedes sufrir deslocalización o "fuga de CO2". En cambio, estas exenciones que debilitan la propuesta podrían eliminarse si hay un acuerdo internacional en la Cumbre de la ONU sobre cambio climático el año que viene en Copenhagen.
Captura y Secuestro de CO2: Hemos votado NO. Se apuesta a favor de esta tecnología todavía poco madura a nivel ambiental y económico que se está utilizando como excusa para construir más térmicas de carbón, mantener la explotaciones mineras y esquivar la obligación de optar por las renovables. No se establece claras normas ambientales de protección del agua y del suelo. No se concreta el nivel inacceptable de fugas de seucestro de CO2 de los almacenes subterraneos. Se regala 500 millones de créditos de emisión por adelantado para el secuestro de carbón y incluso no excluye que se utilice el CO2 capturado para la extracción del petróleo bajo el mar. Todo una aventura legislativa para regalar dinero público a Shell y Total.
Esfuerzos para reducir emisiones: Hemos votado NO. Tiene el mérito de exigir una reducción obligatoria en las emisiones de cada país del sector de transporte y otros sectores industriales no cubiertos por el comercio de emisiones. La gran debilidad y escándalo de esta propuesta es que permite que más de 80% del esfuerzo se haga fuera de la Unión Europea mediante programas de ayuda para el desarrollo del Sur como el mecanismo de desarrollo limpio del Tratado de Kioto. Así el esfuerzo propio se abarata mientras el esfuerzo para reducir emisiones en el Sur es prácticamente imposible de controlar y fácilmente puede ser gastado en otros fines. Sin embargo, un acuerdo internacional el año que viene podría cambiar o mejorar las condiciones de esta propuesta de la Unión Europea.
David Hammerstein, eurodiputado de Los Verdes
Hoy en España, en toda Europa y en Estados Unidos, ante la crisis económica hay voces que exigen un plan público de salvación para los fabricantes de automóviles. Una inaudita orquestación entre empresarios, sindicatos, y gobiernos centrales y de comunidades autónomas, demanda una infusión de miles de millones de euros de la ciudadanía contribuyente para subvencionar las bajadas de ventas de la grandes empresas fabricadoras de vehículos como son la Renault, la Ford, la Opel y otras marcas de coches que ya han restringido radicalmente la producción ante la rápida caída de las ventas de coches a efecto de la crisis económica. Están en juego muchos puestos de trabajo en grandes fábricas que han constituido los motores de las economías de ciudades como Valencia, Zaragoza y Valladolid.
Pero quizás, para intentar ayudar a estas empresas con dinero público habría que responder previamente a algunas preguntas: ¿Realmente es de interés público el que los gobiernos socialicen las pérdidas automovilísticas? ¿Cuales son los objetivos sociales, económicos y ambientales que justifican tal "interés público"?
Hace unos 25 años se llevó a cabo en España una necesaria reconversión industrial de la siderurgia y de otros sectores productivos por considerarlos ineficientes y anacrónicos. Hoy día, ante el deterioro acelerado de la vida planetaria y los daños al clima estamos en una situación aún más urgente con la industria de fabricación de coches. Esta actividad terriblemente contaminante y destructora de la vida exige una reconversión industrial. Hoy resulta inadecuada, anacrónica y peligrosa el tipo de tecnología y el capital fijo invertidos para la fabricación de las grandes marcas de coches con motores de combustión de gasolina. Esta vieja tecnología ya no sirve para los retos energéticos y climáticos a que nos enfrentamos. No podemos seguir durante más tiempo el actual modelo dominante de un coche pesado con un alto consumo de gasolina y con grandes emisiones contaminantes a la atmósfera. El empeño en continuar ciegamente por el mismo camino energético y tecnológico del petróleo, además de aumentar nuestra dependencia energética exterior y poner en peligro nuestra salud y la del planeta, carece de una mínima racionalidad económica ante la subida del precio del petróleo cada vez más escaso y ante la creciente demanda social de coches más eficientes y menos contaminantes,
Para poder afrontar con mínimo éxito la actual crisis económica y social sería mejor dedicar los escasos recursos públicos disponibles a una reconversión ecológica del sector del transporte privado. ¿Porqué echar miles de millones de euros a un pozo sin fondo de unas empresas que se muestran inviables, mal gestionas y sin futuro?. ¿Porqué el gobierno no condiciona las ayudas públicas a unos nuevos modelos productivos que den prioridad a los coches eléctricos, a los coches híbridos y a una nueva red energética inteligente para la recarga de pilas de coches que utilizan fuentes renovables de energía ? ¿Porque no se afronta una reconversión del sector hacía una menor dependencia en el petróleo, y a favor de unas emisiones de contaminantes radicalmente más bajas?
