El miércoles 23 de julio visité el Puerto de Pasaia en Euskadi para ver la anacrónica y contaminante central térmica de carbón que se encuentra a escasos metros de centenares de viviendas. Es escandaloso que siga en funcionamiento esta central que deteriora la vida y salud de los habitantes de Pasaia. Es un ejemplo palpable de la falsedad del "marketing
verde" de Iberdrola, el dueño de este atentado ecológico y climático. El Gobierno Vasco se niega considerar la el cierre de la central a pesar de admitir que quisiera una planta más limpia. Recientemente la ejecutiva vasca ha legalizada la autorización ambiental de las emisiones de esta central y propone trasladar la central a un nuevo puerto exterior que tendría un impacto ambiental enorme sobre un delicado y precioso ecosistema litoral. Los planes de construir un muy destructivo superpuerto es una huida hacia adelante del Gobierno Vasco para no dar soluciones a corto plazo a los pobres vecinos de Pasaia que sufren un deterioro ambiental y social insoportable diariamente. Es evidente que hay que cerrar la térmica, fomentar las alternativas en renovables y la eficiencia, limpiar el descontrolado tráfico y almacenamiento de chatarra peligrosa y presentar cuanto antes nuevas iniciativas económicas basadas en la innovación tecnológica, los servicios y el empleo limpio. Pasaia y su entorno no pueden seguir siendo el trastero sucio de Gupuzkoa.