Invito a mi blog a Manolo Barrero, concejal y lider de Los Verdes de Europa, que ha escrito este comentario sobre la crisis.
OBSERVACIONES
Deberíamos ser mucho más precisos y no circunscribirnos solamente a la crisis económica y hablar de triple crisis. Es decir, financiera, económica y ecológica. Esta última ya existía y ahora, naturalmente, se ve agravada. Pero deberíamos dejar bien claro – sobre todo para muchos ecologistas – que la mejor manera de combatirla es desmontando la ideología del consumo. Y sobre todo, borrando de nuestras expresiones el concepto de “desarrollo sostenible” que en definitiva, no es más que un concepto ético, que a fuerza de utilizarlo indebidamente ha acabado por convertirse en un tópico.
DESARROLLO y SOSTENIBLE es yuxtaponer dos palabras contradictorias
Para marcar muy nítidamente nuestras diferencias sobre el modelo, tanto con los neomarxistas como con los ultraliberales, deberíamos referirnos y utilizar más el término naturaleza. Pues para ellos es un término molesto, porque mencionarlo significa aceptar que sus teorías sobre el desarrollo están relacionadas con la realidad física del planeta. Sin embargo, toda su teoría la construyen sobre la ideología. A nadie se le oculta que la economía actual es esencialmente de naturaleza ideológica.
NUESTRAS ALTERNATIVAS
Debemos proponer un modelo económico, que como mínimo, no recurra al capital natural. Es decir, que sea capaz de vivir de las rentas de la naturaleza. Que además, tiene que ser un objetivo tanto desde el punto de vista económico y científico como moral.
Y por ejemplo, no estaría mal recordar que no pocos científicos consideran, que más que en el agotamiento de los recursos naturales, el problema está en la sobreabundancia. “La amenaza más importante está en la incapacidad del ecosistema global para absorber toda la polución que se genera”
También deberíamos poner el acento sobre algunas contradicciones de los ecologistas. Cuando se habla de crecimiento cero o de estado estable, además de cometer un error se está diciendo una falacia. Aun cuando fuéramos capaces de estabilizar la economía, seguiríamos consumiendo el capital naturaleza. Consiguientemente, estaríamos en la misma situación, por lo tanto tenemos que acuñar la idea del fin del planeta. Es decir, que hay que libar la batalla contra el consumo. Y sobre todo, contra la sumisión publicitaria.
Nuestro modelo tiene que basarse esencialmente sobre la responsabilidad. Aunque no se pueda negar que la política y sus mecanismos puedan tener una importancia fundamental, siempre serán secundarios, mientras no exista un principio de responsabilidad, primero individual y después colectiva.
EL MOMENTO ACTUAL
Si nos atenemos a ciertas teorías, que hasta ahora hemos venido haciendo nuestras, como las de Edward Goldsmith, es evidente que una crisis económica mundial como la actual, dificulta y retrasa enormemente la crisis ecológica. No sólo porque las crisis no suelen tener efectos pedagógicos y en cambio suelen engendrar otros conflictos. A veces incluso de gran envergadura. Y ahí tenemos el ejemplo de la crisis de 1929. Fascismos, ultranacionalismos etc. Las crisis siempre suelen desembocar en nuevos y más fuertes poderes con todo lo que eso significa.
Por eso debemos de plantear el decrecimiento sostenible como una fórmula, por no decir casi la única que existe, para salir de la crisis.
Esta propuesta es la única que no generará una crisis social. Sin embargo, esta regulación forzada – y en pleno caos que se pretende hacer – sí está provocando una crisis social cuyas consecuencias aún están por determinar. Por ejemplo, en España donde la cifra de parados ya asciende – y estamos empezando – a 3.207.900 parados. Es decir, casi el 14% de la población activa. Esta situación sí que es un decrecimiento caótico. Y para comprobar sus efectos, ahí tenemos el caso de Rusia después de la caída del muro, que ha pasado de una economía de superpotencia a una economía de supervivencia. En términos ecológicos se puede decir que fue todo un éxito, puesto que las emisiones de gas a efecto invernadero disminuyeron en un 35%, pero en términos sociales ha sido una catástrofe.
En definitiva, que lo que nosotros proponemos es una reducción de la producción y del consumo para lograr una mayor equidad y que el actual sistema no salte descontroladamente por los aires. Pero siempre teniendo muy presente que el modelo actual está agotado.
EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD
1º) Debemos rechazar el desarrollo de cualquier tecnología que no dominamos. Por ejemplo, en materia de producción de energía nuclear, la ciencia todavía no domina la eliminación de los residuos. Otro ejemplo, la ciencia pretende combatir, por ejemplo, la obesidad actuado sobre la genética, cuando se puede resolver el problema cambiando la alimentación y los hábitos de vida. Son sólo dos ejemplos, pero se pueden citar infinidad de ellos.
2º) La solución para resolver esta triple crisis, no puede estar sólo basada en el conocimiento científico.
3º) Se necesita un modelo económico alternativo, con una mayor intervención a escala estatal y una administración mucho más democrática que la actual, buscando una armonización entre las opciones individuales y colectivas.
En este nuevo modelo, el principio de responsabilidad es muy importante, tanto de la política como del consumidor. En suma, una economía de mercado controlada, con el fin de evitar cualquier fenómeno de concentración. Y sobre todo, ir hacia un sistema que no genere publicidad, que según los más estudiosos del decrecimiento sostenible, consideran como imprescindible, para liberarse de la ideología del consumo.
4º) Los servicios públicos esenciales no podrían ser privatizados (educación, agua, energía, sanidad, transportes, seguridad etc.)
Con estos principios, la expansión del comercio real y equitativo sería una realidad y conllevaría el final de la esclavitud moderna y del neocolonialismo. O sea, un mudo más justo y solidario