Es posible buscar unas salidas dignas con ayudas públicas para garantizar el empleo de los trabajadores del sector automovilístico mediante nuevas iniciativas de reconversión en tecnología limpia, y también es posible regular legalmente las horas y el reparto del trabajo existente para intentar absorber parte de la fuerza de trabajo excedentaria. Resulta un lujo dejarnos llevar por la defensa numantina de unas maquinas humeantes que dependen de una técnica que desprecia los conocimientos y la sabiduría tecnológica alcanzados en el siglo XXI. Como ha dicho recientemente el periodista estadounidense Thomas Friedman: "Si desaprovechamos de la oportunidad de ganar la carrera del Coche 2.0 porque seguimos empeñándonos en salvar el Coche 1.0, no se podrá culpar a nadie más que los nuevos accionistas: nosotros, los contribuyentes."
En realidad constituye un enorme escándalo moral y político el hecho de que se hayan creado generosas exenciones en la obligada compra del derecho a contaminar por parte de grandes sectores de la industria sucia y de parte de las eléctricas. Con la aceptación de la asignación gratuita de créditos o bonos de emisión a las industrias contaminadoras gran parte del mercado de comercio de emisiones significará un enorme engaño si a su vez estos créditos que han recibido gratuitamente de los gobiernos se venden para poder contaminar más. En definitiva, se trata de un regalo de miles de millones a las industrias contaminantes a cargo de los consumidores.
También, es muy preocupante que la Unión Europea haya aceptado el hecho de que hasta un tercio del esfuerzo de reducción de emisiones puede realizarse fuera del territorio europeo mediante la fórmula de comprar los derechos de contaminación atmosférica de los países del Sur. Estas nuevas medidas carecen de cualquier defensa moral y científica además de tener una dudosa e ineficaz aplicación. Resulta imposible saber si así se van a poder reducir las emisiones contaminantes o si es simplemente una forma barata de esquivar lo que es en realidad una prioritaria asignatura pendiente y una responsabilidad de primer orden: la reconversión de los modelos industriales contaminantes e insostenibles de cada país.
Contrariamente, el acuerdo de la UE sobre la promoción de las energías renovables puede ser valorado en general como un avance positivo ya que abre la posibilidad al fomento de unas inversiones masivas en las tecnologías limpias y la creación de hasta dos millones de nuevos empleos.
En todo caso, no parece que esté todo perdido en la lucha contra la destrucción del clima. En el contexto del futuro acuerdo internacional del año próximo, es previsible que la UE tenga que aumentar sus objetivos de reducción de emisiones y con ello verse obligada a fortalecer su sistema de comercio de emisiones contaminantes junto al reparto de los compromisos. Con los mecanismos adoptados esta semana la Unión Europea no podrá cumplir con el compromiso actual de reducción de un 20% de sus emisiones de CO2 para el año 2020, y mucho menos podrá cumplir con el 30% al que probablemente obligará la firma de un nuevo acuerdo pos-Kioto de la ONU el año próximo.
Como quedarán los Agrocombustibles en la Directiva Europea sobre energías renovables
1. Se mantiene el objetivo de 10% para el 2020 de "energía renovable para transporte".
2. Habrá una revisión de los objetivos y de los impactos ambientales y sociales en el año 2014 pero sin cuestionar el objetivo vinculante de 10%.
3. Se reduce la demanda por agrocombustibles porque para alcanzar el objetivo del 10% se puede sustituir a los agrocombustibles por coches eléctricos o trenes que funcionan con energía renovable. Los coches eléctricos tendrán "doble crédito" para cumplir con el objetivo.
4. Habrán incentivos para premiar los agrocombustibles de "segunda generación" como de celulosa y residuos de distintos tipos.
