Los Verdes ante "la Unidad", las coaliciones y la política real
"La Unidad de Los Verdes" como victoria pírrica
La gran confusión de los votantes ante muchas siglas y papeletas verdes diferentes ha sido un constante durante las últimas dos décadas. Ha sido un factor en la no consolidación de Los Verdes. El reino de taífas y la fragmentación de los verdes obedecían tanto a la proliferación de partidos fantasmas como a distintas escisiones provocadas por el rechazo a distintas coaliciones electorales (con IU o el PSOE), por el "entrismo" de grupos ajenos a los verdes o simplemente por depuraciones estalinistas dentro de los distintos partidos verdes. Juegan un papel especialmente negativo los partidos fantasmas que son unas pocas personas que tienen en su poder una legalidad y siglas verdes, sin organización ni acción o incidencia política y social de ningún tipo, y que cuando llega cada proceso electoral confeccionan listas y se autoproclaman así valedoras del partido verde auténtico e imprescindibles para establecer condiciones de cualquier potencial proceso de alianza o unificación entre las diferentes siglas y legalidades que bajo el paraguas verde están reconocidas como partidos en España.
Sin embargo, achacar la debilidad de los verdes en España principalmente a la falta de unidad es buscar una explicación muy simplista. Es evidente que hay confusión cuando hay más de una lista verde pero si se invierte un gran esfuerzo en conseguir la presentación de una única lista verde por encima de otros objetivos es posible que se pierda de vista lo más importante: influir en la toma de decisiones políticas mediante la llegada a la sociedad con un mensaje convincente sobre la utilidad de votar a una opción verde. Pasar meses y años añorando "la unidad" con reuniones fraternales y escritos internos sin crear una corriente opinión en la sociedad, ni organización ni influencia, sirve de bien poco. Es posible que hay que mirar más a la sociedad y a personas nuevas que mantener un debate endogámico.
Orientar los objetivos a "la unidad" de unas siglas cuyas único valor es que llevan el nombre "verde" puede ser perder el tiempo. Incluso al ver el nombre verde tan vampirizado y fagocitado quizás sería mejor lanzar una nueva marca para el movimiento verde.
Al margen del posible cambio de nombre solo falta que haya la mínima voluntad de unas docenas de personas serias para fundar en España el referente de Partido Verde Europeo. Si no se ha hecho hasta ahora será por falta de masa crítica y de voluntad.
A pesar de todo la unidad es un valor importante que tiene que forjarse en la acción y las decisiones políticas: en la presentación a las elecciones europeas, en posiciones políticas comunes y decisiones sobre la estructura de la organización.
Coaliciones verdes a la carta
Durante la segunda mitad de los 90 y hasta el 2004 los distintos partidos verdes alcanzaron una serie de cargos de responsabilidad institucional y de gobierno gracias a distintos tipos de acuerdos pre-electorales y gracias al trabajo constante, diferenciado y visible de los distintos partidos verdes del Estado, en particular en Andalucía, Baleares, País Valenciano y Cataluña.
Hubo coaliciones a la carta, desde apuestas estratégicas, en algunos casos muy serias con IU o IC (que después solía quedarse con el nombre de "Los Verdes" para siempre) hasta "unidades temporales de empresas" como con el Bloc Nacionalista Valencià o el PSM pasando por acuerdos de "pensión alimenticia" que solo posibilitaban a algún asesor o cargo verde no-electo. Distintos acuerdos con IU en distintas épocas y con el PSOE en el 2004 permitía a Los Verdes ostentar cargos electos en parlamentos autonómicos, en Las Cortes, en el Parlamento Europeo y hasta poder participar en la gestión de gobiernos autonómicos.
Las distintas coaliciones permitía influir en innovadoras legislaciones y regulaciones de las crisis socio-ecológicas y de tener una proyección política bastante visible. Los Verdes pasaron de ser meramente testimoniales a ser actores políticos dentro de algunos debates. Sin embargo, las coaliciones fomentaban una confusión de identidad entre la opinión pública (sobre todo con IU) y en general no ayudaban en la consolidación de organizaciones verdes a pesar de contar con más recursos de todo tipo.
En contraste, con listas verdes en solitario a nivel municipal en el 2003 se llegó a desarrollar una campaña municipal importante y visible en centenares de ciudades y pueblos, entorno de la campaña de Mendiluce en Madrid. A pesar de una proyección pública sin precedentes que dio a conocer a candidaturas verdes a millones de españoles por la primera vez, los resultados electorales fueron modestísimos en votos y apenas permitían consolidar a unas pocas organizaciones verdes locales. Por el lado positivo eran estas campañas municipales que creaba el capital político verde para el pacto con el PSOE para las estatales y europeas en el 2004.
En el 2007 también hubo unas docenas de buenas campañas verdes en municipios pequeños y medianos que dibujan un mapa de actividad verde real y muy modesta en la geografía española. Lo que parece que ya ha pasado a la historia ha sido la posibilidad de ganar muchos votos solo con las siglas verdes y el girasol y sin un trabajo previo y una organización vertebrada. Pero tampoco garantiza un resultado electoral digno haber trabajado durante años en un municipio o territorio.
Con muy poco voto verde las leyes electorales hacen muy difícil o imposible entrar en solitario en los grandes ayuntamientos y menos en los parlamentos. A la mayoría de los votantes verdes les cansa tirar su voto durante años a listas que saben que no van a superar la criba del 5%. Además sin caras de líderes visibles y conocidas (no al personalismo?!?) ni un programa claramente diferenciado es muy difícil atraer a un electorado educado. Al haber perdido gran parte del atractivo de "voto de protesta" el voto verde residual en España está por debajo del 1% y en campañas autonómicas, estatales o europeas difícilmente supera el testimonialismo.
La triste realidad es que en las recientes campañas autonómicas gallegas y vascas (o en las últimas generales) se ha visto como hay muy poca diferencia entre el voto popular conseguido por un partido verde que solo aparece pocos meses antes de las elecciones y el porcentaje ganado por un partido verde, como Berdeak, que ha llevado a cabo un trabajo público digno durante unos años.
La opción de la Izquierda Verde
En las elecciones europeas del 1999 Los Verdes apostaron por una coalición con ICV, Cha y otros grupos, cosechando un resultado que rozaba el éxito ha faltar muy pocos votos para conseguir un eurodiputado. Esta coalición convertida en La Federación Los Verdes - Izquierda Verde funcionó a nivel estatal hasta las elecciones municipales de 2003 después de las cuales fue abandonada por ICV que volvió a su alianza tradicional con IU y Los Verdes-Izquierda Verde dejó de existir. Esta experiencia dio más consistencia política y relación institucional a Los Verdes pero también creó bastante confusión ideológica y organizativa.
La Pregunta del millón
Es evidente que España necesita un partido fuerte para enfrentarse a los enormes retos socio-ecológicos que se nos vienen encima. Lo que también está claro es que las fórmulas de militancia verde española del pasado no funcionan. Nos urge la creación de un grupo expedicionario de "sherpas", sin hipotecas y con tiempo, que guian una difícil y seguramente larga travesía del desierto hacia una organización política verde convincente en nuestra sociedad. Quien está dispuesto/a a asumir el desafío?