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BÚSqueda

Los Verdes

7 juin 2016 2 07 /06 /juin /2016 16:49

 

La temible realidad del Cambio Climático en la que estamos parece no encajar nada bien en la actual política valenciana. Ante la urgente necesidad de adaptarnos en lo posible a los daños ecológicos y sociales que inevitablemente acompañan al desastre climático nuestros gobernantes solo salen al paso con balbuceos retóricos y poco más. Sus gestos y discursos mediáticos están cargados de declaraciones de intenciones y principios abstractos sin concreción alguna.

 

El Consell responde con malabarismos teatrales ante las muchas caras, locales y globales, de la gravísima crisis ecológica y da a entender que está “trabajando” en la puesta en marcha de soluciones oportunas. Sus portavoces más cualificados manifiestan sin pudor “una preocupación responsable” allí donde se precie cuando en realidad solo buscan ganancias políticas ante eventos y fechas señaladas, como fue la pasada Cumbre Mundial de Paris contra el Cambio Climático o como ha sido el Día Mundial del Medio Ambiente del 5 de junio. Pero la triste verdad de la colosal irresponsabilidad climática practicada por el gobierno valenciano es que hasta la fecha no ha tenido la voluntad de iniciar las ambiciosas políticas transversales prometidas, que exigirían la reducción significativa de las emisiones contaminantes a la atmósfera. Más allá de la inflación retórica de sus discursos, como ha sido la ocurrente idea de añadir la palabra de Cambio Climático a la Conselleria d'Agricultura, medi ambient i desenvolupament rural, el atolladero del Cambio Climático queda fuera de la agenda y prioridades presupuestarias y legislativas.

 

Cuando se trata del Cambio Climático emerge automáticamente su externalización a un futuro incierto y bien distante de los cuatro años de responsabilidad del propio Consell, o bien se culpa de todo al Gobierno estatal por la falta de medios legales o financiación. Esta cantinela constituye una doble táctica evasiva: se achaca la actual inacción a la gestión pasada y actual del PP (algo que es una obviedad), y al tiempo se desplazan a un futuro lejano las necesarias actuaciones “fuertes”, siempre fuera del actual periodo de responsabilidad institucional. Ante el profundo desafío existencial planteado por el Cambio Climático, incomprensiblemente parece que nunca llega el momento adecuado para las políticas en favor de la justicia climática y la supervivencia. De esta manera resulta muy fácil la asunción de compromisos climáticos para el 2030, 2040 o 2050.

 

Contrariamente, y para gran fastidio de nuestra esquiva clase política, cada día que pasa se hace más imposible despachar con más dosis de retórica los grandes dramas ambientales, como es el Cambio Climático, debido a que se trata de fenómenos biofísicos objetivables, medibles, cuantificables y socialmente cada vez más percibidos y angustiosos. El maquillado político y la manipulación social topan con la roca dura de los hechos y los límites naturales irrevocables y rebasados. Nuestra situación histórica de translimitación sin retorno tiene muchas alertas rojas y exige modificar fuertemente las dominantes pautas valencianas del crecimiento de la muy insostenible escala material de la producción y el consumo. Ninguna posible innovación tecno-científica podrá ser eficaz si no se acompaña de giros estructurales en favor de valores sociales y morales alternativos, como son la suficiencia, la equidad y el cuidado de los bienes comunes frente a los suicidas cantos de sirena del crecimiento del consumo y de la macroeconomía dineraria que dominan el discurso político valenciano.

 

La charlatanería de las declaraciones de miembros del Consell contra el Cambio Climático ha sido grandilocuente: “alcanzaremos el 50% de renovables en esta legislatura”, “Hay que ir más allá del acuerdo de Paris que es insuficiente”, “todos los departamentos del Consell tendrán claros objetivos climáticos”, “Revisaremos los objetivos del PP del plan climático”, “Presentaremos un gran plan energético valenciano”, “Valencia se compromete a reducir las emisiones en el 40% en 2030”... Parece que todo cabe en esta hoguera de vanidades y engaños políticos para conseguir titulares en una prensa valenciana especialmente sufrida y desmemoriada. Es grande la indefensión políticamente organizada de la ciudadanía valenciana a la hora de saber si avanzamos o no en la reducción las emisiones de carbono a la atmósfera debido a que no se establecen metas públicas, concretas, temporales, medibles y evaluables mediante claros indicadores físicos y sociales. Es lastimoso constatar que ni siquiera se practica una pedagogía social mediante propuestas ambiciosas y brilla por su ausencia la ejemplaridad del propio Consell en sus gestiones, edificaciones, compras, obras y contrataciones. Se bloquean así las posibilidades de aprendizaje social que impulsaría el debate amplio sobre los problemas y las posibles soluciones. Tampoco puede seguir encerrándose el Cambio Climático en un asunto exclusivamente “energético” debido a que sus causas humanas tienen orígenes en actividades muy diversas, como son el sobreconsumo, el turismo de masas, la industria pesada, el transporte motorizado, la industria agroalimentaria, el aumento de población, la vivienda y las formas expansivas de urbanización.

 

Por desgracia, a pesar de que la realidad concreta del Cambio Climático avanza sin control con altas dosis de incertidumbre a ojos humanos, la sociopática actitud negacionista de políticos de izquierdas y derechas es la de continuar como si nada. ¿Qué futuro y esperanza nos aguarda si no hay políticas decididas en favor de la justicia climática y ambiental por parte de un gobierno y parlamento en manos del PSOE, Compromís y PODEMOS?. Las emisiones de CO2 de los sectores industriales valencianos (sobretodo cerámica, cemento y energético) siguen creciendo (más del 12.5% entre 2013 y 2015). La merma temporal de actividad a causa de la crisis económica es la razón de que no suba aún más la muy sustancial contaminación de los llamados “sectores difusos” (residencial, transporte, agrícola y ganadero, residuos, gases fluorados e industrial) que no han sido incluidos en los acuerdos sobre el comercio de derechos de emisión y se suelen invisibilizar en la contabilidad climática oficial.

 

La transparencia informativa sobre el caos climático valenciano brilla por su ausencia. Es casi imposible encontrar datos recientes y completos sobre las emisiones contaminantes. No existen objetivos anuales concretos de reducción para su cumplimiento por parte de la Generalitat en los sectores de su competencia directa. En la Web de la Generalitat las últimas cifras de emisiones CO2 son muy parciales y del 2014. No hay datos recientes accesibles a la ciudadanía precisamente sobre las emisiones “difusas” que son competencia de la Generalitat.

 

En este contexto no es de extrañar que en los actos públicos con dirigentes de la Consellería responsable del Cambio Climático se instauren formas aberrantes de “participación” y comunicación. No se permiten interpelaciones ni debate abierto y espontáneo con el público asistente, solo son posibles las preguntas escritas comprimidas en reducidas frases que además después son filtradas y reinterpretadas por los organizadores. La Consellera responsable acaba de anunciar “una nueva política ambiental para un nuevo tiempo” en un acto organizado por la multinacional de la construcción FCC, uno de los reyes mundiales del ladrillo y el cemento. ¡Nos ha anunciado que habrá una “Ley Valenciana contra el Cambio Climático” antes del final de la legislatura en el 2019! Y hasta entonces no sabe ni contesta. Pero el esperpento aún puede subir en intensidad: dos de los tres partidos del Pacte del Botànic: el PSOE y PODEMOS, apoyan junto a IU las subvenciones para continuar quemando y extrayendo carbón, la primera causa de que las emisiones españolas de CO2 aumentaran un 4.2% en el 2015. Además, el nuevo PODEMOS “socialdemócrata” solo ofrece las anacrónicas y fracasadas recetas del crecimiento de la tarta económica y la demanda del consumo, que son una causa central del colapso climático global en el que nos encontramos.

 

El reino de ninguna parte parece estar detrás del cacareado lema del“cambio de modelo productivo”. Aunque resulten loables los intentos del Consell de meter en cintura a la irracional situación del tratamiento de residuos, de dignificar la gestión de espacios naturales valiosos o de proyectar un plan de agricultura ecológica, lo cierto es que la madre reina de todas las guerras ambientales es el Cambio Climático y su campo de batalla es la economía. Apostar por afrontarlo con cierta eficacia demanda un verdadero y urgente cambio de modelo productivo hacia una economía circular, con circuitos próximos y cerrados y de muy bajo consumo de recursos no-renovables de todo tipo, y sobretodo exige una salida rápida de los combustibles fósiles. Pero esto no solo se consigue con una importante (aunque todavía inexistente) implantación masiva de energías renovables (en el gobierno Zapatero fue cuando más crecieron pero también cuando más aumentaron las emisiones de CO2) sino que reclama cambios estructurales en favor del bien común en el transporte, la vivienda, el urbanismo, la agricultura, la ganadería y el comercio, todos los sectores que precisamente están bajo la competencia directa de la Generalitat Valenciana.

 

DAVID HAMMERSTEIN

 

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21 mars 2016 1 21 /03 /mars /2016 19:34
El clima, los extraterrestres y el negacionismo práctico

Nuestros líderes políticos no toman en serio el cambio climático ni priorizan las políticas climáticas. A juzgar por los discursos de los principales líderes españoles, son unos extraterrestres: no suelen hablar ni del aire ni de la tierra ni de los animales, las plantas, ni siquiera de nuestra salud y de nuestros alimentos. La vivacidad que nos rodea y nos sustenta no es prioritaria en sus agendas políticas. No parecen tener los pies sobre la tierra.

  • El acuerdo alcanzado en la cumbre de París sobre el cambio climático fue un éxito político pero no un éxito climático. Después de París sigue existiendo una gran contradicción moral entre las advertencias científicas sobre la extrema gravedad de la situación y las débiles, ambiguas y retóricas respuestas climáticas institucionales. A grandes rasgos es verdad que es positivo el que se haya reconocido casi universalmente la importancia del cambio climático y que se haya apostado por unos objetivos “ambiciosos” de reducción de emisiones a largo plazo. Sin embargo, la cumbre de París ha fracasado estrepitosamente al no asegurar ni los medios, ni los plazos ni las obligaciones vinculantes para enfrentarse a la envergadura de la crisis que se nos viene encima.

  • Necesitamos como el agua una enorme movilización institucional y financiera sin precedentes de solidaridad social, cooperación técnica y cambio cultural pero la casi totalidad de nuestra esfera política sigue priorizando el crecimiento económico a toda costa, la competitividad y el comercio internacional por delante de una acción climática eficaz. Así las instituciones políticas y los grandes actores económicos siguen anclados en un negacionismo práctico. No niegan el problema ni sus causas pero al mismo tiempo sus acciones concretas en la realidad biofísica no alivian ni revierten los múltiples impactos biocidas del cambio climático.

