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Los Verdes

16 janvier 2014 4 16 /01 /janvier /2014 09:00

 

      Las oscuras negociaciones para el

acuerdo de comercio UE-EE.UU.

 

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La Comisión Europea duda publicamente de la imparcialidad del Tribunal Europeo de Justicia para opinar sobre el acuerdo comercial UE-USA, declara “tener muy presente la lista de deseos de la industria farmacuética” y señala que las opiniones de los consumidores sobre el copyright y las patentes son “desagradables” y “deben preocupar a la industria”.

 

Mientras avanzan a velocidad de crucero las secretas negociaciones del pacto comercial más grande de la historia, el martes 14 de enero tuvo lugar en Bruselas una reunión informativa supuestamente dirigida a “la sociedad civil” y organizada por la Comisión Europea.

 

Desde el inicio resultan muy chocantes las condiciones de partida del proceso negociador por basarse en un gigantesco desequilibrio y un desigual trato dado a las grandes empresas multinacionales y a la ciudadanía. En el terreno informativo existe una total transparencia para las grandes empresas multinacionales que sí tienen acceso a los textos negociados en tiempo real (por cortesía del Gobierno USA). Pero contrariamente, a los grupos y ONGs defensores de los interes colectivos de la ciudadanía europea les está negado el acceso a dichos textos y por ello desconocen la letra de la negociación en curso, que para ellos es sencillamente secreta. Para la ciudadanía la opacidad informativa en cuanto a los contenidos es absoluta.

 

También conviene aclarar que en dicha reunión se dió una clamorosa ausencia de la “sociedad civil”, que era la supuestamente convocada, porque la realidad fue que más el 90% de las 200 personas presentes eran representantes de los intereses industriales y comerciales. Algunos rasgos inquietantes caracterizaron dicha reunión impulsada por la propia Comisión Europea: las respuestas de los negociadores europeos fueron en todo momento evasivas y ambigüas. La aportación de información sobre el detalle de las negociaciones brilló por su ausencia cuando fueron preguntados los negociadores sobre la contratación pública de servicios como la salud, los derechos laborales, el bienestar animal o el impacto ambiental.

 

Algunos de los presentes en dicha reunión preguntaron a los negociadores europeos sobre la posible condición de ilegalidad europea en la que se incurriría si se aplicara el mecanismo de “provisiones de disputas inversor-estado”(investor-state dispute mechanism). Es decir, un procedimiento que permitiría que las empresas puedan desafiar cualquier decisión legislativa o judicial de cualquier estado europeo si entienden que les perjudica sus intereses comerciales. Esto daría derecho a las multinacionales estadounidenses a denunciar cualquier ley o decisión judicial, de carácter social, ambiental o sanitario de cualquier estado miembro de la Unión Europea ante un organismo de nueva creación: el “Tribunal Comercial Transatlántico”. Es decir, cualquier legislación estatal podría incumplirse y convertirse en papel mojado si los intereses comerciales de empresas particulares entienden que se pone en peligro “la seguridad de sus inversiones” y sus beneficios económicos. 

 

La respuesta de la Comisión Europea fue cuanto menos sorprendente y surrealista ante la posibilidad de que se diera una opinión del Tribunal de Europeo de Justicia sobre la posible ilegalidad de crear de este mecanismo extrajudicial dotado de poderes capaces de saltar por encima de la legislación de los estados. El portavoz de la Comisión Europea afirmó que no sería legítima una intervención  del Tribunal Europeo de Justicia porque “no sería imparcial para una parte como es EE.UU porque los miembros del Tribunal Europeo de Justicia son designados por los estados miembros del la Unión Europea”. ¡Todo un radical y público cuestionamiento de esta honorable institución europea en boca de un alto representante de la Comisión Europea!. Es evidente el tremendo mensaje que quieren trasmitir los negociadores de la Comisión Europea: hacer inservibles las las instituciones políticas europeas como la de Tribunal Europeo de Justicia al supeditarlas a un "más justo e imparcial tribunal extrajudicial transatlántico", de carácter comercial y compuesto por expertos y peritos ligados a los intereses industriales.

 

Una reveladora anécdota más de la reunión se produjo cuando un representante de los consumidores (Diálogo Transatlantico de Consumidores) llamó la atención de la Comisión Europea sobre las palabras de uno de los negociadores europeos: Pedro Velasco. Ante un grupo de empresarios este negociador tachó de “desagradables” y “preocupantes” las opiniones de esta organización de consumidores que lucha contra los monopolios de la propiedad intelectual. El señor Velasco no solo se negó a disculparse sino que aprovechó la ocasión para dar una larga arenga en favor de un régimen duro de defensa de las rigidas normas para proteger las patentes y el copyright sobre el conocimiento.

 

También llama mucho la atención que en medio del reciente escándalo por el espionaje masivo de los EE.UU sobre los datos personales de millones de europeos, curiosamente la Comisión Europea solo fue capaz de decir que el flujo libre transatlántico de datos nada tiene que ver con la privacidad y la protección de datos”. No hubo ni una palabra sobre la dudosa viabilidad de unas negociaciones para un acuerdo comercial cuando una de las partes espía masivamente a la otra, ni tampoco se dijo nada de la necesidad de un acuerdo transatlántico para la protección de datos personales.

 

En conclusión, el horizonte que se nos anuncia con las actuales negociaciones del pacto comercial UE-USA es bien negro. De seguir el rumbo actual, no solo podrían cambiar muchas de la reglas del juego del comercico mundial, sino que se cuestionaría dramáticamente la capacidad soberana de autolegislarse que funda las instituciones políticas de los estados nacionales. Serían muy graves las consecuencias de retroceso y de pérdida de condiciones fundamentales para los poderes democráticos y el ejercicio de la política. Pero la ciudadanía europea de seguro que no quedará cruzada de brazos y hará oír con fuerza su voz para evitar este temible descarrilamiento colectivo. 

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