6 avril 2009
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La lucha a favor de la justicia social y la defensa de un planeta habitable hoy exige una transferencia masiva de conocimientos y tecnologías limpias. Es imprescindible conseguir una amplia cooperación en el campo de los saberes, de la innovación y de la cultura tanto para la supervivencia del planeta como para reducir la tremenda brecha social entre el Norte y el Sur, entre los ricos y pobres a escala global.
Necesitamos derribar las barreras levantadas por los estrictos regimenes de propiedad intelectual en contra de la transferencia de tecnología limpia hacía el Sur y hacía mercados más débiles del Norte. Es importante que el "conocimiento verde" generado gracias a la financiación pública revierta de nuevo al bien público común por medio de una amplia diseminación, y que este conocimiento sea liberado de las trabas impuestas por los derechos particulares de propiedad intelectual.
El acceso libre a los contenidos culurales y a otros conocimientos en Internet no debe sufrir grandes restricciones ni privatizaciones irracionales. Especialmente negativo sería la imposición de impuestos de patentes sobre el software, porque perjudicaría el flujo de información en la red, frenaría la innovación por el miedo a pleitos y denuncias, y aumentaría el precio del mundo digital para miles de pequeñas empresas y instituciones públicas. Tampoco es aceptable la obligación de pagar los derechos de un tipo de software concreto cuando se compra un equipo informático: el hardware y el software privativo deben venderse sepearadamente. El software libre de estándares abiertos es un instrumento central para el libre flujo de información y la cooperación social.
Los principios básicos de la libertad en el mundo digital son:
- La interoperabilidad (la compatabilidad de diferentes tipos de programas de software)
- La neutralidad de la web (la no interferencia o filtro de la información que fluye por internet y la no identificación de diferentes paquetes de información por parte de los servidores)
- El acceso universal (el acceso a internet para todos, superando la brecha digital entre el Norte y el Sur, entre lo urbano y lo rural)
Tampoco debería haber restricciones legales sobre la puesta en práctica de servicios comunitarios de Wi-Fi (cobertura inalámbrica de internet) para permitir así el libre enganche a la red y el acceso de las personas con pocos ingresos económicos en barrios, pueblos, y ciudades.
En definitiva, cualquier medida legal que limite la cooperación y el compartir los conocimientos, o el acceso a la información en Internet, puede inhibir la innovación, la creatividad y además constituir un freno a mayores cuotas de reparto e igualdad social.
Una alternativa viable a nuestra actual economía muy especulativa y de gran consumo de recursos materiales y ambientales, debe estar basada en el aumento de los flujos de información, la creatividad, la cultura y la comunicación. Así podemos favorecer el imprescindible "decrecimiento" de nuestra economía material, hiperconsumista y derrochadora de los escasos y frágiles bienes que produce la naturaleza. Este modelo de economía tan autodestructiva, que es incapaz de mantener las condiciones de salud y habitabilidad para los seres vivientes del planeta, hoy debe contrapesarse con políticas que fomenten contrariamente el crecimiento del intercambio de bienes y servicios inmateriales en los campos del conocimiento y la cultura.