  • Ante la contradictoria, tímida e irresponsable respuesta política al cambio climático, la eficacia real a todos los niveles dependerá de la capacidad de amplia reacción ciudadana en defensa de los bienes comunes naturales. Nos urge la construcción de una tupida y masiva red solidaria global de acciones concretas, comunitarias e institucionales, para responder a las crecientes y múltiples crisis socio-ecológicas que ya están golpeando a centenares de millones de personas. Probablemente, será la misma pedagogía de la catástrofe que acabará bajando los políticos extraterrestres a tierra. Esperemos que no sea demasiado tarde para evitar lo peor.

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12 mars 2016 6 12 /03 /mars /2016 09:34

 

 

Estamos atrapados en la falaz y persistente idea de que el crecimiento y el bienestar de una sociedad humana son la misma cosa. Aunque contrariamente a este espejismo el crecimiento económico y financiero se han convertido en enemigos de la misma prosperidad de las personas y de todo el mundo viviente. Incluso muchas de las promesas de abundancia e igualdad en el mundo digital han resultado ser unas renovadas versiones de viejos modelos distópicos de extracción y dominio industrial.

 

Muchos de los negocios de las grandes empresas multinacionales se dedican básicamente a actividades extractivas de bienes y servicios, tanto materiales como inmateriales, convierten nuestro dinero relacionado con la economía real de intercambios en simples precios de acciones bursatiles inmateriales. De hecho, esta "minería financiera" acaba exprimiendo el mundo social y natural, bien reales y encarnados, para hinchar artificialmente la burbuja y el valor de sus acciones (a veces incluso mediante la re-compra de las acciones por la propia entidad financiera). Se generan así unas ganancias fabulosas a costa de menospreciar y depreciar tanto el valor del mundo biofísico real como el valor del trabajo humano. De hecho, hay en el mercado mundial mucho más dinero financiero especulativo en circulación que dinero anclado localmente en bienes materiales y mano de obra. Como dice Douglas Rushkoff “las grandes multinacionales son como personas muy obesas, chupan el dinero de nuestra economía y lo almacenan en la grasa del altos precios de sus acciones. Esto no es un negocio; es la extracción de valor.” La indeseable consecuencia es que se asigna un precio y un valor monetario a todo al tiempo que vacían de valor y no dan valor a nada entre nuestros bienes comunes comunitarios y globales más preciados.

 

Nuestro sistema monetario global está fundamentalmente basado en la desconexión con el mundo social humano y el mundo viviente cada vez más esquilmado y contaminado mediante la inflación de acciones bursátiles especulativas y de pagos de deudas a los bancos con bastante más dinero que el que se ha prestado. Dando vueltas en esta noria irracional los países y la ciudadanía se ven obligados a orientar sus economías casi totalmente hacia el crecimiento crematístico especulativo en lugar de dirigirlas hacia actividades realmente encarnadas en el mundo socioambiental que habitamos y hacia el bien común social, cultural y ambiental. Las consecuencias son devastadoras al aumentar la desigualdad social y acelerar aún más el empeoramiento del estado de los sistemas naturales necesarios para la habitabilidad humana y convivencia pacifica de nuestras sociedades.

 

¿Es la economía colaborativa la economía del bien común?

 

Algunos ejemplos globalizados de la a llamada “economía colaborativa” como puede ser las iniciativas Arnbnb (de alquileres turísticos) y Uber (de viajar en coches particulares), o de actividades similares, pueden parecernos a primera vista unas buenas innovaciones para avances positivos de cooperación y redistribución, pero no lo son tanto. En realidad se tratan de ejemplos extractivos donde unos cuantos ganan y la mayoría pierde porque multiplican el valor del dinero de forma lineal, globalizada y abierta sin retorno al tiempo que también parasitan la vitalidad de los tejidos socio-ecológicos reales comunitarios que irremediablemente nos constituyen y habitamos. A medio o largo plazo tampoco crean estructuras sociales y económicas estables. Como los sistemas vivientes, entre los que se incluyen necesariamente las sociedades humanas, para operar para su supervivencia, bienestar y florecimiento deben constituir circuitos circulares de intercambios de materiales, energía, gente, tecnología, dinero y residuos. En suma, estar enraizados localmente con objetivos del bien común comunitario. El mero hecho que un modelo de negocio o un modelo social quiere compartir recursos colectivamente no significa que que protege nuestros bienes comunes más apreciados como el agua, el aire o el suelo. Solo es posible si en nuestra escala valores se impone una jerarquía de unos indicadores del bien común social y natural por encima de los beneficios económicos y el consumo. Favorecer el uso del coche particular, aunque sea compartido o fomentar el turismo masivo, aunque sea en casas particulares, no son objetivos compatibles con la defensa de los bienes comunes, tanto a nivel social como ecológico.

 

El mero hecho de que un modelo de negocio o un modelo de actividad humana quiera compartir recursos con otros, colectivamente, incluso mediante fórmulas participativas y democráticas, no implica necesariamente un avance en el reconocimiento, la mejora y preservación de los bienes comunes fundamentales para la vida social y para la biodiversidad viviente en general.

 

 

La economía colaborativa que se construye con exigencias y condiciones de responsabilidad ambiental y social para el cuidado de nuestros bienes comunes más apreciados será posible en una economía de los bienes comunes si también damos un giro radical a nuestras prioridades y a nuestra escala de valores y aspiraciones. Se impone con ello unos nítidos principios socio-ambientales y una jerarquía en los indicadores del bien común, por encima de los grandes beneficios económicos y aumento del consumo material, porque la escala física de nuestra economía y nuestros estilos de vida sobreconsumidores sobrepasan peligrosamente la menguante capacidad de carga de los ecosistemas.

 

A otro nivel, los simulacros digitales de comunicación entre personas, como las redes sociales de Google, Facebook y Twitter, a menudo nos parecen más importantes que el mundo real pero no lo son. Aparte de fortalecer la alienación y separación de las personas con su entorno social y natural, suelen aumentar la extracción y mercantilización de datos inmateriales y de bienes materiales. Incluso, el acceso abierto y los datos abiertos pueden favorecer una mayor concentración empresarial y digital. Hoy la definición oficial de toda acción europea de la UE es mercantilizada como “Digital Single Market” (Mercado Único Digital) cuando lo que hace falta es un “Digital Single Commons” (Pro-común único digital) que favorece la decentralización, el control comunitario democrático y los fines socio-ecológicos de las redes.

 

 

 

Pero entonces¿como puede volverse el mundo digital al servicio de la única realidad existente, inevitablemente entretejida material y ecológicamente?¿Como podemos acelerar la necesaria salida de una economía extractiva (tanto de materiales como de dinero y de datos de la economía real local) y basada en el crecimiento infinito (un principio miope y catastrófico en un planeta cerrado, finito y escaso en materiales) para la transición hacia una economía austera físicamente pero culturalmente abundante que fomente a la vez el cuidado de las comunidades locales y los sistemas vivos?

 

Existe una diferencia fundamental entre hacer del mundo un lugar mejor y solo hacer un “menor daño”, en este caso aminorando ligeramente los males creados por una economía dominada por la trampa del crecimiento inacabable y cuyo resultado neto de la actividad es negativo. Se trata de un dilema que no se puede resolver como si se tratara solo de una opción lógica, teórica y abstracta, y tampoco es resoluble mediante un deber ser de principios morales generales y racionales, las salidas de este atolladero han de estar insertadas en opciones prácticas, encarnadas socialmente, física y ecológicamente. Esta habilidad práctica y sus guías de orientación han de estar incrustadas en las exigencias de una condicionalidad ecológica y social.

 

Ante cualquier proyecto de acción de economía colaborativa se han de poder adoptar decisiones acordes con interrogantes como estos : ¿la comunidad donde vivo será más democrática, justa y solidaria? ¿los beneficios de la iniciativa económica será repartido equitativamente entre los participantes directos y la comunidad? el suelo donde vivo ¿será más sano y rico? ¿El agua que fluye en el río cercano estará más poblada de vida y estará más limpia? ¿el aire de mi ciudad será menos nocivo, más puro y respirable? ¿ Se fomentará una cooperación Norte-Sur positiva y significativa?

 

DAVID  HAMMERSTEIN

 

 

 

 

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28 février 2016 7 28 /02 /février /2016 21:50

Mientras que en el pacto PSOE-Ciudadanos son muy concretos los compromisos adoptados para esta legislatura en torno a cuestiones económicas, financieras, territoriales y institucionales (con objetivos, plazos, indicadores y medios estipulados), en cambio los compromisos en ámbitos ambientales y energéticos son ambiguos, contradictorios, esquivos y muy insuficientes.

En las declaraciones de lucha contra el cambio climático no hay ninguna concreción en objetivos con indicadores claros, medibles y evaluables para la reducción de CO2 a lo largo de esta legislatura. Tan solo se habla de generalidades mediante declaraciones de principios abstractos, como son los “escenarios progresivos” y la promesa de “un sector eléctrico basado en las energías renovables en el 2050”. Limitarse a la presentación de una “memoria anual sobre la reducción de CO2” es sencillamente una medida ridícula que no ofrece garantía alguna de una política decidida ante el temible cambio climático.

En este acuerdo de gobierno se da la espalda a la grave crisis climática y ambiental en la que estamos y se renuncia a emprender una rápida transición energética hacia las renovables y a frenar la grave pérdida de biodiversidad. En dicho pacto se dan grandes contradicciones e incompatibilidades de fondo, entre la posible apuesta por un programa ambiental coherente y transversal y entre las prioridades económicas del programa común pactado entre PSOE-C's: de concentración empresarial con “medidas para aumentar el tamaño empresarial”, de fomento de la “internacionalización de la economía” con continuadas referencias a las prioridades económicas del “crecimiento”, la “competitividad” y la “productividad”. Conviene recordar también que las dos fuerzas políticas PSOE y C's apoyan el proyecto del nuevo tratado de libre comercio TTIP entre EE.UU y la UE que tendría enormes impactos negativos sobre el medio ambiente y el clima.

El pacto de investidura PSOE-Ciudadanos tira por la borda cualquier posibilidad real de avanzar en la lucha contra el cambio climático al apostar por la continuación de las subvenciones a la economía del sucio carbón como fuente de producción de electricidad en España, a pesar de que en el 2015 aumentó un 23% la quema de carbón, lo que ha provocado un aumento de las emisiones de CO2 del 4% en España. El cuerdo PSOE-C's apuesta por la continuidad del reflote público de la economía extractivista del carbón bajo un lenguaje tecnicista y oscuro: “la autonomía energética garantizando la seguridad de suministro que incluya la solución al consumo del carbón nacional contemplada en el Marco de Actuación acordado con las agentes sociales.. y el fomento de la combustión limpia”. Esta anacrónica opción contradice radicalmente los objetivos de reducción de emisiones contaminantes de CO2 de la UE y del reciente acuerdo de Paris (COP 21).

