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BÚSqueda

Los Verdes

3 juin 2009 3 03 /06 /juin /2009 21:39

Mi amigo Pepe Templado recomienda la lectura de dos artículos recientes sobre la campaña electoral y el Informe Auken

El informe Auken fue casi ignorado en su día  por los medios bajo control de los dos grandes partidos y menospreciado por tertulianois de estas dos "ideologías" preponderantes (las dos caras del mismo ladrillo) en un derroche de patrioterismo barato.
Un mes después apareció una tribuna de opinión en El País titulada "El gran saqueo", firmada por el escritor Rafael Argullol y dedicada a dicho informe. Hoy, en la contraportada de El País, Elvira Lindo "En su mundo" pone a parir la campaña electoral de los dos grandes partidos y vuelve a recomendar el artículo de Argullol (te lo adjunto por si no lo has leído).
El caso es que me congratula ver que el informe ha calado en algunas conciencias y creo que se le debería dar toda la relevancia posible. Por ello, basado en el informe, en el artículo de Argullol y en los manifiestos emitidos por el Colegio de Geógrafos, me voy a animar a promover un gran manifiesto contra la insultante penuria intelectual y política que nos invade, contra el modelo de desarrollo de ladrillo y hormigón compartido por PP y PSOE y contra la tiranía del rodillo bipartidista que aplasta y menosprecia a todos los colectivos que quedan fuera de su esfera de poder. Se trataría de un manifiesto firmado por distintos colectivos profesionales, intelectuales, científicos, famosos, etc y al que se daría la máxima difusión. Se palpa en el ambiente un gran hastío de los Rajoy, Zapatero y comparsas con sus trajes y sus aviones.
 Pepe Templado

El gran saqueo

TRIBUNA: RAFAEL ARGULLOL 12/05/2009

 

Como comprenderán fácilmente, no tengo la costumbre de leer informes del Parlamento Europeo ni de ningún otro Parlamento; sin embargo, a instancias de un amigo jurista, he leído un documento que les recomiendo si les gusta la literatura de terror: se trata del informe elaborado por la diputada danesa Marguete Auken sobre "el impacto de la urbanización extensiva en España en los derechos individuales de los ciudadanos europeos, el medio ambiente y la aplicación del Derecho comunitario". Es un texto de 30 páginas que se puede leer tanto como un relato espeluznante cuanto como un pequeño tratado acerca de las peores conductas en materia política y moral.

 

De hecho, yo introduciría el informe de la señora Auken como lectura obligatoria en escuelas y universidades, y además, exigiría su conocimiento detallado previo a todo candidato a ocupar un cargo público. Ustedes se preguntarán por qué muestro tanto entusiasmo por ese documento redactado con la falta de gracia que caracteriza a este tipo de escritos, y la respuesta es que puede considerarse un espejo contundente que refleja, sin florituras ni hipocresías, la abyección incrustada sórdidamente en nuestra vida pública.

 

Lo que de entrada llama más poderosamente la atención es la conspiración del silencio que rodea al asunto y que se explica por la vergonzosa alianza de los eurodiputados socialistas y populares españoles en el momento de rechazar el informe de Auken que, no obstante, fue aprobado por el Pleno del Parlamento Europeo a finales del pasado mes de marzo por 349 votos contra 110, con 114 abstenciones. Una arrolladora mayoría a la que se opusieron hasta el final populares y socialistas, tan lamentablemente estos últimos que, según informaron los periódicos al día siguiente de la votación, Michael Cashman, socialista también él y autor de un informe previo sobre el tema, acabó votando a favor de la resolución.

 

Leído el escrito no extraña en absoluto aquella conspiración de silencio, pues son tantos quienes quedan retratados que apenas es comprensible que un escándalo de tales dimensiones haya podido oscurecerse con permanente disimulo durante décadas. Fíjense, además, que, condenada España severamente por la impunidad que ha rodeado a la corrupción, tampoco con posterioridad nuestros foros parlamentarios se han hecho eco de la resolución europea y, cómplices entre sí los diversos partidos, ha continuado la alegre política de poner la cabeza bajo el ala.

 

Personalmente, la sensación más desagradable que me ha quedado tras la lectura del informe Auken es que el gran saqueo, la devastación sistemáticadel litoral español, y no sólo del litoral -una devastación que afectará a varias generaciones, las cuales señalarán a la nuestra como culpable-, es algo acaecido durante la democracia y no antes, en el franquismo. Los destrozos heredados de éste se han multiplicado, en las décadas democráticas, hasta límites insoportables. La conclusión no es difícil: nuestra democracia ha sido tan débil y tan poco vigilante que ha aupado una auténtica antidemocracia que pone en cuestión, como actualmente se está comprobando, muchos de nuestros supuestos avances.

