Ha sido grande el esfuerzo desplegado por los militantes de EQUO y su candidato Florent Marcellesi durante esta pasada campaña electoral. Este voluntarismo imaginativo seguramente ha contribuido decisivamente en la elección final de un eurodiputado para la coalición Primavera Europea. En cumplimiento de lo pactado por dicha coalición, el segundo candidato de la lista conjunta y representante de EQUO: Florent Marcellesi, podrá entrar en el Parlamento Europeo en la segunda parte de la legislatura, en el 2016 o 2017.
Nadie duda que el contexto de estas elecciones ha sido especialmente favorable para las pequeñas formaciones políticas críticas con el bipartidismo. De hecho, los dos grandes partidos han tenido un bajón histórico al ganar entre los dos menos de la mitad de los votos emitidos. Podemos, IU, UPD, Ciudadanos, han tenido un gran resultado electoral con unas cifras espectaculares en votos y diputados. Otras opciones como el partido animalista de PACMA, también han aumentado muy significativamente los votos recibidos al pasar de unos 100.000 en las generales del 2011 a 175.000 ahora, y el Partido X con casi 100.000 votos, también ha tenido unos resultado muy dignos.
Tampoco conviene ignorar que si se hubiera dado una coalición de EQUO con PACMA, con el Partido X o con Podemos, partidos con cercanía y afinidad programática e ideológica, EQUO podía haber obtenido un mayor éxito electoral y político. Y además, esta posibilidad naufragada habría obtenido la ventaja añadida de acabar con el “regalo envenenado” de ir de la mano de sus actuales aliados nacionalistas y padecer con ello un gran coste político que hipoteca la implantación y el mismo futuro de EQUO.
Los resultados de las elecciones europeas llevarán al Parlamento Europeo al cabeza de lista Jordi Sebastià, un militante del Bloc Nacionalista Valencià, el partido mayoritario y líder de la coalición Primavera Europea a la que pertenece EQUO. La plataforma electoral nacionalista valenciana de Sebastià consiguió unos 135.000 votos en suelo valenciano (casi el 8% del voto) mientras que EQUO sumó una cantidad similar de votos en el resto de los dos tercios del estado donde hacía campaña electoral como EQUO-Primavera ocultando la identidad nacionalista de sus aliados. El resto de los casi 30.000 votos obtenidos por la coalición fueron cosechados sobre todo en Aragón y en Baleares. En total, casi 300.000 votos, es decir el 1,9%, muy ligeramente por encima del umbral necesario para ganar representación europarlamentaria.
En la región de Madrid EQUO consiguió el 1,5% en estas elecciones europeas, aproximadamente unos 42.000 votos. Es decir, un tercio menos de los votos conseguidos por EQUO en las pasadas elecciones generales del 2011 (65.000 votos, el 1,9%). Las razones de esta pérdida significativa de apoyo electoral deberían hacer reflexionar y llamar la atención de EQUO de cara a la estrategia electoral a seguir ante las próximas elecciones.
¿Pero como se puede explicar esta significativa bajada de respaldo electoral cuando las otras opciones electorales "cercanas" no han disminuido sino que contrariamente han aumentado el apoyo recibido?. Mientras que en el País Vasco y en Navarra EQUO ha recibido alrededor del 1,5% del voto, en la gran mayoría de las provincias donde se ha presentado como EQUO-Primavera los resultados conseguidos están alrededor del 1%. Un análisis frío de esta bajada de cifras señala claramente que estos resultados colocan a EQUO en una condición electoral histórica muy similar a la que obtuvieron las opciones verdes en el pasado.
Estos resultados obtenidos por EQUO no auguran buenas perspectivas de cara al futuro ni de cara a las elecciones locales del año que viene, que son fundamentales para la consolidación de este nuevo partido de corte ecologista. Se puede decir que en apoyo electoral y ciudadano no hay un antes y un después referido a la historia de décadas de existencia de partidos verdes en España. Hoy vuelven a aparecer los mismos viejos fantasmas que reproducen las mismas cifras electorales del pasado. Pero ahora de la mano de la alianza con los nacionalistas, y con la singular diferencia de que el nuevo partido verde llamado EQUO, finalmente ha conseguido ser miembro de pleno derecho del Partido Verde Europeo y por ello goza de un capital político añadido en respaldo político, más recursos y un equipo de liberados profesionalizados a tiempo completo.
También es importante destacar otro elemento del actual contexto favorable: por primera vez y gracias al imperativo de la recogida de miles firmas como avales exigidos por la nueva ley electoral, no ha existido la competencia electoral de otros partidos con nombre y siglas verdes "fantasmas". Los que históricamente han fragmentado y dispersado el voto verde en una variedad de siglas y listas electorales haciéndolo fracasar. Es la trituración del espacio verde que tanto daño electoral ha hecho a Los Verdes en el pasado empujándolos a la invisibilidad y marginalidad social y electoral.