Mediante este acuerdo se quiere alargar más tiempo la innecesaria y muy contaminante producción eléctrica de la térmicas de carbón (provenga el carbón del exterior o de suelo “nacional”). También significa continuar con los privilegios de las subvenciones directas e indirectas a las empresas de extracción y quema del carbón. Este consenso extractivista del carbón de PSOE y C's se apoya en las falsas premisas de las empresas eléctricas del carbón que prometen una “tabla de salvación” para continuar con las mastodónticas subvenciones a esta cancerígena fuente energética: las insostenibles, peligrosas e ineficaces tecnologías de “carbón limpio” y de “secuestro de CO2”. La participación del carbón en el mix energético, con más del 20%, es el principal motivo del fracaso español en la reducción de las emisiones de CO2. Cruzar la linea de carbón es cruzar una linea roja ambiental clave.

En cambio, todos los grandes grupos ecologistas han exigido “la necesidad de tener un cierre programado de las centrales de carbón, ya que estos dos últimos años las emisiones de la electricidad con carbón han estado aumentando muchísimo”, y critican que “siga buscando recovecos para que España continúe produciendo electricidad del carbón”. (Ver aquí: http://www.energiadiario.com/publicacion/los-ecologistas-piden-el-cierre-programado-de-las-centrales-de-carbon/

También resulta llamativa la reciente “marcha atrás” dada por Podemos para acercar posiciones con el PSOE en las negociaciones previas a la votación de investidura de gobierno. Podemos abandona su anterior reivindicación programática de cierre progresivo de las centrales térmicas de carbón y deja atrás su posición en contra de las subvenciones que reflotan la actividad minera e industrial del carbón. Ahora Podemos sí apoya la continuación de las ayudas al carbón y apuesta por “sacar y quemar carbón” por “no existir alternativas” . (Ver aquí: http://www.lne.es/cuencas/2016/02/20/rectifica-apuesta-ahora-ayudas-carbon/1885883.html;http://www.diariodeteruel.es/noticia/70686/podemos-recula-y-admite-que-haya-ayudas-al-carbon-estatal).

A pesar de los tímidos avances del pacto PSOE-C's en el terreno ambiental (se apuesta por una moratoria sobre el fracking, por el cierre de las nucleares a los 40 años de vida y por la derogación de la ley del “impuesto al sol” y la ley de costas), se insiste en caducas políticas ambientalmente destructivas. Se apuesta por invertir en la interconexión energética con Francia a pesar del rechazo de las poblaciones afectadas por grandes impactos sobre zonas de los Pirineos con gran valor ecológico y favorece a las grandes eléctricas. Se afirma que se creará un fondo verde a partir de la fiscalidad ambiental pero no se concretan sobre qué actividades se aplicará, ni con qué fines ni cuales son las cantidades económicas a recaudar.

En cuanto del agua resulta clamoroso el silencio y la falta de toma de posición contra los transvases y la privatización del agua, también están ausentes los objetivos sobre la calidad del las aguas. No hay mención alguna sobre el maltrato animal ni sobre las subvenciones públicas a la tortura animal en los espectáculos festivos. Se habla en la letra del acuerdo de los requisitos ambientales para la contratación pública, pero no hay ninguna especificación sobre qué tipo de exigencias, ni sobre las metas concretas buscadas en datos, porcentajes, indicadores y plazos.

Desde una perspectiva ecologista el acuerdo de Gobierno PSOE-Ciudadanos sigue estando a años luz de lo que demanda la grave crisis ambiental que sufre España y el planeta.

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18 février 2016 4 18 /02 /février /2016 12:26

 

  La Unión Europea y los Estados Unidos se enfrentan  a unos precios de medicamentos cada vez más altos, y distintos Estados europeos tienen grandes dificultades para pagar los muy caros nuevos medicamentos patentados. El Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP), actualmente en negociación, podría suponer una barrera para los necesarios cambios futuros a favor de precios asequibles, un modelo de innovación que responde a las necesidades de salud pública y la creación de unos incentivos alternativos para nuevas terapias.

El acceso a los medicamentos a precios asequibles es imprescindible para asegurar unos tratamientos universales. Desafortunadamente, tanto las posiciones negociadoras de la Comisión Europea así como las demandas de la industria farmacéutica a las autoridades a ambos lados del Atlántico, indican unas claras amenazas al derecho de acceso a los medicamentos esenciales en las negociacione en curso sobre el TTIP. De hecho, el recién negociado Partenariado Trans-Pacífico (TPP) entre los Estados Unidos y los países del pacífico contiene unas provisiones que podrían  tener unos impactos devastadores sobre la salud de la ciudadanía humilde  desde Chile a Vietnam.

Al mismo tiempo la presidencia holandesa de la UE ha cuestionado la excesiva protección de la propiedad intelectual de la cual goza la industria farmacéutica.  La Ministra Holandesa de Sanidad ha apostado por un nuevo equilibrio entre el acceso  y la protección de las patentes para garantizar unos medicamentos económicamente sostenibles.

Nos preocupa que muchas de las propuestas que están siendo consideradas en el TTIP anteponen los intereses de la industria a la salud pública. Si al final quedan encuadradas en el texto acordado, futuros cambios legislativos a favor de un acceso más justo a los medicamentos serían muy difíciles.

TTIP podría limitar la capacidad de gobiernos para negociar precios justos.


El TTIP  podría dar aún más poder a la industria farmacéutica para influir en las decisiones estatales sobre los precios y el reembolso de los medicamentos. Podría debilitar las posiciones negociadoras de los gobiernos que intentan contener los precios de los medicamentos dentro de un análisis coste-beneficio al imponer unos tortuosos procedimientos burocráticos y fechas tope sobre la negociación.   

 

TTIP podría aumentar las prácticas monopolísticas basadas en la propiedad intelectual.

El TTIP podría extender los periodos de monopolio derivado de las patentes y las reglas de exclusividad mercantil, postergando la competencia entre productos genéricos más asequibles.  El acuerdo del TTIP tenderá a perpetuar las peores normas de ambos lados del Atlántico y así estorbar posibles reformas futuras de las leyes de patentes para favorecer la bajada de precios.


TTIP significa nuevas normas de secretos comerciales.

La UE está a punto de adoptar una directiva que busca armonizar las reglas de secretos comerciales entre sus estados miembros, algo considerado como un requisito para el pacto comercial de TTIP.   Esta Directiva que afecta el marco de propiedad intelectual es una amenaza a la libertad de expresión y al derecho a la información de la ciudadanía.  Es probable que la Directiva restrinja seriamente el acceso a la información que es de interés público, como son los datos clínicos sobre la eficacia y seguridad de los medicamentos u otra información técnica que facilita la producción de medicamentos genéricos. De hecho, se amplía el ámbito de protección de la propiedad intelectual. También se preparan nuevas y duras reglas sobre los secretos comerciales en los Estados Unidos. Así, dentro del TTIP se plasmará el objetivo de crear una nueva norma internacional para los secretos comerciales.  

El nuevo mecanismo de cooperación regulatoria en TTIP preparará el terreno para aún más influencia de los lobbies farmacéuticos.

La creación de grupos de trabajo permanentes UE-EE.UU sobre la propiedad intelectual, sobre la fijación de precios para los medicamentos y para la consideración bilateral de nueva legislación podría interferir e influir en la independencia de las políticas nacionales de medicamentos.

La inclusión del mecanismo de arbitraje inversores-estado (ISDS) podría perjudicar a la salud pública.
El TTIP permitirá un nuevo sistema en el cual las empresas pueden desafiar extra-judicialmente las medidas nacionales legislativas, jurídicas y administrativas que salvaguardan la salud pública u otros intereses públicos que consideran lesivos para sus intereses comerciales.

El TTIP  podría establecer unos estándares globales que dañan a la salud pública en países de rentas bajas y medias

El TTIP  podría dañar a los pacientes de los países de rentas bajas y medias en los que los recursos disponibles para la sanidad pública son más limitados. Los acuerdos de cooperación regulatoria UE-EE.UU en el TTIP podrían suponer unas barreras a las políticas que los países del Sur utilizan para garantizar el acceso a medicamentos genéricos. Estos países suelen tener instituciones menos fuertes para prevenir los excesos del sistema de propiedad intelectual y para luchar contra los altos precios. En este contexto los sistemas de salud tendrían aún menos capacidad para atender a sus pacientes debido a la escasez de fondos públicos.   

 

HAI, PUBLIC CITIZEN Y COMMONS NETWORK

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6 février 2016 6 06 /02 /février /2016 12:32

 

Below is a short summary of my talk at the event "Health for sale", The Hague, February 6th, 2016

 

The EU can take the lead for affordability, openness and accessibility

 

 

The present model of biomedical innovation is morally unacceptable because it cannot be universalized to permit affordable, effective and safe health treatments for the vast majority of the world´s population. The principles of a new model that considers health a common good must be based on transparency, scientific openness and sharing, affordability and guarantees for a much greater social return on public expenditures. These principles can be advanced by a general reconsideration of patent monopolies as the main drivers of innovation, the promotion of new, health-needs-oriented r and d incentives and the promotion of a new fair social contract between citizens, patients, public and private health insurers and industry.

 

The main indicators of success of biomedical innovation must be universal access, efficacy, safety and affordability not the level of profits for shareholders (Big pharma is among the the industrial sectors with the highest level of profits). Enormous profits based on high prices that exclude most of the world´s population cannot be the source of innovation. On the contrary, much greater investment and sharing in the fields of global public health and environment health is a moral obligation for the common good and one of the most responsible ways of responding to a world full of growing existential dangers fueled by stark inequality, climate change and national/ethnic conflicts.

 

The EU can take the lead for positive change. EU policymakers are in the position to take some concrete steps such as: pilot programmes on alternative R and D models, the expansion of the “Horizon Prizes” within the Horizon 2020 programme for medical innovation inducement with cession of IPR rights, a socially-responsible licensing policy to assure affordability when EU R and D funding is involved, the consolidation of clinical trial transparency, open access and open data measures, the reform of the Innovative Medicines Initiative to assure the health-driven defense of the public interest and democratic plurality, the development of an EU public platform for the development of affordable and universally accessible new generation of antibiotics to be able to bring them out as generics from the first day, EU support for a global R and D Treaty at the World Health Organization that promotes new socially-responsible models of innovation and the withdrawal of any EU bilateral trade proposal that could harm affordability, transparency and accessibility to medicines. Other EU measures could include a European “sunshine act” to prevent conflicts of interests between pharma and health professionals, a mandatory transparency regulation to reveal pharmaceutical R and D costs and financing, the promotion of joint procurement between EU states and greater political flexibility (limiting data exclusivity rules) to permit compulsory licensing of very expensive, life-saving medicines in EU member states. In general, there is an imperative for much greater North-South transfer of health-related technology and knowledge. Tighter enclosures and higher walls around our opulent, satisfied Europe could very well be a recipe for disaster in the future. Solidarity, openness and sharing on all fronts is a morally clear path for mitigating suffering, exclusion and inequality that might very will impact us all sooner than we think.