5. No habrá objetivos intermedios ni cambio en el objetivo del 10% para el 2020.
6. Los agrocombustibles deben mostrar un ahorro de CO2 de por lo menos 35% ahora y el 60% en el 2017 para plantas nuevas y 50% para los existentes. Se revisarán los objetivos en el 2014.
7. Antes del 2012 el PE y la CE establecerán las normas sobre "el uso indirecto de suelos agrícolas" (indirect land use change). Es importante para ver el impacto real sobre cambio climático y el medio ambiente.
8. Se permite la utilización de turberas y zonas húmedas (y su desecación) para el cultivo de cosechas como el aceite de palma, lo que provoca grandes emisiones de CO2. Sin embargo, tendrá que entrar el los cálculos de emisiones de CO2.
9. Se cuenta en la contabilidad de CO2 los cambios en bosques o sábana por la plantación de agrocombustibles.
10. Se prohíbe la plantación en bosques primarios.
11. No habrán criterios sociales en los criterios de sostenibilidad. Los productores no tendrán que dar información alguna sobre sus estándares sociales de producción.
To deal successfully with climate change and with the energy crunch at the same time we need some challenging economic, regulatory and fiscal changes.
Without overcoming the present all encompassing superficial "green" thinking it will be impossible. First of all, we must insist that there is no pure technological fix. There is no magic wand nor one invention that will help us confront the twin headed energy-climate monster. Confronting serious social conflict and political controversy will be unavoidable in order to proceed. Business as usual with just a few technical adjustments, some eco-marketing and an occasional solar panel are useless and only divert us from the real debate.
We need a complex system of government policies, regulations, research funding and tax incentives, creating a system for innovating, generating, and deploying clean energy, efficiency, and productivity. As well, we desperately need an ethic of conservation and a new culture of sufficiency that often questions many basic premises of our societies. We must learn that conservation is not necessarily the opposite of consumption. In order to consume more we must conserve more.
To start with it would seem that the economic crisis has come to our rescue by sinking oil prices and reducing CO2 emissions. In 2008 world CO2 emissions will retreat around 3%. Indeed, the economic depression of the 30´s made emissions go down 35%. Our present recession has indeed made energy demand sink and with it many countries might even have an easier time in meeting their Kyoto targets. But of course this ignores much of the South (and part of the North) that suffers energy poverty and totally overlooks the need for structural changes in our way of producing and consuming energy for us to be prepared for the next economic upswing. What the crisis does tell us is that our climate crisis is intimately entwined with our insatiable consumption patterns, the very force that until now has been the cornerstone of economic growth. We urgently need a way out of this destructive logic and into a "sustainable physical de-growth" that is compatible with a vibrant economy.
According to some voices the fight against climate change should be set aside until our economy improves. This is totally mistaken and counterproductive. On the contrary, at the centre of our very response to the economic crisis should be a "green new deal" that regulates and channels public and private funding into clean development and industrial reconversion. Millions of new jobs can come from the green restoration of homes, from the building of public transport, from the massive extension of intelligent electricity grids and the retroffiting of dirty and inefficient industrial base.
Tackling our energy-climate crisis is also about tuning our economy into real innovation, goods and services. This is because the financial speculation behind our current crisis had over-heated the economy while over-heating the climate. Junk loans created loads of literal junk by fueling spending beyond real means. Toxic banks emitted toxic gases by promoting risky overconsumption that was not backed up by any reality. Orienting our economy to be carbon-conscious implies financial regulation that restricts irresponsible spending and fiscal policies that internalise hidden environmental costs.
Many have been overjoyed over the last few months as the price of oil has plummeted due to dwindling demand. Nevertheless, for renewable sources and energy efficiency measures to really take off by attracting massive investment we need a price floor on oil to guarantee a degree of stability for investments in alternatives. We cannot allow the price context for renewable energy to be constantly fluctuating on the unstable market price of oil. When oil goes under 100 o 80 dollars a special floating climate tax on an EU level should be considered that prevents the price of oil from falling further and that provides badly needed public revenue for supporting economic recuperation for a post-carbon society across Europe. This could also be a way of solving the EU´s lack of no strings attached revenue and liberating itself from a constant renegotiation of financial perspectives with member states. The proposal for a universal carbon tax has been supported by many of the worlds leading economists and the United Nations. It would be a way of helping the South make to jump to clean technologies and, as well, could provide financing for Millineum goals.