Para EQUO, la victoria de conseguir que el cabeza de lista de la coalición Jordi Sebastià sea eurodiputado es agridulce. Compartir la legislatura europea con el eurodiputado nacionalista tiene unos costes políticos muy considerables. Tal y como repiten a menudo los propios nacionalistas valencianos: “han completado el ciclo”. Están muy contentos de haber puesto por primera vez una “pica en Flandes” en el Parlamento de Bruselas, lo que hace posible que ya tengan representación en todas las instituciones políticas. Como ha declarado el recién estrenado eurodiputado nacionalista Sebastià durante la fiesta de celebración post-electoral: “por la primera vez el pueblo valenciano tendrá una voz en Bruselas”. Para su partido, el Bloc Nacionalista Valencià, el haber podido sacar un eurodiputado con apenas la mitad de los votos necesarios para conseguirlo, simplemente ha sido una ganga política que dará más peso y fuerza a Compromís de cara a las próximas elecciones autonómicas del año próximo. Aunque paradójicamente este gran regalo de EQUO a los nacionalistas del BLOC no dará el mismo fruto ni aportará la misma ayuda a EQUO, sino todo lo contrario.
La confusión social y electoral está servida
El pacto faústico de EQUO es evidente: a cambio de la alianza fundacional con Compromís, y también con ICV (el otro adversario político miembro reconocido del Partido Verde Europeo), ha comprometido gravemente su propia construcción como fuerza política autónoma, con identidad nítida, propia y única para todo el territorio español.
En primer lugar, ha significado aceptar la amputación y la invisibilidad política de EQUO en 1/3 del suelo español, en Aragón, Catalunya, Valencia y Baleares. EQUO ha renunciado a constituir EQUO como partido y organización en dichas zonas para con ello no interferir ni dañar a los partidos nacionalistas aliados en sus propios territorios autonómicos. Pero una consecuencia indeseable de ello es que EQUO desaparece en dichos territorios al tiempo que otorga “de facto” la representación “verde” a otras fuerzas políticas, bien alejadas y a menudo ideológicamente antagónicas con la ecología política. Queda así abonado el terreno para la creciente confusión, la incoherencia, la falta de reconocimiento ciudadano, la frustración y deslealtad electoral.
El no presentarse con las siglas y candidaturas propias, ni con la misma imagen y el mismo nombre unificado en todo el suelo estatal, sitúa a EQUO en una crónica debilidad electoral que lo lleva a no poder superar los muros de la marginalidad electoral e institucional. Estos son los daños colaterales del “pacto endemoniado” con partidos nacionalistas, que hacen imposible el avance y la emergencia de la nueva fuerza política verde que representa EQUO. Carecer de una marca única predominante y conocida por el electorado en todo el conjunto territorial ha hecho mucho daño a EQUO, pero no al Compromís valenciano ni al CHA aragonés, que tienen unas imágenes corporativas ya consolidadas y reconocibles socialmente y electoralmente en sus propios territorios. Otros partidos, como sonPodemos, C´s, UPD, IU, tienen nombres y logos unitarios que no se suplantan ni se ocultan, lo que facilita enormemente la comunicación con la ciudadanía y evitan la confusión sobre quien es quien.
En segundo lugar, los votantes potenciales de EQUO tienen sensibilidad ambiental y son en su gran mayoría no-nacionalistas o incluso anti-nacionalistas, puesto que dan primacía a los valores universalistas defensores de los ecosistemas y la vida planetaria a la que pertenecemos, es decir, valores bien contrarios a los particularistas. La alianza con fuerzas políticas nacionalistas como son el BLOC y CHA, genera incomprensión o rechazo en muchos simpatizantes y votantes potenciales que se alejan entonces de EQUO. Ciertamente, algunas de las posiciones ideológicas y programáticas mantenidas por estos partidos nacionalistas no son compatibles con la más básica y mínima agenda verde. Además, el intento de esconder la identidad de los aliados nacionalistas genera un rebote de desafección añadida en los potenciales votantes de EQUO. En suelo electoral valenciano también Compromís ha tratado de esconder y borrar la imagen de EQUO durante la campaña electoral, lo que crea sumadas incoherencias en los mensajes políticos y alimenta la incomprensión y el desapego hacia EQUO. En estas condiciones y ante la percepción política general del resto del estado, se hace incomprensible y artificioso tratar determinados territorios, como el País Valenciano, Aragón, Baleares y Catalunya, como si fueran entidades separadas y ajenas a EQUO.
