¿Porqué la atomización y transversalidad de los verdes?
La ley electoral española permite a legalizar partidos y siglas verdes a diestro y siniestro, y con ello se ha creado una gran confusión entre el electorado sobre quienes son los partidos verdes en un reino de taifas en el que todos reclaman para sí mismos las políticas ambientales, se devalúa y atomiza así la identidad política “verde” haciéndola irreconocible dentro de la mercadotecnia electoral. Dado que las problemáticas ecológicas son cada vez mayores y son más percibidas social y culturalmente, los partidos de todo tipo y color buscan captar estas preocupaciones y votos añadiendo en su programas y discursos una defensa retórica de las llamadas políticas ambientales, pero siempre sin desplazar un milímetro las prioridades productivistas del crecimiento económico medido bajo los distorsionantes indicadores del PNB, un economicismo ramplón que oculta los peligros y las destrucciones reales que amenazan la salud de la Tierra y de nuestros cuerpos. Pero las soluciones verdes no son compatibles con la misma medicina que mata. Los Verdes ponemos por delante los valores de supervivencia y equidad como guías de orientación del resto de políticas, y por ello estamos radicalmente opuestos a los discursos verdes de supermercado que defienden algo sencillamente imposible en el mundo real: por un lado la compatibilidad entre la productividad y el crecimiento económico, y por otro lado la protección ambiental. ¿Qué futuro hay en el País Valenciano para estas opciones? En el ecologismo político del estado y del PV se da un “entrismo” por parte de personas y grupos de la vieja izquierda comunista y del nacionalismo radical con postulados muy distintos y a menudo antagónicos de la gran mayoría de los verdes europeos, pero que buscan la etiqueta verde como salvavidas electoral. IU tiene la estrategia de fagocitar y vampirizar las siglas verdes en todos los territorios pero sin un cambio real en sus acciones políticas, solo busca dar una imagen adaptada a las nuevas problemáticas y luchas sociales pero en realidad mantiene las anacrónicas y anti-verdes prioridades economicistas. La mayoría de veces que aparece la palabra “verdes” es puro simulacro electoral, como la de IU-Los Verdes, ya que detrás no hay políticas ni ideas verdes. Los Verdes no somos como las sandias: verdes por fuera y rojos por dentro, no somos un adjetivo de marketing para añadir a cualquier otro movimiento o partido con el fin de sumar votos mediante la confusión y el engaño con la marca verde. Los Verdes respondemos a las nuevas necesidades de supervivencia con una identidad y agenda políticas propias, y sabemos que la cacareada defensa "de la compatibilidad entre el crecimiento y la protección ambiental" en la práctica implica más de lo mismo: más destrucción de las propias fuentes de recursos y vida de nuestras sociedades. ¿Qué es ser verde en el siglo XXI? Es urgente una transición hacia formas de producción, consumo y estilos de vida más adaptados a las restricciones que imponen los metabolismos de la naturaleza, de lo contrario sencillamente no habrá continuidad ni futuro posible para nuestras sociedades humanas. La actual crisis medioambiental es estructural y profunda, y sus soluciones no están ni en las propuestas del neoliberalismo de la derecha ni en las del estatalismo de la izquierda, ya que las políticas verdes afectan a todos los órdenes de la existencia y se basan los principios de cuidado la biodiversidad frágil y esquilmada, la defensa de la vida, la paz, las libertades individuales, un fuerte europeísmo, y unas exigentes normas supranacionales ambientales y sociales para avanzar hacia una nueva alfabetización y ciudadanía que consiga reducir el sobreconsumo destructivo de energía y materiales que provienen del planeta vivo.
David Hammerstein, eurodiputado de Los Verdes