 

 

Annex:

 

Some positive proposals for access to medicines in the EU recently made by the S and D (Socialist) group of the European Parliament:

 

Encourage joint procurement of vaccines and other medicinal products by Member States, which would strengthen their negotiating power driving down purchasing prices, thus providing lower costs for patients.

 

Call for a new Transparency Directive following the withdrawal of Directive 89/105/EEC, that aims to ensure the transparency of measures established by EU countries to control the pricing and reimbursement of medicinal products.

 

Call on drug developers to respect transparency in the production costs of medicines, in order to understand the proportion of R&D investment reflected in the purchase price, with a view to ensuring the right balance between a fair price for patients and a fair return on investment for industry.

 

Ensure easy public access to data on all clinical trials carried out for new and existing medicines in line with the revised Clinical Trials Regulation.

 

Stimulate competition between generic medicines and established medicines where the patent has expired, which can incentivise innovation and reduce l the costs of pharmaceuticals.

 

.

Take measures to ensure that generic medicines are not being unfairly prevented from entering the market by big pharma.

 

 

Rethink patenting rules to find a way to incentivise and finance R&D, as investment by industry tends to focus on areas where a return can be expected.

 

Consider alternative incentive models such as prizes and conditional public funding.

 

Introduce conditions such as affordable pricing and non-exclusive licencing if a large share of R&D needed to develop a new medicinal product is publicly funded.

 

Gather statistics on the proportion of funding provided by public, industrial and philanthropic sources to pharmaceutical R&D.

 

Consider establishing conditionality within the Horizon 2020; claim co-ownership of IP for projects funded by EU grants.

 

Monitor whether patents are granted for genuine innovation; examine the practice of ‘evergreening’, where pharmaceutical companies get patents for inventions that are not actually new, but are ‘old science’ with minor modifications to existing products in order to keep their patents indefinitely.

 

Defend the independence and transparency of EMA in the assessment and approval of medicines so as to ensure high quality, safety and efficiency.

 

Support cooperation through the Health Technology Assessment networks to identify the safest and most clinically effective treatments.

 

Develop a European framework, in line with Article 15 of Directive 2011/24/EU, to provide reliable, timely, transparent, comparable and transferable information on the relative efficacy of health technologies to support Member States’ decisions

 

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29 janvier 2016 5 29 /01 /janvier /2016 08:45

Summary of my talk at conference in Brussels on "Impact of climate change on public health" held on January 22nd in Brussels.

 

According to the best available scientific expertise, including the Intergovernmental Panel on Climate Change(IPCC), global climate change is already having a profound impact on human health in many parts of the world and it is highly probable that this trend will accelerate and worsen in the coming years. This is specially the case where climate stress creates explosive synergies with weak or failed states, ethnic tensions and stark social inequality that altogether are producing tens of millions of refugees around the world. Extreme events such as floods, heatwaves, droughts and major storms will no doubt increase even more in the near future. Vector-borne diseases such as malaria, dengue, tick-borne diseases, cholera, diarrhoeal diseases and other infectious diseases will expand and spread to new regions as well as pests that negatively affect crop and plant life. Poor water quality caused by greater hydric scarcity, higher temperatures and urban crowding will be an even greater source of disease and death. Due to more difficult climactic conditions undernutrition and malnutrition are expected to increase significantly due to lower crop yields caused by droughts, soil erosion, pollution and deforestation, specially at lower latitudes. Poor urban air-quality that is already having a great impact on the health and life-spans of tens of millions will probably worsen unless radical measures are taken. According to the scientific experts of the IPCC adaptation to the multiple and combined public health impacts of climate change is often impossible: “These events can reduce the resilience of communities, affect vulnerable regions and localities, and overwhelm the coping capacities of most societies.” Within two or three decades it is probable that certain geographical regions will lose basic elements of habitability.

 

Overall, there exists a great moral contradiction between the very serious scientific warnings and the very weak global institutional measures taken for mitigation and adaptation. While the recent COP 21 Paris Agreement was a political success, the practical implications of the agreement are far from satisfactorily responding to the mitigation or adaptation needs of our societies with regards to the grave public health impacts of climate change. Only rapid and massive global action that includes an unprecedented North-South transfer and sharing of financial, human and technical resources can help reduce the intensity of catastrophic impacts on human health of climate related factors.

 

To increase the resilience of all our societies in face of climate change important changes are be needed in EU policy in the areas of international trade, development policy, intellectual property, agriculture, fishing and research. The current overarching policy priorities of economic growth at all costs, fierce competition and aggressive international trade objectives often enter into a frontal collision with any serious consideration of the public health impacts of climate change on a global level.

Theoretically, climate change is starting to be taken seriously on a global level, but judging by the scarce practical action taken to date we can conclude that the EU and most governments around the world still remain anchored in deep denial, a practical denialism.

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21 janvier 2016 4 21 /01 /janvier /2016 09:12
Por fin, la plaza es nuestra!

 


Como ocurre al final de la película Cinema Paraíso, después del cierre definitivo del viejo cine y cuando la plaza del pueblo ha dejado de ser un foco de vida cultural y se llena de coches aparcados, «el loco» grita en medio de la misma: «¡La Plaza es mía, por fin la plaza es mía!». Hoy este personaje perturbado se sentiría muy satisfecho en muchas plazas y calles valencianas donde los coches asfixian el espacio público y corroen el aire de nuestra vida cotidiana.

Las emblemáticas y céntricas plazas de València no han de ser rehenes de los coches particulares ni tampoco de unos pocos «afectados» que los defienden a capa y espada, como es un colectivo particular de vendedores, ni siquiera han de ser prisioneras de la voluntad de los vecinos más cercanos. Las plazas constituyen un bien común de todos los habitantes de la ciudad, de toda su ciudadanía. Sobre todo en lugares históricos tan significativos como es  La Plaça del Mercat deben priorizarse las necesidades de bienestar y salud para la ciudadanía y el medio ambiente.

Felizmente, el alcalde Joan Ribó ha roto un gran tabú en la política municipal valenciana desoyendo las pataletas de los vendedores de Mercado Central y escuchando a la abrumadora mayoría de la opinión pública que sí quiere la peatonalización de la Plaça del Mercat y su entorno. Ribó ha dejado de ser prisionero de las exageradas campañas de miedo impulsadas por unos cuantos vendedores del Mercado Central. Ha comenzado por fin la recuperación para la ciudadanía de una de las plazas más hermosas conformada por la Llotja, El Mercat Central y Sant Joan. La actual semi-peatonalización de la plaza proyectada por el Ayuntamiento ha de ser el primer paso para poder alzar la voz con fuerza: «¡Por fin, la plaza es nuestra!».

Durante décadas ningún alcalde o alcaldesa se ha atrevido a oponerse a las erróneas y retrogradas ideas sobre el tráfico y el espacio público defendidas por el colectivo de los vendedores del Mercado Central, que de hecho han usurpado históricamente el lugar y los intereses colectivos de la ciudadanía de Valencia. Desde los años ochenta hasta hoy cualquier propuesta de ampliar aceras o de limitar la circulación de vehículos privados (como en la Calle de la Paz o en la Calle San Vicente) ha topado con la oposición feroz de este lobby. Hasta ahora ningún gobierno municipal ha superado este bloqueo histórico a cualquier intento de seguir los pasos de muchas ciudades europeas que sí han puesto en valor la salud, el medio ambiente y la calidad del espacio público para favorecer el encuentro social y el paseo sano y seguro en el entorno de los monumentos y conjuntos arquitectónicos más estimados. En este contexto, resulta absolutamente inverosímil e irracional que una singular plaza histórica europea, como es la del Mercat, continúe asediada por los coches y los malos humos.

Las campañas de los vendedores del Mercado Central contra la peatonalización son a la vez chocantes y masoquistas. Carecen de todo fundamento racional puesto que el proyecto municipal de semi-peatonalización no les perjudica las ventas sino que las favorece. No bloquea en absoluto ni el acceso al aparcamiento del Mercado ni la carga y descarga de mercancías. Este pequeño colectivo tampoco representa a todos los comerciantes de la zona, de hecho otros comerciantes del centro histórico sí han apoyado las medidas municipales de entregar más espacio público a la ciudadanía. Resultaría insensato el aplazar durante más años la recuperación de la Plaça del Mercat, tal y como exigen los vendedores del Mercado Central. Es inaceptable poner por delante la incierta fecha de acabar primero el aparcamiento faraónico, caro e innecesario de la Plaza de Brujas.

Los vendedores deberían alegrarse de que las visitas y compras en el Mercado Central gozan de una situación envidiable por su atractivo entorno monumental, por su fácil accesibilidad mediante el transporte público, por la continuada gran inversión pública en el propio edificio y las infraestructuras colindantes y por la exitosa promoción de sus servicios. Gracias a su ubicación en el centro histórico el Mercado Central goza de muchas ventajas aunque también tiene algunos servidumbres, como son algunas limitaciones al tráfico rodado y el aparcamiento.

En lugar de protestar contra las peatonalización o de exigir más aparcamientos masivos que atraerían más vehículos y contaminación al centro de la ciudad, los vendedores y pequeños comerciantes deberían dirigir sus críticas a los proyectos de nuevos grandes centros comerciales en la periferia de Valencia. Estos son los que amenazan de verdad al tejido comercial de proximidad e impiden un clima urbano más respetuoso con las personas y el planeta

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15 janvier 2016 5 15 /01 /janvier /2016 22:49
30 argumentos por la huerta ecológica de Valencia
30 argumentos por la huerta ecológica de Valencia

 

30 argumentos por la huerta ecológica de Valencia

Razones para un Plan Municipal de Acción Integral por la huerta ecológica

 

1. Las tierras fértiles de la huerta metropolitana son cada vez más escasas y por ello se hace prioritario su cuidado, conservación y regeneración.