El tercer lugar, se ha creado un gran reino de confusión y perplejidad sobre cómo poder votar verde en España. El Partido Verde Europeo y su cabeza Ska Keller recomendaron una imposible opción salomónica: votar en verde es votar a uno de los dos partidos miembros del Partido Verde Europeo en España: EQUO y Iniciativa per Catalunya-Verds. Pero lo extraño y llamativo de esto es que concurren electoralmente por separado y son adversarios. Es decir, para aumentar el atolladero, se suma un problema añadido: estas dos opciones recomendadas por los verdes europeos compiten entre sí por toda España en unas elecciones donde solo hay una única circunscripción estatal. La mayoría de las referencias en prensa a la portavoz Ska Keller del Partido Verde Europeo eran para dar apoyo a ICV, que ha sabido rentabilizar mejor que EQUO el apoyo electoral del Partido Verde Europeo aunque buscaba los votos para la lista de la coalición de IU, adversaria y competidora de la colación EQUO-Primavera. Esta paradójica recomendación de votar a dos partidos diferentes pero confrontados electoralmente ha aclarado bien poco y no ha resuelto el dilema. Ha dejado la pelota caliente de la confusión sin resolver a ojos del potencial votante verde.
Un ejemplo de este entuerto es el hecho de que en suelo valenciano no había ninguna papeleta de EQUO ni de ICV, los dos partidos miembros recomendados por el Partido Verde Europeo, ya que solo habían papeletas de la candidatura de la coalición nacionalista Compromís y de la coalición de Izquierda Unida en la que participaba ICV. Aunque ciertamente estas dos coaliciones políticas electoralmente adversarias incluían por separado a los dos partidos recomendados por el Partido Verde Europeo: ICV y EQUO.
Pero además, el reino de la confusión no acaba aquí, ya que en muchas partes del estado Izquierda Unida presentó su candidatura con una papeleta que decía IU-Los Verdes. Y para añadir más embrollo, va y resulta que estos verdes aliados de IU no son ni de los verdes europeos, ni los de EQUO, ni los de ICV. Son otros sueltos y minúsculos de los que apenas se sabe.
En cuarto lugar, las condiciones pactadas entre EQUO y Compromís para la ocupación del escaño europeo durante los primeros años favorecen significativamente a Compromís, a pesar de que cada fuerza política ha aportado más o menos la misma cantidad de votos a la coalición. Dado que la implantación de una fuerza política nueva depende mucho de las elecciones locales, autonómicas y generales, de abajo hacia arriba, los recursos políticos del eurodiputado nacionalista Sebastiá pueden ser importantes para elegir concejales y diputados autonómicos y estatales de Compromís. En resumen, Compromís controlará el escaño europeo y la mayoría de los recursos del eurodiputado por lo menos en los próximos dos años, coincidiendo con las elecciones locales, autonómicas y generales, y EQUO solo ocuparía el escaño cuando haya terminado el próximo ciclo electoral.
En conclusión, desde sus inicios EQUO se ha autoexcluido de actuar políticamente en un tercio del territorio estatal, lo que supone un handicap político sustancial de cara al futuro electoral y a su implantación como partido verde. Con el pacto fundacional con los nacionalistas, EQUO se encuentra prisionero y con el “alma vendida al diablo” desde el inicio de su andadura. Su semilla no podrá brotar por estar bloqueada su propia implantación y despegue en la mayoría de territorios cedidos a sus aliados nacionalistas. A esto se añaden las nuevas ataduras que comporta la reciente conquista del escaño europeo, ya que EQUO, como miembro de coalición se verá empujado a cumplir con su parte pactada y a no cuestionar los acuerdos asumidos con los partidos nacionalistas. Son los acuerdos que a su vez y paradójicamente son parte y causa central de su propia ruina política. También son los acuerdos que permiten provisionalmente el ansiado relevo del eurodiputado nacionalista Sebastià por el verde Florent Marcellesi. Se trata de una pequeña ganancia provisional y momentánea a costa de inmolarse como una bola de nieve en el infierno político. Y para colmo de la irracional confusión social y electoral en la que está atrapado EQUO, además, también mantiene acuerdos y hace actos públicos “de hermandad” con el otro partido también miembro del Partido Verde Europeo pero electoralmente adversario y en pacto cuasi eterno con IU: Iniciativa per Catalunya-Verds (ICV).
La gravedad y aceleración de las crisis socio-ecológicas reclama con urgencia la consolidación de una opción política nítidamente verde en el conjunto del territorio español. Pero con estas hipotecas arrastradas por EQUO en favor de otros partidos, difícilmente podrá ser percibido como un proyecto estatal autónomo, distintivo y creíble, siguiendo la trayectoria de otros tantos partidos verdes europeos. Sobre la mesa sigue estando el cruce entre caminos bien dispares a seguir por parte de EQUO: continuar primando la “estrategia alimenticia” y con ello la pérdida de su alma y el naufragio conjunto para mantenerse como simple complemento y satélite útil de otros partidos de tinte nacionalista, o bien actuar definitivamente como sujeto político autónomo.
MARA CABREJAS