1. Ciencia abierta
Los Verdes queremos un máximo de transferencia e intercambio libre de conocimientos científicos e informaciones técnicas. Deben evitarse aquellas patentes que puedan ser un obstáculo a la innovación para pequeñas y/o jóvenes empresas. Por el contrario, todos aquellos incentivos que fomenten el compartir de conocimientos y la transferencia de tecnologías han de promoverse, para que las empresas, a la sociedad civil y las universidades puedan desarrollar, gracias a dicha intercomunicación, puentes entre la investigación y la necesaria renovación económica y tecnológica en las sociedades actuales.
2. Ciencia por y para la gente
Debe fomentarse un dialogo abierto entre científicos y ciudadanos. Las opiniones de los investigadores han de confluir con aquellas de quienes no son necesariamente expertos, pero si personas conciencias con la sociedad y el medio ambiente. En otras palabras, la participación y el debate público en el ámbito de las políticas de investigación a seguir es un elemento fundamental de su éxito.
3. Lo pequeño es hermoso
La financiación de pequeños laboratorios, pequeñas universidades y PYMES debiera ser una prioridad en los programas europeos. Ellos crean la mayor parte del empleo y son fuente de estabilidad económica. Por tanto, han de promoverse iniciativas como las de crear clusters de pequeñas empresas a nivel europeo -en lugar de tender exclusivamente a su concentración-, el fomento de la labor de los parques tecnológicos, donde las PYMES puedan usar y explotar el conocimiento compartido. Sin duda alguna, es un hecho que la imaginación compartida es el camino para progresar para la gran mayoría de de empresas y negocios europeos.
4. Menos burocracia y más transparencia
El acceso público claro e inteligible a la información ha de garantizarse para todo el proceso de evaluación y financiación de proyectos de la UE. La Comisión Europea debe reducir los costosos procedimientos administrativos, ya que suponen la marginalización de los grupos de investigación, empresas y ONGs que por su tamaño reducido no puede hacerles frente, y por tanto, quedan en la cuneta de la financiación comunitaria.
5. De vuelta a lo básico
La investigación científica básica debe ser apoyada abiertamente y con mas fondos. La política científica europea no debe regirse exclusivamente por lo que dicten los intereses tecnológicos en los mercados de valores de compañías multinacionales. Ha de haber un respaldo público a la investigación básica con objetivos sociales y medio ambientales a medio y largo plazo. De hecho, los fondos estructurales debieran financiar infraestructuras para posibilitar dicha investigación básica. Sin duda alguna, la investigación y el desarrollo puede en muchos casos ser más beneficiosa a largo plazo que más carreteras y aeropuertos.
6. Investigar en salud
La ingente cantidad de dinero destinada a financiar el desarrollo farmacéutico debiera ser reconducida, ya que se destina primordialmente a la investigación para mejorar los tratamientos que no son los más útiles socialmente. Mientras tanto, la financiación de la investigación destinada a la precaución esta marginada. La salud pública y la medicina preventiva necesitan mucho más dinero del que actualmente reciben, para poder realizar estudios de la importancia de los análisis epidemiológicos y toxicológicos sobre las causas de multitud de 'enfermedades modernas'. Temas de gran relevancia como la salud reproductiva y la prevención en la salud infantil merecen mayor atención. Igualmente, aquellas enfermedades que tienden a afectar o afectan exclusivamente al Sur de nuestro planeta debieran inmediatamente de estar infra-financiadas.
7. Ciencia para un buen clima:
Los programas de investigación europeos debieran prestar mayor atención a los proyectos dedicados a estudiar el cambio climático. La investigación en favor de las energías renovables debería aumentarse al menos al nivel del EURATOM o del programa de fusión ITER. La situación actual en Europa, en la cual toda la inversión en energías renovables junta tan solo supone una fracción de la invertida en investigación en energía nuclear debe cambiar radicalmente.
8. ¡Las ciencias sociales son también ciencia!
Comprender el mundo en el que vivimos, la interdependencia de los problemas que hemos de afrontar en las sociedades actuales, tales como el cambio climático, la pobreza, los choques culturales, etc. es igualmente una labor a realizar y que no debemos subestimar. Por ello, la financiación de la investigación en ciencias sociales es un complemento imprescindible para el avance en la investigación en ciencias naturales.
9. Un Consejo Europeo de Investigación independiente
Ha de promoverse la creación de un verdaderamente independiente CEI, que promueva los proyectos de alta calidad, y que se rigen por la mera curiosidad científica (y no por intereses económicos). Dicho organismo debiera financiar proyectos a largo plazo, ya que la investigación científica necesita tiempo. La garantía de la continuidad es un elemento fundamental para una investigación sólida y fructífera. Y, además, quizás esta sea la mejor vía que Europa pueda seguir si quiere recuperar la competitividad perdida en comparación con otras regiones planetarias.
10. Principio de Precaución frente a la sociedad del riesgo
El principio de precaución debe ser integrado en todas nuestras prioridades de investigación. Este principio entra en contradicción clara con financiación masiva de la creación de organismos genéticamente modificados, de algunas formas peligrosas de la nanotecnología y de muchos programas nucleares y al mismo tiempo crea oportunidades en nuevos campos de innovación ecológica. En cambio, fondos públicos deben ser orientados hacía la fomento de alternativas a las tecnologías potencialmente dañinas y sustancias químicas tóxicas. También necesitamos un apoyo fuerte para desarrollar a las alternativas existentes a las pruebas científicas con animales.
David Hammerstein