We should also be cautious with some possible false and bothersome "friends" of the climate-energy fix. Nuclear, agrofuels and carbon capture are three of them.
Nuclear: A massive switch to nuclear power would take all our investment power and innovation power to build hundreds of new nuclear plants which would lead us to economic ruin and would perpetuate a highly centralised and dangerous source of energy that simply has too many problems and risks to be given much attention. The nuclear option is even less viable in the context on our economic recession due to their cost and their capital intensive-labour poor nature when compared with other sources of energy.
Agrofuels for transport: This is the last resort to save the conventional internal combustion engine on the part of car manufacturers in deep trouble. Hybrid and electric cars are much more promising in reducing C02 along with tax measures against high carbon cars and strong promotion of public transport. According to most studies many agrofuels make little or no dent in reducing climate change gases but, at the same time, can have very negative impacts on forests, farmlands and foodprices.
Carbon capture and storage: Our present coal power plants must be much cleaner than at present but the promise of the still immature technology of CCS is being used as a catch-all marketing spin to fool people into more and more coal power plants and irrational mining operations. Serious risks and technical problems remain and CCS might work environmentally and financially but we will not know for at least ten years.
One of our biggest challenges is distributing our electricity in an efficient and intelligent manner. Most of our present regulators and power utility operators follow a perverse and inefficient system. In our present system the more energy they sell the better. The more power lines and power plants built mean more energy and more clients. More investment is the result of greater consumption and there is little incentive for energy conservation. The more over- supply of energy the more money they make. For example, Spain produces around triple the amount of average energy consumed each year. They produce to serve peak demand of consumers instead of orienting demand to the times of when more production. It is generally a lineal, one way process on the grid. There is practically no feed back: very little energy contribution from consumers and practically no information is flowing on the energy consumption patterns of the consumer toward the regulators.
Practically no useful economic dialogue exists between users and providers on the advantages of saving, efficiency and renewable production. We desperately need a "decoupling" of consumption and the profits of energy suppliers. Energy auditors under a EU or national guidance could establish compensations for achieving efficiency and savings for consumers. They should subsidize change in appliances, climatisers and light fixtures. It should be noted that the cost of generating each new kilowatt of electricity is more than five times that of saving one. Especially important is the great void that exists in the integration of information technology and our daily energy system. An IT and electricity convergence could reduce energy consumption radically in the building sector that represents 40% of our electricity consumed. IT could match electricity needs with the time when the energy is available. Why can´t a washing machine or other appliances work when the electricity is available? Why can´t we make flexible an important part of energy supply and demand through IT and a modulated pricing system? This would save a great deal of CO2 and eliminate the need for hundreds of new power stations.
Our homes can be the centre of our fight against climate change. The production of cement in the world produces around as much CO2 as all the passenger calls in the world. The standards for building homes (materials, energy efficiency, life-cycle analysis) should be as important as the CO2 emissions of cars. Many of our buildings can be net energy producers as opposed to great consumers as at present. This demands a clear tax structure to promote new bioclimatic designs, a new materials economy low in carbon, an intelligent and informed exchange of electricity between homes and the grid.
Laws and regulations are primordial. For example, each Californian produces half the emissions as his or her fellow American. This is not due to personal choice but to policies on CO2 emissions of cars, efficiency norms on appliances, machines... This means billions in savings and has had a positive effect on the economy.
Closer to home the difficulties of pushing a rational climate policy is becoming evident. The tremendous campaign against stricter car emission standards in the EU on the part of some member states and car manufacturers has been successful in markedly weakening the future EU Directive. It is just the reflection of the lack of political will on the part European politician to take the energy-climate crisis seriously. As I write these lines the EU council is backtracking and watering-down key elements of the whole EU climate-energy package that should guide us toward the 2020 objective of 20 to 30% CO2 reductions.
We must break the strong myth in Europe and the world that the right to pollute is the right to progress. At the same time we should strengthen our ties with the South, especially the Mediterranean region, with clean energy integration and technology transfer projects that create common purpose and economic viability. It is possible to save the economy and the planet at the same time if we have the courgage to propose a reorientation of our economy toward crucial environmental and social objectivees.