 

Valencia se alza sobre unas tierras sedimentarias milenarias de mucha fertilidad y productividad agrícola. La inacabable expansión urbana del desarrollo en los años sesenta del siglo XX sobre estos singulares ecosistemas de tierras fértiles todavía no se ha frenado. Este desarrollismo metropolitano ha avanzando como una mancha de aceite y ha ido comiendo la huerta bajo la presión de viviendas, carreteras, autovías, equipamientos industriales, áreas comerciales, ampliación del puerto y universidades. Las tierras de huerta deben dejar de ser un espacio de reserva para la especulación urbanizadora y la ubicación de infraestructuras de todo tipo, frecuentemente innecesarias y sobredimensionadas, que rompen, merman, degradan y hacen inviables los agroecosistemas de la huerta y sus capacidades bioproductivas y económicas. Sabemos que el gigantismo del cemento y el asfalto junto al vigente sistema agroindustrial basado en el uso de productos químicos "fitosanitarios" no son viables porque nos roban la salud y las posibilidades de vida en el planeta. La única alternativa concreta aquí y ahora ante las muchas agresiones ecológicas que padecemos -globales y locales- es el establecimiento de las nuevas pautas de la agrícultura local ecológica. La agricultura orgánica sin tratamientos agrotóxicos de origen químico-industrial en el espacio metropolitano ha de ser activamente impulsada por las instituciones públicas, fomentando con ello de la proximidad y los intercambios circulares en la producción, distribución e intercambio de materiales, energía, residuos y mercancías.

 

 

2. Si desaparece la huerta muere también una fuente de nuestro sustento, bienestar y futuro.

 

A pesar de que no somos extraterrestres y de que los sistemas vivos no pertenecen a un espacio exterior ni están separados de los seres humanos, en todo el mundo aumentan como un cáncer las destrucciones ecológicas causadas por la acción humana. La expansión del asfalto, el cemento y las prácticas agrotóxicas de la pequeña agricultura convencional degenera y contamina suelos, plantas y alimentos, y es la sepultura de los delicados ecosistemas vivos de las tierras fértiles de la huerta. Con la desaparición progresiva de las tierras agrícolas de la huerta que aún persiste, los pueblos metropolitanos y la ciudad de Valencia se habrán desecho de la fuente primordial que les ha permitido la subsistencia a lo largo de dos mil años. Si muere la huerta ganaremos muchas incertidumbres en el presente y futuro y habremos socavado oportunidades de continuidad, salud y vida. Si continuamos contaminando la huerta con una agricultura intensiva llena de insumos tóxico-industriales desperdiciaremos las posibilidades de hacer una verdadera agricultura local y cercana con productos de calidad, sanos y ecológicos. Si la pequeña agricultura intensiva de la huerta de Valencia continúa marginando la producción ecológica, actualmente muy minoritaria, perderemos la posibilidad de una soberanía alimentaria con precios socialmente accesibles y encarnada en circuitos cortos de producción, distribución y abastecimiento de productos, materiales y energía, y en circuitos cerrados de materiales y residuos. Si la huerta no se hace ecológica rápidamente, nos haremos colectivamente más débiles y dependientes de los múltiples peligros implicados en los mercados globales externos y de los intereses particulares del beneficio económico de las grandes empresas agroalimentarias.

 

 

3. Ante el Cambio Climático y las muchas incertidumbres y riesgos socioambientales las ciudades que conserven las tierras fértiles y hagan una viable agricultura ecológica periurbana tienen una sólida ventaja que sería estúpido desperdiciar.

 

La preservación y recuperación de la huerta es clave para hacer posible la urgente transición de pueblos y ciudades hacia la sostenibilidad ecológica y social. Es la única opción sensata y responsable. Es el único futuro posible porque no socaba la vitalidad de las tierras fértiles ni los mermados recursos del planeta. Son muchos los indicios e informaciones científicas que nos avisan de que el desarrollo tecno-industrial y su continua expansión ha sobrepasado los límites físicos de nuestro planeta finito en materiales. Hemos descubierto la trágica y obligada transitoriedad y decadencia de nuestra forma de producir y consumir si continuamos con las actuales tendencias del crecimiento inacabable. La continuidad y futuro de nuestro estilo de vida sobre-consumidor está radicalmente amenazada. La huerta ecológica es la deseable opción para la mejora en bienestar colectivo y el disfrute de la vida. Su preservación será imposible si no respetamos y reparamos la compleja red de interacciones y componentes de la comunidad natural que sostiene y vivifica su productividad: tierras fértiles, aguas, minerales, micro-organismos y biodiversidad en vegetación, mamíferos, insectos y aves. La huerta no se puede conservar y regenerar si solo se percibe como una actividad económica y no atendemos a sus necesidades biofísicas y bioregenerativas.

 

 

4. Por la preservación de la singular simbiosis orgánica entre la ciudad y la huerta sin agrotóxicos.

 

Quien pierde los orígenes pierde la capacidad de aprender discerniendo las innovaciones nocivas y mitigando los daños y peligros. La mejora social con buen vivir, equidad y futuro no se apoya en la reproducción de una tradición fosilizada inmutable ni tampoco en el absoluto desarraigo, sino en la reelaboración continua y la adaptación de las propias capacidades a las condiciones, oportunidades y límites sociales, físicos y ecosistémicos mediante nuevas actitudes y hábitos prácticos. La historia de una ciudad parte del caudal de experiencias y de su patrimonio acumulado a lo largo de los tiempos. Hoy la evolución de la huerta de Valencia ha de cuestionar las prácticas de décadas de agricultura químico-industrial basada en componentes no orgánicos de síntesis, hijos del laboratorio científico y de una arrogante y violenta concepción mecanicista y reduccionista sobre la complejidad interdependiente del mundo vivo, como son los nitratos, los pesticidas, los herbicidas, los fungicidas y los plaguicidas. Esta agricultura con agrotóxicos está basada en técnicas que "desnudan y limpian" las tierras mediante trazados de líneas y filas rectas de plantas que en realidad producen muchos males que se externalizan fuera de los precios y la economía contable: contaminación, enfermedades y muerte de la vitalidad de las tierras, las aguas, la biodiversidad, los alimentos y la salud humana. Hemos de rehabilitar creativamente la antigua mezcla orgánica de la ciudad y la huerta, uno de los elementos heredados de originalidad distintiva, paisaje, riqueza y potencialidad que tiene la ciudad de Valencia. Una huerta ecológica mitigaría la monstruosidad urbana que devora insanos insumos procedentes de lugares remotos y nos ayudaría en la construcción de unos modos de vida agroecológicos del urbanita.

 

 

5. La defensa de la huerta ecológica es parte de la lucha contra el Cambio Climático.

 

En las tierras de la huerta se juega el actual dilema ecológico de la humanidad a inicios del tercer milenio. Ante el reciente fracaso de la Cumbre de la ONU en Paris (COP21) por la falta de compromisos concretos y vinculantes de freno a la extracción y quema de combustibles fósiles que contaminan la atmósfera con carbono, no debemos hacer caso de las dietas de pasividad edulcoradas con mensajes optimistas anestesiantes. Nuestra situación colectiva es de grave emergencia y tenemos poco tiempo por delante. Son necesarias y urgentes las alianzas entre la diversidad de esfuerzos ciudadanos para avanzar conjuntamente hacia la descarbonización de nuestras maneras de producir y consumir. Debemos reconocer y difundir la gran verdad fundada en la mejor información científica disponible: que sólo la agricultura orgánica que no añade agrotóxicos químico-industriales y que acorta y cierra los circuitos de materiales, detritos y energía, puede ser compatible con la sostenibilidad ecológica y social y nuestra salud. Solo la agricultura ecológica puede ser hacer viable un futuro post-fosilístic respetuoso con la reproducción de los metabolismos de la biosfera terrestre y tolerante con los límites naturales que se imponen como constricciones a las actuaciones humanas. En consecuencia, se hace inevitable la evolución de la huerta metropolitana hacia formas de agricultura orgánica, baja en emisiones de carbono y con ciclos cortos y cerrados de materiales, energía y residuos en la producción, distribución y comercialización. Debemos salir de la ceguera mental negacionista y actuar ahora, no tenemos tiempo para una larga transición.

 

 

6. La huerta ecológica es la opción por la flexibilidad y resiliencia ante los eventos climáticos extremos.

 

Para enfrentarnos a la actual crisis climática colectiva necesitamos una nueva eco-urbanidad cívica realista y adaptada a las amenazas socioambientales y a la escasez de bienes y servicios naturales y físicos, capaz de integrar a la vez las metas del bienestar, la equidad, la suficiencia y el buen vivir. Es urgente hacer las paces con la Tierra, nuestra única, frágil y común casa terrestre que está naufragando como el Titanic. La huerta ecológica fortalece nuestra capacidad de resistencia ante los fenómenos socioambientales abruptos e imprevisibles que aumentarán con el Cambio Climático y agudizarán las luchas y tensiones sociales.

 

 

7. La preservación y cuidado de la huerta es parte de la rehabilitación ecológica de la ciudad de Valencia y su entorno metropolitano.

 

Los suelos fértiles de la huerta periurbana de Valencia, su productividad y regeneración orgánica y saludable con la Tierra, la biodiversidad local y la salud de la ciudadanía metropolitana no pueden continuar supeditándose a la producción agroquímica intensiva en tóxicos biocidas. Ante las múltiples agresiones ambientales presentes en la cadena agroalimentaria y en el espacio metropolitano densamente urbanizado hoy el bienestar colectivo y la calidad de vida es radicalmente incompatible con la continuidad de las prácticas de la agricultura convencional intensiva en agrotóxicos. La salud pública y la habitabilidad urbana de Valencia exige la eliminación de los impactos de los fitosanitarios tóxicos y peligrosos. Valencia y su entorno metropolitano sufre niveles preocupantes de contaminación directa y difusa que actúa sinérgicamente y proviene de fuentes diversas, como son los tratamientos tóxicos de las prácticas agrícolas o como son las emisiones de partículas y metales pesados producto de la combustión de los derivados del petróleo del tráfico rodado. La erradicación de estas agresiones contaminantes y la emergencia de la agricultura ecológica hoy constituyen un imperativo para la ciudad de Valencia y su entorno metropolitano.

 

8. La agricultura regenerativa de la huerta ecológica ayuda a la recuperación de la biodiversidad en el espacio metropolitano.

