En la cumbre sobe el clima de Bali se habla de justicia ambiental pero apenas se avanza un ápice hacia unos acuerdos. Los países del Sur, incluido China y la India, afirman con razón que el Norte industrializado es el principal responsable histórico del cambio climático y son los ricos quienes deben cargarse con los compromisos vinculantes de reducción de los gases. Sin embargo, donde crecen más rápidamente las emisiones contaminantes es en países como la India, Brasil o la China, que pronto se convertirá en el primer contaminante del mundo por delante del los Estados Unidos. Países como la China también afirman que sus emisiones deben ser compartidas con los consumidores europeos y americanos ya que una parte importante de su producción contaminante se dedica a la fabricación de productos que luego compramos masivamente. Según esta lógica hay una responsabilidad actual e histórica de los estados pero también del consumidor individual que fomenta las formas de producción más dañinas con sus compras de objetos importados supuestamente baratos. ¿Cómo salir de este atolladero? La solución, según muchos analistas y gran parte de la Unión Europea, es establecer un objetivo de emisiones per cápita mundial a 20-30 años de ahora. Este nuevo objetivo se añadiría a una renovación de las obligaciones de reducción de emisiones, que comenzaron con Kioto, de por lo menos 20% en el año 2020 para los países ricos, lo que Estados Unidos rechaza de plano. Este doble acuerdo significaría orientar los países hacía una convergencia de emisiones de cada habitante de la Tierra en aras de un reparto justo de las cargas de luchar contra el cambio climático. Desde la perspectiva verde, en cambio, los países del Sur deberían aplicar el modelo del "salto de la rana". Es decir, que su modelo de desarrollo no tiene porque seguir las pautas históricas sucias de Europa y Estados Unidos. Pueden saltar por encima de las terribles etapas destructoras de la revolución industrial, como la vemos hoy en China, y entrar directamente en la era solar, la ecología industrial y un consumo compatible con el planeta. Para que esto ocurra los países más pobres necesitan acceso a tecnología limpia avanzada sin las pesadas cargas económicas de la propiedad intelectual de estos inventos patentados. Es imprescindible fomentar una rápida y ágil transferencia del conocimiento ambiental y de tecnología de bajas emisiones hacía los países del Sur. Sin embargo, se repite un debate similar al debate sobe el software libre que exige un flujo cooperativo de información. Unas pocas empresas controlan gran parte de los inventos "verdes" en el mercado y no quieren compartirlos mientras el planeta necesita urgentemente estas medicinas innovadoras para curarse. Algo parecido pasa con los medicamentos caros patentados contra el SIDA que los países pobres intentan suplir con medicamentos genéricos. Una de las soluciones climáticas para los países del Sur es crear una tecnología verde genérica libre de patentes procedente de la investigación con fondos públicos en los países del norte. Necesitamos unos medicamentos genéricos para la Tierra.