Ahora no es el momento de primar el argumento del déficit democrático de Europa por encima de la realidad histórica que vivimos. La reforma del tratado representa un modesto avance democrático por un procedimiento donde ha pesado más los estados nacionales que la auténtica política supranacional europea que está tardando demasiado en nacer. Es verdad que la reciente reforma del tratado se hace sin mucha participación pública y es cierto que será aprobada generalmente en votos de parlamentos nacionales en lugar de referéndum nacionales. Sin duda alguna hoy en Europa sigue pesando mucho el poder del nacionalismo lo que fortalece los procesos intergubernamentales por encima de la democracia supranacional. Pero de ahí a criticar globalmente el proyecto europeo y de apostar por dar prioridad al procedimiento democrático elegido por “encima de la eficacia institucional” es una posición muy idealista y puede rozar lo irresponsable dada la penosa situación del mundo y la relación de fuerzas en Europa que simplemente no está muy favorable a la Europa federal que queremos Los Verdes. A pesar de que la Europa política que queremos no llegue a fraguarse no podemos menospreciar los grandes logros actuales de la UE que sí cumplen con los propósitos de sus fundadores de garantizar la paz, la democracia, la relativa prosperidad y la seguridad. Todo esto no es poco. No tiremos al bebe con el agua del baño.
Esta reforma del tratado, con todas sus debilidades, avanza la toma de decisiones por mayoría y refuerza el poder del parlamento europeo. Será más fácil para que la UE actúe con agilidad en el mundo ante problemas como el Cambio Climático y la inmigración. No sería nada bueno paralizar esta “eficacia institucional”, conseguida a duras penas, en aras de una discusión sobre los procedimientos democráticos o otras sobre cuestiones de filosofía política como el debate sobre el “liberalismo”. En “no” en Francia, empujado por la política interna, el nacionalismo y el idealismo, ya ha tenido un importante coste negativo en el proyecto europeo y ha reforzado las posiciones de los hermanos Kycinski y a Tony Blair que han conseguido importantes concesiones, como la no aplicación de la Carta de Derechos Fundamentales. Ahora se ve como el “no” de fuerzas como IU- ICV fue una apuesta estéril y contraproducente. De hecho, a los partidarios del “no” apenas se les ha oído en los últimos tiempos sobre la construcción europea. Habrán quedado mudos ante unas realidades demasiado incomodas.
No podemos sino dar nuestro “sí crítico” a esta reforma del Tratado Europeo. La letra de la canción no está mal pero la música particularista es horrorosa. El mundo necesita más Europa política y desgraciadamente en el futuro próximo veremos como la propia pedagogía de las crecientes catástrofes socio-ambientales obliga al abandono de anacrónicas políticas estatalistas a favor de otras más cosmopolitas y responsables. Europa será forjada a la fuerza de las circunstancias.