 

En la mayoría de áreas de cultivo los tratamientos de la agricultura intensiva guiados por la mentalidad despreciativa de las "malas hierbas" sobre el propio espacio natural son agentes agresivos que generan contaminación y eliminan la trama de complejas comunidades de especies de animales y plantas. La vegetación natural es prácticamente inexistente por ser un territorio cultivado buscando el máximo aprovechamiento crematístico de los suelos agrícolas mediante el uso de insumos fitosanitarios de origen industrial como son los insecticidas y herbicidas, y mediante el uso de técnicas que "limpian" y eliminan la cubierta vegetal dejando desnudas las tierras cultivadas. Estas técnicas de simplificación, artificialización y empobrecimiento lesionan los metabolismos de los agroecosistemas y dañan sus funciones vitales como son la retención de agua y humedad. En consecuencia se hace necesario la regeneración del manto vegetal en la huerta para la recuperación de la vitalidad de las tierras y de las poblaciones animales y vegetales que hacen un trabajo auxiliar de colaboración con la producción agrícola. Pero también como resultado de la explotación agrícola en la comarca de l'Horta con el predominio del monocultivo de cítricos, cultivos frutícolas y una horticultura normalmente rotacional de temporada con varias cosechas al año, se ha dado una vegetación asociada nitrófila y en consecuencia una variedad de biotopos y de fauna adaptada. Destacan las comunidades palustres con carrizos, eneas y juncos que forman los marjales. Los árboles y arbustos más típicos suelen encontrarse aislados o en hileras asociadas a los bordes o acequias de las marjales. Murciélagos y especies protegidas de rapaces nocturnas como son las lechuzas, los búhos y los mochuelos, que cooperan muy eficazmente con el trabajo agrícola eliminando animales competidores, han sufrido una fuerte regresión. Han ido perdiendo sus habitats naturales y lugares de nidificación a efecto de las múltiples presiones antrópicas del desarrollo en el territorio comarcal, como son los agrotóxicos empleados en los campos de cultivo, poniéndolas en muchos casos al borde de la extinción. La presencia de zonas húmedas costeras y entre ellas la Albufera hace que comunidades de aves colonizen los espacios cercanos como es la huerta, dominando las especies adaptadas a entornos rurales-urbanos. La diversidad biológica en el caso de las aves se debe a que encuentran en las áreas agrícolas un "refugio" frente a la destrucción de sus ecosistemas naturales originales. Estudios realizados en la huerta han encontrado decenas de especies de aves, entre las que coexisten aves urbanas, esteparias, palustres, de matorral y estrictamente aéreas, y en relación a la alimentación hay especies granívoras, insectívoras, piscícolas y frugívoras. Han de prohibirse los insecticidas neonicotinoides por parte de las autoridades municipales y autonómicas porque devastan las poblaciones de insectos polinizadores como son los abejorros y las abejas y arruinan la apicultura.

 

 

9. La lucha por la huerta ecológica es una lucha por el bien común.

 

Necesitamos un modelo de ciudad y de agricultura alternativo para el buen vivir que no esté prisionero de los estrechos intereses económicos de especuladores y de las cegueras asfaltadoras de partidos de cualquier tinte ideológico, de gestores públicos y técnicos planificadores. Queremos la seguridad y la protección en el abastecimiento de los recursos básicos y locales, como son los alimentos cultivados en la huerta, con derechos comunales y con participación y decisión ciudadana, y esto exige el freno del crecimiento interminable de la ciudad, la regeneración de los barrios y de la ciudad histórica y la rehabilitación de las zonas urbanas degradadas. Esta opción por un modelo de vida menos maquinístico y más orgánico exige más huerta ecológica, más bioconstrucción y bioclimatismo, más espacio público, más árboles y menos coches privados junto a la minimización del volumen y la toxicidad de los materiales y residuos.

 

 

10. La recuperación de la huerta ecológica es de interés general y los gobernantes han de escuchar.

 

La mayoría ciudadana sabe que la pérdida de suelos agrícolas es un grave problema medioambiental y desea la conservación de la huerta. Este amplísimo consenso social conservacionista existente tiene motivaciones diversas, como son los valores rurales y tradicionales, la calidad de vida y la necesidad de poner límites a la bulimia del capital económico de algunos pocos, los valores de la sostenibilidad ecológica y social. Esta opinión general a favor de la protección de la huerta debe transformarse con urgencia en una acción colectiva institucional y legal impulsada por el gobierno autonómico y los ayuntamientos para la reorientación del desarrollo metropolitano a partir de la comprensión de que la mejora de la vida colectiva no pasa por poner más coches, más cemento y más asfalto.

 

 

11. La huerta ecológica es una apuesta por el consumo informado y responsable con la salud de la gente y la Tierra.

 

La huerta ecológica es contraria al reduccionismo del paradigma productivista y economicista y a sus prácticas y conocimientos que no supeditan los beneficios económicos privados a las necesidades colectivas: ecológicas, sociales, culturales y comunitarias. Los pequeños productores agroecológicos establecen fuertes alianzas con las necesidades individuales y colectivas de salud ciudadana y con los consumidores mediante la transparencia, la claridad informativa y comunicativa sobre sus procesos, componentes y productos alimenticios: más nutritivos y sin tóxicos agroindustriales. Los consumidores deben tener clara información sobre la trazabilidad y los procesos de producción de los alimentos de la huerta.

 

 

12. La huerta ecológica es parte de la lucha social y cultural por los valores de la suficiencia y el buen vivir.

 

Para hacer frente a los destructivos valores de abundancia y derroche de los recursos escasos y frágiles y cuestionar las mitologías modernas del crecimiento indefinido son muchos los valores socializadores de la huerta de Valencia. Esta constituye un valioso recurso para la educación socioambiental sobre las realidades físicas y biológicas con las que necesariamente nos relacionamos, como son los ciclos del agua, los materiales y tierras, las estaciones y el clima, la biodiversidad de plantas y animales, la microfauna y los nutrientes, los desechos, el compostaje, los hábitos agroantropológicos heredados, la historia natural ... La agricultura ecológica es guardiana y productora de bienes y servicios naturales vitales. Sus valores y conocimiento deben integrarse en las escuelas de capacitación agraria, en los centros educativos y en las experiencias educativas informales mediante huertos, granjas y comedores escolares.

 

 

13. Las numerosas funciones ecológicas, sociales y culturales de la huerta no pueden reducirse a los intereses de la rentabilidad económica del pequeño productor-agricultor/a.

 

Es fundamental reconocer que la agricultura es parte inevitable del carácter sistémico e interdependiente de la vida. Se hace prioritaria la conservación y regeneración de las tierras de la huerta ante el desgaste de su explotación con agrotóxicos. La huerta ecológica puede convertirse en una actividad económica viable productora de gran riqueza local. La accesibilidad y los precios de los productos ecológicos de la huerta no deben convertirse excluyentes para la mayoría de la gente y los consumidores de bajas rentas económicas. Son necesarias nuevas iniciativas individuales y colectivas en favor de actividades y redes de economía social y comunitaria en la huerta. Las tierras de la huerta son recursos vitales con capacidades de acoger, integrar, socializar y profesionalizar a personas y grupos sociales muy diversos, como pueden ser los estudiantes, los jóvenes, los parados, los marginados sociales, los jubilados,... Son muy variadas las actividades y utilidades sociales vinculadas a la huerta ecológica, como pueden ser el autoconsumo, el ocio y tiempo recreativo, la creación cultural, la formación profesional y el aprendizaje, la espiritualidad estética, la jardinería, los viveros, también la producción agrícola para los mercados locales y para la exportación.

 

 

14. Lo primero en la huerta es conservar las tierras creando un marco legal de protección blindada frente a las presiones urbanizadoras y la sustracción de las tierras fértiles para otros usos.

 

Una vez frenado el peligro de urbanización con un fuerte marco legal autonómico y municipal de protección del uso agrícola, las tierras fértiles de la huerta, de propiedad privada o pública, han de preservarse mediante objetivos y normativas reguladoras ambientales para la producción agrícola. Lo que es valioso y de interés común se conserva mediante los instrumentos de la ley y la regulación pública poniendo limitaciones al libre mercado y a la propiedad privada. Esto es bien contrario a las políticas agrícolas que incentivan y subvencionan las dinámicas del mercado globalizado y la competitividad, los beneficios económicos de productores particulares y el libre uso de técnicas y tratamientos agrotóxicos. Por parte de las políticas públicas en el caso de la huerta, no se deben seguir poniendo por delante los beneficios y las rentas agrícolas para los pequeños productores-empresarios al tiempo que se externalizan los riesgos y las enfermedades  generados en los consumidores, los ciudadanos, la biodiversidad, las tierras y las aguas.

 

15. Hay que actuar ahora: Plan autonómico supra-municipal de protección de las tierras de la huerta metropolitana y planes municipales.

 

No es del pasado nostálgico del que hablamos, sino del presente y del futuro. Los efectos de los daños y peligros producidos por los monocultivos del desarrollo urbanístico y agroindustrial, que amenazan desde hace décadas la huerta y que ahora denunciamos, en el futuro próximo serán del todo intratables e inevitablemente todos seremos víctimas. Nada nos autoriza a no actuar en el presente y a continuar descontando las oportunidades y el bienestar de los seres humanos y no humanos, presentes y futuros, si seguimos recorriendo las mismas rutas sin salida hasta que no haya posibles remedios.

 

16. Redes y circuitos cortos y cerrados de intercambio de materiales, energía y residuos entre la huerta y la ciudad.

 

La agricultura agroquímica convencional de la huerta no es producción local ni de circuitos cortos y cercanos si se tiene en cuenta el origen y las largas distancias recorridas por sus componentes materiales, energéticos, sociales, económicos y biológicos. Las políticas de inversión del dinero público para favorecer la rentabilidad económica de los productores de la agricultura agroquímica convencional no deben revertir a la ciudadanía bajo la forma de incremento de los males y peligros agroalimentarios y ecológicos para la gente y la Tierra. La pequeña agricultura en los espacios intersticiales y en los espacios urbanos interiores de la ciudad de Valencia, el urbanismo de nuestras ciudades y pueblos, sus formas arquitectónicas, tienen la imperiosa obligación de integrar las exigencias del paradigma ecológico. Para ello han de dotarse de indicadores físicos, biofísicos y energéticos, con compromisos concretos y vinculantes de acortamiento, reducción y cierre de los abundantes y alargados flujos, abiertos y lineales de energía y materiales de origen agroindustrial. Existen experiencias ejemplares que pueden orientarnos en las periferias de Paris: r-urban.net, http://r-urban.net/blog/projects/agrocite/

 

17. Cuando se trata de la agricultura convencional intensiva en agrotóxicos no hay que confundir ni disimular con discursos y conceptos como "la agricultura sostenible", "los alimentos sostenibles","la agroecología" o la "soberanía alimentaria".

