14 mars 2015
6
14
/03
/mars
/2015
11:28
Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Uruguay y otros países donde gobierna la izquierda latinoamericana aplican y defienden unas políticas económicas basadas en una creciente explotación intensiva y a exportación masiva de recursos naturales y agrícolas. Estas políticas fuertemente productivistas y desarrollistas están teniendo graves consecuencias de deterioro de las condiciones ecológicas, democráticas, sociales y culturales.
Se puede decir que son unas políticas continuistas y tradicionales por los anteriores gobiernos de America Latina por tener gran dependencia del comercio internacional controlado por empresas multinacionales que hipotecan la viabilidad social y ecológica futura de las sociedades y del planeta. Sus prioridades económicas mono-sectoriales en el comercio mundial obvian la posibilidad y la precaución de diversificar y hacer más flexibles sus economías ante posibles crisis y amenazas imprevistas. Este modelo de “extractivismo” no crea ni estructuras económicas estables ni diversificadas, tampoco invierte en la construcción de un estado social basado en unos servicios públicos fuertes. En lugar crear instituciones de un estado garantista, mediante el “reparto” asistencialista de una pequeña parte de los beneficios del extractivismo se suele aumentar la dependencia de la población desfavorecida de “bonos” monetarios, el reparto en especie y la beneficencia. Insensatamente dejan la posibilidad de integrar pautas económicas eco-sociales centradas en comunidades locales en sus apuestas diversificadas de desarrollo. Es decir, ponen todos sus huevos en la misma cesta al vaivén del casino económico mundial de las materias primas y de la incertidumbres de los actores económicos transnacionales.
Resulta sorprendente que una parte de la izquierda española, hasta incluso algunos que se auto proclaman ecologistas, consideren las políticas “progresistas” de estos países y los ensalcen como si fueran ejemplos positivos y viables a seguir.
El monocultivo del petróleo, la mega-minería a cielo abierto, el “fracking”, las grandes presas extractivas de minerales, la deforestación masiva para la producción de soja, las grandes papeleras, la sobre-explotación pesquera para las harinas de pescado, y muchos más proyectos esquilman para siempre las mismas fuentes biogenerativas del planeta, las que constituyen en realidad los soportes duraderos vitales e imprescindibles para las sociedades y muy especialmente, para las personas más pobres de America Latina. Lo curioso es que ahora resulta que las iniciativas para este descarrilamiento colectivo vienen de gobiernos de izquierdas y no solo de las multinacionales de turno.
Ciertamente, también es verdad que la “izquierda extractivista” reparte los beneficios económicos obtenidos de estas actividades de saqueo y destrucción de recursos ambientales, y lo hace de forma socialmente más equitativa que la derecha y ayudando a muchas personas latinoamericanas a salir de la pobreza y la miseria. Pero con el tiempo los costes y peligros de este modelo de maldesarrollo son tremendos y empeoran irremediablemente la situación de partida. Las estructuras económicas se centralizan y se concentran al tiempo que se erosionan y hunden los mercados locales de productos propios al aumentar radicalmente la importación de productos de consumo. El extractivismo suele acompañarse de un aumento de violencia social, prostitución, crimen organizado, marginación y dura represión de las personas que rechazan las actividades ecológicamente destructivas y defienden las alternativas de la agricultura local y la soberanía alimentaria. También la economía de exportación de materias primas suele estar desvinculada de economías regionales y nacionales. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196326
A pesar de las tragedias sociales y ecológicas que acompañan a la economía centrada en la exportación de recursos ambientales y a pesar de la constatación históricamente reiterada de la imposibilidad de un "extractivismo" que se pueda mantener mucho tiempo, son más fuertes los cantos de sirena que dirigen las demandas del derecho al consumo y a la abundancia en millones de personas, aunque solo sea para un brevísimo periodo de tiempo en un planeta finito en materiales naturales. Todo un retrato de una de las principales fuentes del cambo climático global y catastrófico que nos viene encima.
Naomi Klein, en su libro: "Esto lo cambia todo", arremete contra algunos de los líderes destacados de la izquierda, como son Maduro, Correa y Morales, que se han convertido en promotores del “extractivismo” como si este agotamiento cortoplacista del capital natural pudiera poner remedios y parches a los problemas sociales.
Contrariamente, algunos pensadores latinoamericanos han hecho una llamada a erigir el "post-extractivismo" para un futuro más viable y justo. http://www.redge.org.pe/sites/default/files/GudynasCaminosPostExtractivismoPeru11.pdf
DAVID HAMMERSTEIN