Después de una vista a Fosfoyesos y el Polo Químico de Huelva.
Complicidad, silencio e inmoralidad en el atentado contra la tierra de Huelva. Clic, clic, clic insistía el sonido del medidor de radioactividad que ya subía a más de 20 veces del máximo nivel legal permitido. El paisaje lunar del polo químico y las balsas de décadas de residuos químicos cubre más de 1200 hectáreas de lo que debe ser unas hermosas marismas y ría rebosante de vida. No se ve ni un ave ni un pez. Llevamos puestos trajes blancos, guantes, botas de goma, máscaras y gafas especiales. El viento era fuerte y el polvo de la muerte se levantaba en remolinos por encima del río en dirección de Palos de la Frontera, desde donde Colón partía para buscar un nuevo mundo. Ya no navegan barcos en el Río Tinto pero más de uno quisiera salir en busca de un nuevo mundo donde no acecha la muerte en cada soplo, en cada trago o en cada mirada. Cuarenta años de cobre, cadmio, plomo y mercurio se acumulan en montes de más de 25 metros de altura que rompen el paisaje natural de la llanura. Los datos muestran que las tasas de muchos tipos de cáncer son los más altos de España. También hay mucha asma y otros problemas respiratorios. Pero la principal epidemia que sufre la zona es el del autismo político y de la perdida de sensibilidad vital en el corazón y en el alma de las autoridades. "No pasa nada. Mantened a los niños contentos."
David Hammerstein