 

El gobierno autonómico y los gobiernos municipales deben priorizar las necesidades colectivas y urgentes de salud y ecología. Es una gran manipulación denominar a la producción convencional como "producción sostenible" o "alimentos sostenibles" cuando en realidad se trata de producción intensiva con agrotóxicos. Los alargados y lineales circuitos de intercambio, tan propios de la agricultura agroquímica convencional en la huerta, nada tienen que ver con los ciclos cerrados y los canales cortos de producción, distribución y consumo. Ha de reconocerse nítidamente esta verdad por parte de nuestros gobernantes y de las administraciones públicas, por parte de los técnicos planificadores y de los movimientos sociales y luchas ciudadanas por la huerta. El modelo cancerígeno de producción con agrotóxicos fitosanitarios y el consumo de sus productos alimenticios, aunque puedan ser experiencias económicamente exitosas para las pequeñas explotaciones agrícolas, en ningún caso puede llamarse "sostenible" y es radicalmente incompatible con los principios y prácticas de la agricultura ecológica, la sostenibilidad ecológica, la agroecología, la soberanía alimentaria y la calidad de vida.

 

18. Lo "local y la calidad" exige la eco-condicionalidad y se vacía de valor cuando se trata de producción convencional con agrotóxicos.

 

Los criterios de calidad que quieran informar realmente sobre el valor de los productos agrícolas para la gente y la Tierra han de tener en cuenta los componentes en nutrientes y la ausencia de agrotóxicos. Es rotundamente falso que la calidad de los productos de la huerta solamente se asegure mediante los criterios de producción con canales cortos de proximidad. La valoración de la calidad y el valor añadido de los productos alimenticios de la huerta no puede quedarse sólo en las características parciales de ser productos frescos de temporada y de producción cercana que acortan los circuitos de distribución entre los pequeños productores y los consumidores. Esto significa ocultar la realidad de que son bien largos y abiertos los trayectos recorridos por los insumos energéticos y los tratamientos con productos químico-industriales. La calidad no puede quedar reducida a la disminución de intermediarios y distancias entre productores y consumidores y con ello al menor poder de las grandes corporaciones de la industria agroalimentaria en las cadenas de distribución que dejan desprotejidos a los pequeños productores agrícolas. No hay calidad posible ni sostenibilidad con los agrotóxicos de la agricultura convencional. No puede seguir ocultándose que la calidad solo puede estar en los alimentos de la producción ecológica, porque sus ingredientes orgánicos libres de residuos agrotóxicos son más nutritivos y saludables para las personas y los ecosistemas. Con circuitos cortos y circulares de materiales, residuos y energía la producción ecológica local siempre tiene infinita menor huella de destrucción ambiental que los largos trayectos abiertos implicados en la huerta convencional agroquímica.

 

19. No hay sostenibilidad posible en la alimentación con productos locales que vengan de la pequeña agricultura con agrotóxicos.

 

Las ideas de "sostenibilidad" y de "productos locales" en las prácticas agrícolas y en la alimentación y la comida no pueden utilizarse como cortina de humo para defender el imperante modelo de producción con agrotóxicos fitosanitarios. Este camino es el del engaño y la manipulación social premeditada. Si realmente se quieren llevar las exigencias de la sostenibilidad ecológica a la comida en los comedores de los centros educativos y en otras instituciones ha de tenerse en cuenta todo el ciclo de producción, distribución y consumo: de la tierra al plato.

 

20. No nos valen los argumentos utilizados en favor de la continuidad de la agricultura convencional con agrotóxicos en nombre de que "todo está contaminado".

 

Aunque es cierto que vivimos en un mundo cada vez más contaminado y ecológicamente degradado por numerosas formas de actuación humana y sin que existan fronteras absolutas de protección, esta trágica realidad de hoy día no puede ser una razón para defender la pasividad y la negación de la necesidad urgente de la agricultura ecológica en la huerta. La afirmación de que "la agricultura ecológica también contamina" es falsa porque ignora las enormes diferencias de grado existentes en los daños, la contaminación y destrucción ambiental. Que la producción ecológica no sea inmaculada ni esté purificada de peligros no quiere decir que sea equivalente a la agroquímica convencional. Igual que no es lo mismo uno que 100, 1.000 o 10.000 no es verdad que sean similares la agricultura ecológica y la convencional.

 

21. La lucha por la huerta ecológica de Valencia se hace aquí y ahora con objetivos, políticas e indicadores concretos, vinculantes y evaluables.

 

Es moralmente inaceptable y ecológicamente inviable el sacrificio de la huerta ecológica que necesitamos para la futura viabilidad colectiva a cambio de obtener rentabilidad económica inmediata para unos pocos productores de la agricultura química convencional con agrotóxicos. No aceptamos las razones de desaprovechar las oportunidades actuales de hacer la huerta ecológica. No nos resignamos a este incierto porvenir bajo coartadas retóricas y falsas promesas que afirman que el cambio hacia la producción ecológica se dará en todo caso poco a poco en un futuro indeterminado, sin plazos ni inversiones. Retrasar por más tiempo los cambios hacia la producción ecológica para ubicarlos en un futuro sin concreción bajo la excusa de que se darán como fruto "de un proceso" espontáneo, esconde en realidad la dramática verdad de que se opta por la continuidad del dominio neoliberal de la rentabilidad económica y la agricultura con agrotóxicos. Deben girarse las prioridades de las políticas públicas y las subvenciones agrarias, directas e indirectas, que dirigen sus inversiones a la agricultura convencional agroquímica y son activamente responsables de poner frenos a la expansión de la agricultura ecológica en la huerta de Valencia. La regulación pública, la financiación institucional y la legislación han de ponerse al servicio de los intereses colectivos y generales de la salud agroalimentaria y de la ecología.

 

22. Es prioritaria la recuperación de las tierras de la huerta del término municipal de la ciudad de Valencia con el abandono de la agricultura químico-industrial.

 

La agricultura ecológica en las tierras fértiles de la ciudad de Valencia incorpora una valiosa diversidad de funciones sociales, ecológicas, económicas, culturales y urbanísticas. Ha de ser un primer paso en la preservación supra-municipal del conjunto de la huerta. Valencia debe establecer nuevas relaciones entre las actividades orientadas al mercado mundial y la relocalización de algunos procesos productivos básicos. La recuperación y protección pública y jurídica de las tierras fértiles del conjunto de la huerta metropolitana debe ser un avance decidido en esa vía. La huerta ecológica de la ciudad de Valencia puede convertirse en un vivero de innovación social, ecológica, cultural y económica. La producción local de alimentos ecológicos tiene innumerables valores añadidos de salud alimentaria, ecológicos, económicos, sociales, urbanísticos, paisajísticos y culturales. No nos conformamos con la expansión del Puerto (ZAL) y de sus actividades industriales y comerciales sobre las tierras de La Punta. No aceptamos la amputación de este valioso trozo de tierras y exigimos la recuperación de las tierras fértiles de La Punta para la ciudad de Valencia y su ciudadanía mediante su recalificación y protección legal por parte del Ayuntamiento de Valencia.

 

23. La rentabilidad económica de la huerta ecológica y su fomento exige infraestructuras específicas.

 

La pequeña producción ecológica no puede competir con la gran industria agroalimentaria y su producción en masa de productos alimenticios, artificializados, llenos de residuos tóxicos y muy baratos. Necesita estructuras de escala adecuadas de conocimiento y capacitación, de tierras, de riegos y de aguas con calidad y saneadas de tóxicos mediante sistemas de depuración orgánicos fruto de la colaboración con la vegetación, los microorganismos y la fauna autóctona y silvestre. La rentabilidad económica también demanda estructuras locales destinadas al almacenamiento, a la pequeña transformación artesanal y a la promoción de canales cortos y circuitos cerrados de intercambio y reciclado de componentes orgánicos, materiales y energía en la distribución y comercialización de los productos ecológicos (Mercavalencia, mercados municipales, mercados en la calle, tiendas, redes de venta directa, compras institucionales y servicios públicos de comedores, restaurantes, cafeterías).

 

24. Una nueva economía circular entre la ciudad y la huerta exige la recogida selectiva de materia orgánica y la creación de compostaje ecológico.

 

Una nueva relación simbiótica entre la huerta y la ciudad podría tejerse con la recogida selectiva de la biomasa de los residuos agrícolas. Tendría consecuencias ventajosas de reducción del volumen de desechos y de fomento de una nueva economía local con la creación de empleos dedicados a la producción de fertilizantes verdes y de materiales para la bioconstrucción.

 

25. La agricultura ecológica con etiquetado propio aporta valores añadidos y favorece la rentabilidad económica de la huerta, el cambio de mentalidades y el consumo local de los alimentos ecológicos.

 

Las pequeñas parcelas del regadío minifundista de agricultura convencional existente en la huerta periurbana y en la huerta en terreno municipal de Valencia carecen de una economía de escala suficiente para poder ser un éxito en viabilidad económica sin necesitar continuadas inyecciones de apuntalamiento con dinero público. La viabilidad económica de estas singulares explotaciones agrarias puede conseguirse si ganan ventajas comparativas mediante los valores añadidos de la agricultura ecológica. La marca ecológica y el reconocimiento claro y distintivo de la producción orgánica de la huerta junto a políticas públicas de apoyo y fomento potenciaría mercados locales de consumo y cambios en los valores y patrones de compra de los consumidores. No se puede continuar con el sacrificio de la producción ecológica en la huerta mediante su reducción a unas cuantas parcelas y productores empresarios que así obtienen altos precios de sus productos en los mercados de exportación. Esta situación significa poner altos muros que impiden la extensión social del consumo ecológico y la creación de nuevos mercados locales para los productos ecológicos.

 

 

 

26. Cero de dinero público para la agricultura con agrotóxicos en la huerta de Valencia.

 

El dinero público no debe continuar favoreciendo la competitividad y los beneficios particulares de los productores-empresarios de la agricultura con agrotóxicos que envenena nuestra salud y la de los ecosistemas. Las políticas públicas no han de seguir subvencionando las agresiones a nuestra salud y la del planeta. Contrariamente, las subvenciones en la agricultura y la alimentación deben revertir en el bien colectivo de la agricultura ecológica, la única que compatibiliza la preservación conjunta de la salud ciudadana y del mundo viviente. Los nuevos gobiernos del PSOE, Compromís y Podemos deben romper este circlulo endemoniado de gastar los menguantes recursos públicos en aquello que nos roba la salud y mata los ecosistemas de los que dependemos. La producción convencional no es producción local, sus componentes de inputs agroindustriales no son orgánicos ni naturales, y sus procesos abiertos tienen detrás muchos largas distancias y una crónica dependencia de los mercados globalizados y de los monopolios de grandes empresas agroquímicas. Las políticas y subvenciones agrícolas convencionales a la productividad y a la cantidad de kilos deben girarse radicalmente y dirigirse al sector de la agricultura ecológica. ¡Basta de subvenciones directas o indirectas a la producción agrícola con insumos agrotóxicos que se dispersan sinérgicamente por los ecosistemas, la biodiversidad, los productos agrícolas, los menús y nuestros cuerpos y vidas!. Necesitamos nuevas y ambiciosas políticas con actuaciones de acción positiva para la producción y el consumo ecológico por parte de las diferentes instituciones públicas. Las políticas públicas han de visibilizar, dar publicidad y favorecer los valores y el consumo de alimentos ecológicos mediante iniciativas y proyectos de información, sensibilización, promoción, producción, transformación, almacenamiento, distribución y comercialización. La ejemplaridad pública con la producción agroecológica y su activo apoyo por parte de las instituciones valencianas debe concretarse en el caso de la huerta y en el terreno municipal de la ciudad de Valencia.