 

Esta idea inquietante se desarrolla exhaustivamente en el informe con una relación minuciosa de hechos igualmente inquietantes cuyos protagonistas tienen en común la codicia, una concepción mafiosa de la política y un sentimiento de impunidad que resulta tanto más irritante por el descaro con que se manifiesta. De hacer caso a Auken, y al Pleno del Parlamento Europeo, la responsabilidad del desastre se propaga por todos los círculos del Estado español, desde el más general al más local. En este peculiar relato de terror se cita con la misma dureza a la Generalitat valenciana en manos de los populares que a la socialista Junta de Andalucía, tuteladora de diversos pillajes en Almería y sustentadora, por acción u omisión, de esa peculiar joya de la corona de la corrupción que ha sido Marbella. Al igual que sucede con todo buen relato de terror hay también en el texto pasajes cómicos, como las trampas que diversos funcionarios tienden a las comisiones de investigación enviadas desde Bruselas o las aireadas protestas de castizos alcaldes quejosos con la intromisión de las narices nórdicas en las suculentas recalificaciones de los terrones mediterráneos.

 

A estas alturas, y con murallas de hormigón por todos lados, sabemos perfectamente que sólo a la sombra de políticos ventajistas ha podido tejerse la telaraña de especulación y codicia de la que ahora parecemos lamentarnos. Sin embargo, lo grave es que ya lo sabíamos. Estos años de destrucción del territorio del patrimonio han transcurrido a la vista de todos. Bastaba coger el Euromed para comprobar lo que ocurría en la costa castellonense o alicantina; bastaba atender al vértigo de los precios de las viviendas, presentado a menudo como signo de nuestro progreso colectivo, para percibir que algo nauseabundo se cocinaba a nuestro alrededor.

 

¿A nuestro alrededor? Con su crudeza estilística Marguete Auken pone el dedo en la llaga al describir la corresponsabilidad de los ciudadanos en la callada aceptación del delito. Es cierto que a la cabeza del cortejo de la corrupción han marchado políticos vendidos, especuladores o avariciosos y prestamistas fraudulentos, pero ¿y tras ellos? Conchabados promotores inmobiliarios, concejales e instituciones financieras, ¿qué hacían los jueces? Según Auken, poco, y lo poco que hacían lo hacían tan lentamente que es como si no hicieran nada. La policía iba en consonancia con los jueces. Pero tampoco los otros estamentos ciudadanos ofrecieron resistencia. Los medios de comunicación han reaccionado tarde y los ciudadanos han acabado horrorizándose como consumidores más que como ciudadanos.

 

Hasta aquí el relato de terror con que la señora Auken ha descrito vivamente, con ingenuidad nórdica y con toda la razón del mundo, el gran saqueo de lo que pertenecía al futuro por parte de nuestros modernos depredadores. Casi nada más se puede añadir al cuadro trazado que, en buena medida, explica las dramáticas percepciones sobre la actual crisis económica.

 

Aunque bien pensado, quizá sí se puede añadir algo: el gran saqueo material de todos esos años, generador de enormes fortunas y de daños irreparables, no habría sido posible si, paralelamente, no hubiéramos incurrido en el gran saqueo de las conciencias al que ahora denominamos "falta de valores", 

En su mundo

ELVIRA LINDO 03/06/2009

Ellos están en su mundo, el de la escenificación de un desacuerdo irreconciliable. El desacuerdo casero, pequeño y estéril. Imagino que ya saben de quiénes hablo. De ellos, los que andan en campaña. Aparentan estar muy enfadados y, con esa vehemencia, tratan de ocultar el enojo ciudadano; nuestro gran cabreo, por utilizar el término exacto. Se podría pensar que con unas elecciones europeas levantaríamos el vuelo, pero seguimos al ras del lodazal: hablan de Falcones, de Franco (¡de Franco!), de la gripe, de trajes y corbatas, de la niña de Chaves, de la de Rajoy. Echan mano de eslóganes ingeniosísimos, como, "hace falta menos ceja y más Mayor Oreja", o intentan asustarnos como a niños chicos con un vídeo anti PP que es en sí mismo una negación de Europa, puesto que otorga el poder a la derecha española de devolver a las cavernas a todo un continente. Y a nosotros todo esto nos suena tan mascado, tan manido, que estamos como sufriendo una campaña electoral interminable desde hace cinco años, en la que sólo cabe sacar la lengua al adversario.

Por fortuna, siempre hay motivos para la esperanza, escasos pero significativos puntos de encuentro entre nuestros dos grandes partidos. El otro día se publicaba (si no lo leyeron, búsquenlo, se llamaba El gran saqueo) un artículo de Rafael Argullol sobre un informe aterrador que presentó una diputada danesa en el Parlamento Europeo acerca del impacto brutal que ha tenido la especulación inmobiliaria en las costas españolas. ¿Quién dice que los caminos de estos políticos enfrentados no pueden encontrarse? El informe se aprobó, a pesar de que populares y socialistas (a quienes el informe dejaba a caer de un burro) votaron en contra. Mucho Franco y mucha ceja, pero cuánto se parecen algunos a la hora de no querer asumir responsabilidades. Esto sí que daría para un debate.

 
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