 

27. No al glifosato y otros herbicidas peligrosos en la huerta de Valencia.

 

El Ayuntamiento de Valencia, siguiendo el camino emprendido por otras ciudades españolas, ha de prohibir el uso de herbicidas como el glifosato en la huerta, los espacios verdes y jardines públicos. Existen fundadas sospechas de alta toxicidad del glofosato y otros herbicidas. Es posible la eliminación del uso público de este principio activo presente en diversos productos comerciales y sustituirlo por alternativas orgánicas respetuosas con la salud de las personas y el medio ambiente. El glifosato es un herbicida no selectivo que se infiltra en el suelo, es muy soluble en el agua y persistente. Se utiliza para matar hierbas y arbustos, pero también contamina los acuíferos y es tóxico para la fauna acuática, los animales domésticos y de granja. Hay muchos beneficios para la biodiversidad, la salud pública y la calidad del medio urbano en la transformación de las agresivas técnicas agrícolas de "tierras desnudas" dejando crecer las hierbas y el manto vegetal. El glifosato ha sido clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como cancerígeno para los seres humanos. La prohibición municipal de glifosato ha de ser parte de la necesaria transición hacia una jardinería ecológica gestionada públicamente con criterios orgánicos y de sostenibilidad, que evite  visión higienista y ornamental implicada en el uso de agrotóxicos, las podas excesivas, las especiesla errónea ambientalmente no adaptadas o con necesidades hídricas excesivas. Son necesarias campañas públicas de información y concienciación bajo los imperativos de salud pública y de evitación del uso de estos productos perjudiciales también en los jardines privados, en los viveros de plantas y zonas verdes que no sean de responsabilidad municipal.

 

28. La huerta de la ciudad de Valencia puede convertirse en un santuario de innovación y experimentación social, comunitaria y económica para la regeneración ecológica.

 

Las inversiones institucionales han de revertir en la ciudadanía y deben dirigirse a la regeneración de la huerta para hacer ella un nuevo espacio ecológico, económico, social, comunitario y cultural. La opción por armonizar creativamente los intereses de la Tierra y de la gente en el caso de la huerta de la ciudad de Valencia pasa por la preservación y rehabilitación de sus tierras, de su patrimonio agrícola, arquitectónico, ecológico y paisajístico, para ello se hacen necesarias nuevas iniciativas legales, económicas y sociales que aseguren prioritariamente la productividad biogenerativa de las tierras de la huerta para la ciudad y sus habitantes urbanitas.

 

 

 

 

 

29. Bajo el asfalto y el cemento está la huerta.

 

Ante las muchas incertidumbres y amenazas socio-ambientales que padecemos la agricultura ecológica en las tierras metropolitanas de la huerta es un colchón de cierta seguridad. También han de serlo los espacios fronterizos, intersticiales e interiores de la ciudad de Valencia. Los solares y los techos de los edificios pueden acoger huertos agrícolas y mucha variedad de experiencias individuales y comunitarias de producción de alimentos ecológicos de calidad. Necesitamos nueva legislación para que toda nueva edificación tenga placas solares y techos verdes.

 

30. Plan integral de agricultura ecológica del Ayuntamiento de Valencia.

 

La ciudad de Valencia necesita un plan de preservación y regeneración del la huerta dotado de concreciones y metas temporales, con indicadores evaluables de carácter territorial y urbano; físico, biofísico, hidrológico y energético; económico, social y agronómico; cultural y arquitectónico. La defensa y promoción pública de la huerta ecológica no puede ser solo sectorial y economicista, y exige normas vinculantes por parte de las diversas administraciones que han de intervenir transversalmente, garantizar y hacer cumplir las exigencias de producción local sin agrotóxicos y con ciclos cerrados y cortos de materiales y energía. Deben establecerse condiciones estrictas en las políticas de compras públicas para la adquisición de los alimentos ecológicos, explicitadas en las subcontrataciones con empresas hosteleras y suministradoras de alimentos, en los servicios de máquinas expendedoras de alimentos y en los servicios de restaurantes, cafeterías, bares y comedores. Los menús ecológicos deben estar presentes en los centros públicos de trabajo, en los centros sanitarios, en las escuelas y universidades. También se ha de favorecer la comercialización de los productos ecológicos de la huerta con su presencia en los mercados públicos municipales. Deben instituirse y normalizarse periódicamente los mercados de calle especializados en los productos ecológicos locales, frescos y transformados, tal y como ya se está haciendo en numerosas ciudades europeas.

 

 

 

ECOLOGISTES EN ACCIÓ DE VALÈNCIA

 

 

 

 

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27 novembre 2015 5 27 /11 /novembre /2015 15:46
  Contra el tráfico contaminante: ¡Fallas todo el año!

 

 

No hace falta reinventar la rueda para reducir la tóxica contaminación motorizada del aire de Valencia. Existen soluciones muy sensatas, variadas y viables si nuestros gobernantes tienen la suficiente voluntad política para llevarlas adelante, a pesar del conflicto que pueden generar en algún sector particular que se resiste al cambio. El gobierno municipal recién estrenado ha de cumplir con su promesa de cambio poniendo por delante las metas del bien común, entre ellas la salud del aire de València.

 

Desgraciadamente las recientes medidas adoptadas por el Ayuntamiento de Madrid ante la nociva presencia de partículas biocidas en el ambiente urbano no serán ni de lejos suficientes para responder a la magnitud del secuestro malsano de un bien común tan necesario como es el aire que respiramos para vivir. Según algunos cálculos solo se ha reducido el uso del coche particular en 1% o 2% y no ha habido una mejora sustancial en los indicadores ambientales sobre la composición química del aire, a pesar de las novedosas y positivas iniciativas de reducción de la velocidad máxima y de eliminación de plazas de aparcamiento de ORA. Además, al aplicar medidas restrictivas solo en el centro urbano se corre el peligro de desplazar el tráfico a las periferias trasladando allí los problemas de la alta toxicidad del aire.

 

En consecuencia, conviene recordar que si se adoptaran una serie de medidas que ya han sido ensayadas y han sido exitosas en otras ciudades europeas se podría mejorar significativamente la calidad del aire que respiramos en Valencia y en otras ciudades. Una de las políticas que han conseguido reducir el tráfico en muchas ciudades ha sido la implantación de un peaje urbano o una “tasa de congestión”, que podría aplicarse al tráfico particular que penetra al centro de la cuidad por dentro de las Grandes Vías y el Jardín del Turia. El dinero así recaudado podría tener metas finalistas para contrarrestar la toxicidad del aire urbano generada por el tráfico, como son la mejora y abaratamiento del transporte público y las obras de peatonalización que la ciudad necesita.

 

La supresión de los grandes aparcamientos gratuitos podría ser una medida eficaz. La Universitat de València y la Politécnica en Tarongers ofertan grandes campos de aparcamientos en superficie que atraen a miles de coches cada día. Cerrar los aparcamientos, y otros similares, tendría un beneficio inmediato de bajada del uso del coche y de subida de la calidad ambiental urbana. Al tiempo se podría fomentar un pacto entre las universidades, el Ayuntamiento de Valencia y la Generalitat para conseguir un transporte público multimodal ampliado, mejorado y gratuito para todos los universitarios. Esto no es ninguna novedad, desde hace décadas muchas universidades fuera de España incluyen un pase para el transporte público en la matriculación de cada año.

 

El Ayuntamiento tampoco debería ceder ante las demandas del ocio nocturno dejando aparcar por las noches a los coches en el carril Bus. Además, tanto el Ayuntamiento como la Generalitat deberían adoptar medidas de "acción positiva" que animen a dejar el coche particular en casa cuando se va a trabajar. Se debería practicar la ejemplaridad pública restringiendo a los trabajadores funcionarios y contratados el acceso a los parkings públicos. Debería reducirse el aparcamiento de los vehículos particulares de los trabajadores en las grandes industrias, como son la fábrica Ford y las empresas situadas en el polígono Fuente del Jarro. Hay soluciones eficaces alternativas que no dañan la salud del clima urbano, como es organizar la recogida de los trabajadores en autobuses y como son los coches compartidos. Además, las autovías cercanas de la ciudad, como la V-15, el Bypass o el A-7 deben ofrecer el privilegio de un carril reservado para los coches que llevan 3 o más personas para animar el “car sharing”.

 

Otras medidas más contundentes serían las propias de “Fallas para todo el año”. En los días con subidas de contaminación o en periodos fijos se pueden aplicar muchas de las mismas medidas de restricción de tráfico para los no-residentes, para el acceso al centro de la ciudad y a otros puntos destacados de los barrio que se aplican durante las fiestas. El beneficio común sería aliviar y reconvertir parte de Valencia en unos entornos más amables y respirables para los viandantes, los ciclistas y toda la ciudadanía urbanita. Los nuevos hábitos de desplazamiento serían fáciles de interiorizar dado que la gran mayoría de las distancias en Valencia son relativamente cortas y por ello no supondría un problema insalvable el tener que coger el autobús o caminar algo más de tiempo para llegar a nuestro destino.

 

Para una vida ciudadana y comercial llena de vivacidad en cada barrio hoy resulta insensato seguir ampliando o abriendo grandes centros comerciales en las periferias de la ciudad. Estos imanes que atraen el tráfico rodado, como es el proyecto “Gran Mediterráneo”, o como es el complejo “Buen Aire", provocan un efecto de malos humos bien contrario a lo que se alude en su nombre. No hay justificación posible que valga para que el nuevo gobierno del Ayuntamiento de Valencia no tome medidas para conseguir una significativa disminución del tráfico que enferma a la ciudad y a sus habitantes.

 

No es un problema de falta de medios, ni de falta de información ni de falta de experiencia. Si no nos liberarnos de la dictadura del coche solo será por un déficit de valores morales y de justicia que alimenta la gran irracionalidad de contaminar aire urbano que respiramos cada día.

 

 

 

DAVID HAMMERSTEIN

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